Opinión

Noches en vela

Guardo en mis retinas la escena de un hombre sentado en una butaca y ataviado con todos los pertrechos de un enfermo controlado por las máquinas de un hospital. El mismo casi sin fuerzas en su tímida y tartamudeante voz me empezó a decir al oído: “La noche en este sitio es muy dura. Durante el día estoy en una constante nube que me hace estar durmiendo. Yo sólo me imagino que serán los medicamentos que me dan para mi mal. Pero nadie, según parece, ha contado con la noche. Es cuando yo empiezo un calvario que para mí se queda. En la oscuridad y aunque yo intento cerrar los ojos se escuchan infinidad de sonidos. Los mismos van desde el ronquido de mi acompañante, como hasta grandes chillidos. Hay mucho silencio. Es cuando aprovechan esas cosas para salir. Me he dado cuenta que esperan que den las 12 en punto. Es la hora cuando me pongo más nervioso. He visto moverse por la pared de enfrente mía cosas oscuras con una forma de rectángulo que se mueve de un lado a otro de la mencionada pared. No tiene un modus operandis definido. Puede ir desde arriba de la pared hasta el centro luego vuelve a su sitio, después baja sigiloso hasta el suelo y cuando miras con curiosidad vuelve otra vez hacia arriba. Así está mucho rato y cuando te viene el miedo y tu cabeza empieza a pensar en taparte la cara para no seguir viendo este fenómeno es cuando parece que te ha interpretado tus pensamientos y ves cómo sale o por la parte de abajo de la puerta que da a los pasillos de la planta o por los ventanales de la habitación buscando salir a la calle y emprender un nuevo viaje hacia el terror a un nuevo cliente y tú le agradeces que te haya abandonado.

“El complemento directo de cualquier persona debe ser alguien que puedas contar para todas tus cosas”

Es el momento de respirar profundo cerrar los ojos y por lo menos yo empezar a rezar todo lo que me han enseñado. Vuelvo a enfrascarme en mis ideas espirituales con las manos entrelazadas para requerir una oración que es un escudo protector al pánico que me ha tenido entre las cuerdas. No sé si valdrá para algo pero por lo menos a mí me alivia. Miras al acompañante y sigue incurso en un estado de relajación profundo del sueño y sientes envidia por no poder entrar en el mismo mundo de felicidad que agarra con mucha fuerza esa persona que se está quedando contigo. Pobre, es voluntario y no hay que exigirle mucho. Pero yo desearía hablar un poco con él y decirle lo que he visto. Para ver si él también hubiera sido testigo de esa presencia. Yo, como han sido tantas veces la que me ha pasado, pienso que puede ser mi imaginación. Una de las cosas que hay que tener en estos lugares es la paciencia y aprender a autocontrolarse. Los mismos médicos especialistas lo dicen, es una situación diferente a la cotidiana. Y yo ratifico, hay que estar aquí para ver, oir y aguantar los momentos. Cada día deseo irme a casa.

“La soledad es muy mala, el hombre no está diseñado para vivir solo. Necesita ese calor de otra persona”

Yo, con que me pueda valer por mí mismo y esté un poco mejor me largo ahora mismo de aquí. No me extraña que haya algún que otro que con los nervios en ristre se hayan arrancado todos los cables e incluido la sonda para hacer pipí. Se me ocurrió decir a una enfermera que había visto algo raro aquella noche y tuve la buena acción de enchufarme en una de las gomas que tengo de medicación un poco de ese líquido para quedarte dormido. La verdad que no tuve tiempo en agradecérselo, me quedé traspuesto hasta la hora de la visita del médico que tan amable me dijo ¿cómo andas hoy?
Yo no pude decir nada y mira que lo intenté para indicarle que me buscara una solución rápida para salir de allí. Aquí sólo estaba pasando unos malos tragos con esas visitas no concertadas de esos cosas tan raras. Pero claro estás en el mundo que te están induciendo estos profesionales. Desde aquí quiero darles un gran aplauso. Pero también quiero aclararles que deben de escuchar un poco al paciente. Hay datos que deben de saber. Salí al cabo de los días de aquella reclusión obligada pero lo que me traje fue un miedo a estar solo. Pensé incluso de volver con mi expareja, aunque fuera muy mala decisión. La soledad es muy mala. El hombre no está diseñado para vivir solo. Necesita ese calor de otra persona.
El complemento directo de cualquier persona debe de ser alguien que puedas contar para todas tus cosas. Hoy en día la verdad que no soy capaz de encontrar la. Dejemos pasar el tiempo y ver si algún día se pudiera enrolar a mi barco alguna pasajera. En estos momentos también estoy considerando en que fuera una polizón pero que quisiera trabajar para llevar a buen puerto a este barco que le falta material humano que complemente con el capitán.
¿Algún día podré ver esta escena? ¿O seguiré sólo ante el peligro?

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