No, no y no, reunirnos en familia esta Navidad no es lo más importante. Siendo sincera y como decía mi abuela: de cualquier domingo se hace un día de Navidad, ya habrá tiempo para todo.
Lo realmente importante es seguir las medidas sanitarias y de seguridad que nos están pidiendo, sacrificarnos un año sin fiestas para que se pueda celebrar en los sucesivos, como siempre se ha hecho, en familia, a la mesa, con los niños correteando, los cuñados discutiendo, todos hablando de viejos recuerdos y planeando el futuro, riendo y llorando...
Pensad por un momento en las miles de familias que, como la mía, ya no volverán a celebrar una Navidad con la familia al completo porque este maldito virus nos lo ha negado llevándose a un ser querido.
Pensad por un momento que un año sin comilonas para 15, ni fiestas de fin de año hasta altas horas de la madrugada, va a salvar vidas.
Y la vida es el bien más preciado que poseemos.
En estas Navidades y este final de 2020, uno de los peores años de nuestras vidas, pongámonos nuestro mejor pijama, rodeémonos sólo de las personas con las que convivimos en casa, tengamos a mano el teléfono, el whatsapp o el zoom para conectarnos con la familia y brindemos por todos los que ya no están. Yo lo haré por mi querido padre.
NO SALVEMOS LA NAVIDAD, SALVEMOS VIDAS.