Opinión

Nos han quitado a nuestra Santa

Los ceutíes nos enorgullecemos de tener una Santa paisana nuestra. Para quienes no conozcan dicha circunstancia, aclaro que me estoy refiriendo a Santa Beatriz de Silva, aquí nacida en el año 1426 (otros afirman que en 1424) hija del caballero Rui Gómes da Silva y de Isabel, hija a su vez de D. Pedro de Meneses, primer Gobernador portugués de Ceuta.

Eso han venido sosteniendo numerosos historiadores, hasta tal punto que el Vaticano cursó una invitación especial al Ayuntamiento de Ceuta para que una representación de dicha Corporación asistiese a la ceremonia de canonización de la que fuera fundadora de la Orden de Monjas Franciscanas de la Santísima Concepción de María. Dicho solemne acto tuvo lugar el día 3 de octubre de 1976, y en él estuvo presente, en lugar destacado, la aludida representación ceutí.

Ceuta, como ciudad natal, le ha dado el nombre de Beatriz de Silva a una de sus calles céntricas y también a la más reciente de sus Parroquias. Su imagen se venera, además, en varias iglesias de esta ciudad.

Existe, asimismo, un Colegio concertado que lleva el nombre de la Santa. Pero la villa portuguesa de Campo Mayor se ha venido atribuyendo también la posibilidad de ser el verdadero lugar de nacimiento de la Santa, situándolo en 1437, cuando su familia ya se había trasladado a Portugal, al haber sido nombrado Alcalde de dicha población el padre de Beatriz.

De ser así, ella nació once años más tarde, un dato que debería tenerse muy en cuenta en esta especie de pacífico litigio entre ambas poblaciones. Y hete aquí que, según he podido conocer ahora con tristeza, una entidad vaticana, la “Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos”, ha decidido privarnos de nuestra Santa, adjudicando a Campo Mayor ese privilegio.

Desconozco la fecha en que se adoptó tal acuerdo, pero lo cierto es que desde aquel momento, los conventos de la Orden se rigen ya por lo en ella establecido, de forma que sus monjitas ya no rezarán por Ceuta y por sus habitantes.

Con el respeto que, como católico, he de mantener hacia la citada Congregación vaticana y sus acuerdos, me permito resaltar a continuación tres argumentos que, lejos de reforzar su decisión, suscitan, a mi juicio, dudas más que razonables.

El primero, y siguiendo los datos biográficos de Santa Beatriz de Silva, se basa en el año 1447, en el cual llegó a Castilla como “doncella” de Isabel de Portugal, que venía a contraer matrimonio con el Rey Juan II.

En aquellos tiempos, esas “doncellas” eran jóvenes vírgenes de familias nobles destinadas a atender y acompañar a damas de la más alta cuna. Si, como dicen en Campo Mayor y sostiene la mencionada Congregación, Beatriz nació en el año 1437 ¿puede creerse seriamente que, siendo tan solo una niña de nueve o diez años fuese ya “doncella” de Isabel de Portugal, y que ésta la separase a tan temprana edad de su familia? Mucho más lógico sería que, nacida en Ceuta, hubiese ido como tal “doncella” con 20 o 21 años.

El segundo; que años más tarde, en momentos de la historia de Castilla en los que la Corte se había convertido en un nido de intrigas al existir diversos bandos, entre ellos el de los partidarios de que Juan II abdicase en su hijo Alfonso, nacido del primer matrimonio del Rey con María de Aragón, la maledicencia de algunos hizo correr el rumor de que Juan II y Beatriz –que era muy bella- mantenían una pecaminosa relación. Como el citado Rey falleció en 1454, cuando aún no habían transcurrido siete años de su boda con Isabel de Portugal, cabe dudar si tan supuestas como falsas relaciones las hubiera podido tener Beatriz antes de cumplir los 15 o 16 años. Más lógico sería que aquella calumnia se produjera cuando fuese ya una joven de edad más madura. Es de suponer, además, que tiempo antes de su muerte, el Rey no estaría ya para aventuras de ninguna clase.

Lo cierto es que la Reina consorte, Isabel de Portugal, abrumada por los rumores, sintió celos de Beatriz, hasta el punto de encerrarla en un arcón, donde la mantuvo tres días privada de luz, bebida y comida. Fue durante ese encierro cuando la Virgen María se apareció a Beatriz, consolándola y asegurándole que recuperaría la libertad, como así fue.

Desde ese momento, Beatriz decidió consagrar su vida entera a la Inmaculada, ofreciéndole su virginidad, prueba de la falsedad de aquellos rumores y, al mismo tiempo, de la madurez de quien la adoptó, difícilmente creíble en una jovencita de 14 o 15 años. Beatriz dejó inmediatamente la Corte y marchó al Monasterio de Santo Domingo el Antiguo de Toledo, donde vivió durante muchos años.

Allí comenzó a visitarla una hija de Juan II e Isabel de Portugal, también llamada Isabel, que después reinaría y sería conocida como Isabel la Católica, quien la ayudó a fundar su Orden religiosa, para lo cual le cedió los Palacios de Galiana, en la misma Toledo, donde se estableció Beatriz junto a doce doncellas, casi todas ellas portuguesas. Y en ese lugar, en 1492, con 66 años si hubiera nacido en Ceuta o 55 si lo hizo en Campo Mayor, murió la que siempre hemos considerado como una Santa ceutí. Su Orden se extendió rápidamente por toda la Península y también por América.

Y para el tercer argumento, basta con reproducir las palabras que el Papa Pablo VI, hoy Beato y muy pronto Santo, pronunció acerca del lugar de nacimiento de Beatriz de Silva en su homilía del día de su canonización: “Beatriz de Silva nació en Ceuta, ciudad del norte de África asomada al Mediterráneo, y que en aquella época se encontraba bajo el dominio de la corona de Portugal.

El feliz acontecimiento tuvo lugar con mucha probabilidad en 1426, aunque algunos biógrafos hablen de 1424”.

¿Por qué se desmiente una afirmación tan tajante como la pronunciada por tan egregio Pontífice? Hará alrededor de cuarenta años, un grupo de monjas de la Orden fundada por Sante Beatriz de Silva se estableció en Ceuta, en un antiguo edificio de la Plaza de Maestranza.

Tuvimos ocasión de verlas por nuestras calles, con sus capas azules. pero algún tiempo después cerraron aquel Convento por disensiones con la propietaria del edificio, abandonando nuestra ciudad.

Una verdadera lástima. Total, ni razonamientos ni Papa que pronto será canonizado. La “Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos” nos ha dejado compuestos y sin Santa. Mucho me temo, además, que contra tal decisión no quepa recurso alguno, porque si lo hubiese, Ceuta tendría que ejercer ese derecho. No parece justo privar a una ciudad de su Santa sin ni siquiera oírla, que yo sepa. Duele pensar que, a la vista de lo decidido por la aludida Congregación, Beatriz de Silva, nuestra venerada Santa, nuestro tesoro, ni siquiera pisó tierra ceutí.

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