Se fue el Sol, y vino la oscuridad, cargada de esos secretos tan antiguos donde solo pensar en ellos se nos ponía los vellos de punta.
Y parecía que se conjugaban los verbos sentir y padecer.
Cualquier ruido que se escuchaba a nuestro alrededor nos ponía en alerta.
Los pájaros parecían que se dieran cuenta de ese estado de nerviosismo y empezaron a cantar junto a nosotros.
Parecían que se querían burlar de nosotros o ¿podría ser una advertencia?
No aguanto más esa incertidumbre, esa dualidad en la cual me estaba moviendo, y aunque yo mismo me decía: “Tranquilo, es solo pura sugestión”, pero algo me decía: “Sal de allí rápido”.
Mis pies temblorosos intentaban acelerar el paso, pero los nervios me hicieron tener ganas de orinar y aunque no veía a nadie, seguí el ritual de hacerlo mirando a todos lados, creyendo que podría haber alguien que me estaba espiando.
Solo escuché un pequeño ruido al otro lado del camino y fue cuando me vino a la memoria las escenas de un monstruo que salía en un anuncio de televisión.
Forcé todo lo que pude la marcha y a lo lejos vi la silueta de hombre.
Solo miraba es aspecto, buscaba alguna referencia de estatura, corpulencia, edad, pero todo era mera especulación.
Iba hacia el lugar donde se encontraba y aunque había decidido no bajar la guardia y echar la fuerza por mi aspecto, pero si era absolutamente un flan en cada movimiento que iba haciendo con mis piernas, creí que se dio cuenta y fue cuando levanté la cabeza, me erguí todo lo posible, me puse lo más chulo posible y fui hacia aquella figura.
Pero quedé sorprendido al escuchar muy educadamente las palabras: "buenas noches".
Yo no sé si me escucharía mis "buenas noches", ya que fueron dichas entre un silenciador que tenía dentro de mi garganta.
Pero seguro que si vio mi sonrisa forzada y con un desplome de mi intranquilidad al pasar junto a aquella persona mayor de edad, pero mucho más baja que yo.
Eso sí fui un poco más rápido, pero no había transcurrido ni dos minutos cuando me adelantó como si fuera un Ferrari a un simple utilitario.
Iba con el teléfono móvil hablando:
- Ya me queda menos para estar contigo. Deberías de haberme avisado antes. Estaba en aquel lugar esperando a una persona y yo pensaba en otra cosa, lo que es la dualidad y la incertidumbre de unos instantes bajo el auspicio de la noche.