La historia de Cata nos conmovió a todos. Afortunadamente ahora tiene un hogar tras su hallazgo atada a un árbol, sin comida ni bebida. No podemos pasar página, no podemos olvidar lo que ha ocurrido porque cerrar los ojos es parchear un problema gravísimo asentado en Ceuta y para nada casual.
El maltrato animal forma parte de una acción estructural que determinados individuos ven normal, individuos que se sienten fuertes ante la falta de respuesta de una administración pasiva, más preocupada en cambiar flores que en resolver la comisión continuada de delitos de este tipo.
El hallazgo de una cachorra de pastor alemán atada a un árbol se suma a otros casos de canes encerrados en bolsas de basura y arrojados al contenedor u otros mantenidos en garitos estrechos comidos literalmente por la mierda.
Los casos cada vez se conocen más. Su difusión en redes sociales demuestra que no son aislados ni mucho menos.
Son constantes y en muchas ocasiones marcados por una crueldad que debería provocar una reflexión colectiva. No es así.
No hay respuesta de la administración, no se persiguen los delitos, no hay sanción judicial grave. El resultado es que el maltratador de animales se siente fuerte y las tropelías son cada vez mayores. No hay límite, tanto es así que no solo se abandona sino que se hace daño a conciencia. Porque dejar a una perra atada al sol, sin agua ni alimento, sin poder moverse, solo persigue matarla.
Si no se aborda este asunto con la seriedad debida iremos a peor y nos convertiremos en una sociedad inhumana, mala, dejada... Una sociedad hipócrita que aprueba en plenos lo que no puede cumplir.
Si la historia de Cata no provoca un antes y un después ya no sé qué más se espera para reaccionar.
HABRA UN ANTES Y DESPUES CUANDO METAN A ALGUIEN EN LA CARCEL.