El ministro principal de los Franciscanos de Tierra Santa, el padre Francesco Patton, se despidió de Ceuta con una conferencia y una misa en la iglesia de África.
Los hermanos Custodios de Tierra Santa decidieron prolongar su permanencia en la ciudad después de recibir el galardón del Premio Convivencia. Una estancia que aprovecharon para conocer la realidad social y cultural ceutí, fue una jornada intensa en la que también quisieron mostrar el trabajo que su congregación desempeña a través de una íntima conferencia que el ministro principal de la congregación, fray Francesco Patton, impartió en el Palacio Autonómico.
Con la serenidad y la calma que le caracteriza el padre custodio expuso la gran labor que desempeña esta congregación internacional compuesta por más de 270 frailes procedentes de 40 naciones. Sumidos en la vida franciscana de oración y fraternidad de servicio a la iglesia, y como custodios de los santos lugares de la cristiandad, Francesco Patton también reconocía que la fe atraviesa momentos de crisis. “Son momentos de crisis para la fe, pero probablemente siempre ha sido así, es cíclico, después de una época de crisis comienza un ciclo de fidelidad”, decía. Un ciclo que atribuía a un cambio de época. “Nos encontramos atravesando un cambio, y con circunstancias como estas siempre ha habido crisis”, manifestaba. Patton explicaba que “nos enfrentamos a la época de la globalización, la comunicación y la movilidad de las personas, pero también a cambios en el estilo de vida y de la mentalidad. Y con cambios así, la fe necesita una nueva síntesis”.
Los Franciscanos Custodios fueron reconocidos por ser un ejemplo de integración y convivencia en una comunidad multirreligiosa donde más allá de la fe de cada uno, el primer objetivo es conseguir la paz. Un hecho sobre el que Patton también quiso pronunciarse apelando al respeto y diálogo en una época de cierta intransigencia mutua entre las diferentes comunidades culturales y religiosas. “Es un momento en el que el diálogo es necesario, pero además se precisa de una identidad propia y del respeto hacia la identidad de otros”, formulaba el ministro, quien exponía que para llegar a ese diálogo es necesario tener una identidad clara. “Cuando esa identidad es más frágil y los otros nos suscitan miedo, es cuando peleamos. Por ello necesitamos dialogar, no podemos imponer a nadie nuestra fe, pero podemos proponerla y evangelizar”.
Una auténtica lección de tolerancia fue la que impartió el fraile franciscano. “Si no existe respeto mutuo hacia el misterio de otra persona y también de otra cultura y religión es imposible llegar al diálogo y con ello a una convivencia y a la paz”.
Fueron palabras cargadas de sabiduría, con trasfondo filosófico que invitaron a pensar, porque escuchar al padre Patton es sumergirse en un mar en calma. Quizá fuese por disfrutar de ese sosiego, de impregnarse de su sermón o replantearse parte de la realidad en la vivimos la respuesta de que ayer la iglesia de África alcanzase un lleno. Finalizada su conferencia, el ministro Franciscano, decidió ponerse el hábito y despedirse de Ceuta en la casa de todos los conciudadanos.