“Nos ha tocado vivir una época muy difícil, estamos pasando por un cambio profundo”

La conocida actriz presenta esta noche la obra basada en una historia real ‘Tierra del Fuego’. Borrachero explica a El Faro cómo se ha preparado para meterse en la piel de un personaje tan complejo

Alicia Borrachero llega a Ceuta protagonizando una obra que “no solo emociona, sino que refleja los signos de nuestro tiempo”. Así es como la actriz define la obra de teatro ‘Tierra del Fuego’, en la que comparte cartel con Abdelatif Hwidar o Malena Gutiérrez, entre otros. La obra es una trama inspirada en hechos reales que cuenta la historia de una exazafata israelí víctima de un atentado y que tras veintidós años se vuelve a reencontrar con el terrorista que lo provocó. Está siendo una de las propuestas teatrales en escena más aplaudidas, y que podrá verse a las 21.00 horas en el Teatro del Revellín.
Borrachero es una de esas actrices que llenan la escena cuando aparecen en ella, ya sea sobre las tablas, en una pantalla de cine o en la televisión, un medio donde ha dejado huella entre el gran público con personajes memorables. Cede el cuerpo y la voz a Ana de ‘Periodistas’, la doctora Cruz Gándara de ‘Hospital Central’, Silvia en ‘Crematorio’, o Aixa, la madre de Boabdil el Chico en ‘Isabel’, solo por recordar algunos ejemplos. Todas ellas mujeres de carácter, de raza, rotundas. Sin embargo, busca desprenderse de esa etiqueta.
A Ceuta llega con un personaje complejo, lleno de matices, interpreta a una persona real, la exazafata Yulie Cohen (Yael en la obra) que en 1978 resultó herida en un ataque perpetrado por el Frente de Liberación Palestina en Londres. Tenía 22 años y dos décadas después decidió visitar a Hassan( interpretado por Hwidar, página 22), donde cumplía de cadena perpetua. Borrachero define a ‘Tierra del Fuego’ como una obra comprometida, “del tipo de teatro que hace falta y se necesita”. Es un tipo de teatro necesario, dice. “Despierta al público y hace que tenga una implicación”. Esa es según la actriz, una de las funciones principales de estas artes.
–¿Cuál es el trasfondo de la obra?
–Es muy complicado de explicar. Tiene que ver con la empatía, con ponerse en el sitio del otro. El comprender y analizar las razones que llevan a cada una de las partes a comportarse como lo hacen. Es una historia verdadera, de la vida real. La de una mujer que ni siquiera sabe por qué acude al encuentro con el hombre que estuvo a punto de matarla. Algo que incluso las personas que han visto la obra y experimentado situaciones similare, entre las que hemos tenido víctimas del GAL, padres de víctimas del 11-M incluso una persona que había estado encarcelada durante 23 años,  coinciden en que ni siquiera sabrían qué preguntar. La intención es que el espectador se ponga en otro lugar y escuche a toda las partes porque todas tienen su verdad.
–¿Cuál cree que es uno de los aspectos más interesantes?
–El coraje que tienen algunas personas, como la de Yael, el personaje que yo interpreto. A ella su cabeza le dice que haga una cosa, pero su intuición le indica otra. Para mí Yulie Cohen es un ejemplo de persona y de mujer.
–Al final siempre terminan cayendo en su manos personajes de mujeres con un gran carácter y fortaleza.
–Cierto, tengo muchísima suerte. Me encanta darle vida a todos estos personajes. Son mujeres con una gran complejidad y un conflicto interior muy grande. Aunque también es cierto que hay otras cosas que no he conseguido y aspiro a ellas. No obstante, soy una gran afortunada de poder trabajar en un país donde la profesión registra una tasa de paro altísima.
–¿Qué le queda por hacer, qué proyectos le gustaría que le ofreciesen?
–Uno siempre quiere hacer personajes más complejos. El superarte como actriz y enfrentarte a retos que me desafíen es algo que me apasiona. Pero también llega un momento en el que te apetece encontrar una situación que te estabilice, pero con esta profesión y tal y como están ahora las cosas, difícil.
–Tras la crítica tan dura lanzada por el gremio durante los últimos premios Goya al paro que atraviesa el sector y la poca inversión que se realiza en el mismo. ¿Cómo se siente siendo una ciudadana de segunda?
–No me siento ciudadana de segunda. Aunque sí es cierto que en España la situación desde hace unos años está siendo muy complicada. La crisis ha sido fulminante y de pronto llega un huracán y hay que abandonar. No se cuida la cultura, no se mima algo tan importante, hace falta un pacto de estado por la cultura.
–Algunos afirman que el mundo de las series atraviesa su edad de oro. ¿Qué opinión le merece?
–(Risas).Me hace gracia lo de la edad de oro porque hay que plantearse qué circunstancias deben darse para catalogar a una época como la ‘edad de oro’. Es cierto que están apareciendo nuevas plataformas, se está renovando el sector, se hace más producción, pero ¿en qué condiciones?
–¿En cuáles?
–Pésimas, denigrantes, vergonzosas, como en muchos otros ámbitos laborales, ha cambiado el mundo. Nos ha tocado vivir una época muy complicada, hay una crisis en lo político, lo espiritual... estamos pasando por un cambio profundo.
–Volviendo a su papel en la obra. ¿Cómo cree que pudo ser un encuentro así? ¿Cómo lo preparó?
–Esta es la pregunta. Es lo que todos nos hemos planteado siempre. Ella entra, se lo encuentra a él, pero ¿quién sabe lo que pasó? El trabajo que propuso el director fue el de un teatro en proceso, en el que la escena nunca es igual. Cambia en cada función, es un proceso creativo, nunca sabemos cómo va a reaccionar el otro, y esto es lo más bonito del teatro, y además de esta obra, porque no hay ningún actor que esté por encima de otro.
–¿Se puede decir que Yael llega a perdonarlo?
–No es una cuestión de perdonar o no, es más que eso. Es algo que ambos necesitan. De hecho son situaciones usuales, yo no lo conocía hasta que me documenté, pero existen programas que organizan visitas de las víctimas con sus verdugos. Detrás de ese programa hay un equipo médico que analiza primero la situación y prepara a la víctima para cuando asiste a ese encuentro.
–¿Qué ha supuesto interpretar a Yael?
–Ha sido un regalo de la vida. Queda mal que lo diga, pero es una obra maravillosa y el público se queda desencajado.
–Comentaba que es una obra en movimiento, nunca es igual. ¿Con qué sorprenderán esta noche?
–Tratamos que la función esté viva. Salimos a ensayar con el público. En cada representación al hacerlo de una manera diferente la reacción del público nunca es la misma. Pero sobre todo se van a encontrar con una obra que no es un plomo, tampoco de llorar. Es cercana, conmueve, activa una sensación en los que la están viendo que hace que algo les cambie. Para mi, es una joya.

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