Opinión

No pongáis vuestras sucias manos sobre Serrat

No me siento extranjero en ningún lugar, donde haya lumbre y vino tengo mi hogar. Y para no olvidarme de lo que fui, mi patria y mi guitarra las llevo en mí”.
Al señor que escribió y cantó esto, entre otras muchas obras maestras de la poesía y música popular contemporánea, ahora le llaman fascista los nacionalistas catalanes.
Este señor, don Joan Manuel Serrat Teresa, fue la persona que puso Cataluña en el corazón de todos los españoles y todos los hispanohablantes sensibles del mundo entero. Cuatrocientos millones de personas saben de la existencia de la lengua catalana gracias a “Paraules d’amor”, “Pare”, “La tieta”, y tantas otras hermosas obras de arte de este artista universal. A este señor los nacionalistas catalanes ahora le llaman fascista.
Como ignoran casi todo, tampoco saben que ha contribuido más y mejor Serrat a la difusión y sobre todo al afecto de la lengua catalana en España y en todo el mundo que todas las campañas coercitivas y totalitarias ejercidas por los sucesivos gobiernos del régimen nacionalista y xenófobo que detenta el poder en Cataluña desde hace cuarenta años.
Estos jóvenes ignorantes que empuñan banderas esteladas en ademán bélico y desconocen incluso la Historia más reciente –porque en las escuelas sólo han estudiado catecismos nacionalistas trufados de embustes - probablemente ignoran que Joan Manuel Serrat, hace cincuenta años y en pleno franquismo, se negó a ir al festival de Eurovisión de 1968 (entonces era un acontecimiento de una magnitud social mucho mayor a la actual) porque impuso como condición cantar en catalán, con las consecuencias que tal afrenta acarreaba entonces. Y tanto que las tuvo. La dictadura utilizó su omnipotente presión sobre todos los aparatos mediáticos que controlaba a su antojo –qué triste, qué macabra coincidencia con la Cataluña actual- para promover un boicot del artista en radios y recitales, de manera que Serrat se exilió durante varios años en París y México y no volvió a aparecer en TVE hasta 1974. A este señor los nacionalistas catalanes ahora le llaman fascista.
No fue su último exilio. En septiembre de 1975, estando de gira también en México, hizo unas declaraciones en las que mostró su repudio por la pena de muerte tras los fusilamientos que Franco acababa de ordenar y no pudo regresar a España hasta un año más tarde, tras la amnistía decretada tras la muerte del dictador. O sea, el perfil de un fascista de tomo y lomo.
Ahora, en España, en ese “Estado opresor” de 2017 que ellos denuncian ante el mundo, tan represor y fascista que hasta les sale gratis e incluso les da prestigio desobedecer la Ley que emana del Parlamento y la Constitución, burlarse de las decisiones de los jueces, humillar e insultar públicamente al Jefe del Estado, abuchear el himno y quemar la bandera de todos, campan a sus anchas los nuevos y valientes gudaris catalanes. Y estos revolucionarios de nuevo cuño, en el paroxismo de la ignorancia y la estulticia, llaman fascista a Joan Manuel Serrat.
¿La razón? Serrat se atrevió a discrepar- más bien tibiamente-, con la política del régimen totalitarista catalán y su referéndum fraudulento y antidemocrático. Se ha desmarcado del pensamiento único, como hizo respecto al franquismo cuando éste era el imperante y obligatorio, y ha tenido paralelas consecuencias. Aquellos le llamaron rojo; estos le llaman fascista. Qué perverso es el lenguaje en boca de los imbéciles.
El hecho de calificar de fascista a Serrat, si todavía hay algún ingenuo en el planeta que, en un alarde de comprensión y tolerancia beatífica, alberga dudas sobre alguna hipotética coherencia o racionalidad en el nacionalismo catalán -, debería ser suficiente motivo para disiparlas. El fanatismo es ciego y demente.
El propio Serrat, con la bonhomía y lucidez que le caracteriza, se ha limitado a decir que los que le han llamado fascista no saben lo que es el fascismo. No lo saben, como no saben casi nada, pero sería muy fácil explicárselo. Fascismo es señalar, condenar al ostracismo y hasta amenazar de muerte al disidente o difundir proclamas racistas y xenófobas. Fascismo es humillar e insultar al que no opina igual, al que se sale del rebaño militarizado. Fascismo es, exactamente, lo que ellos llevan muchos años ejerciendo en Cataluña envueltos en una bandera de patriotismo excluyente y supremacista. El mundo al revés, una broma sórdida.
Serrat cantó y divulgó a Machado, Hernández, Benedetti y escribió “Lucía”, “Romance de Curro el Palmo”, “Mediterráneo”, “Vagabundear”, “Aquellas pequeñas cosas” … Serrat hizo y sigue haciendo el mundo un lugar más hermoso y habitable a través de sus sublimes composiciones artísticas, y probablemente su música y ese corazón que le tiembla en la garganta regaló muchos de los momentos más memorables y emotivos de sus vidas a los padres de esos mamarrachos que ahora le llaman fascista.
Haced lo que queráis con vuestras banderas y vuestro odio, pero no pongáis vuestras sucias manos sobre Serrat. Porque Serrat es mío y de todos. Incluso vuestro, aunque no lo sepáis, mequetrefes ignorantes de aldea.

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