No es aconsejable lamentarse... por costumbre

E l lamento es la expresión de un sentimiento de tristeza y dolor; es un signo de debilidad, que si es continuado, se convierte en una patología. Así llegaron a ser Santos algunos mártires. Pero no es esa la vocación de los hombres y mujeres del siglo XXI; y hay un refrán que dice: más vale prevenir que lamentarse.

Consideramos un Estado democrático a un Estado de Derecho Positivo cuyas normas están escritas en un documento que es su Constitución. Por el hecho de ser ciudadano español, se suscribe un acuerdo tácito, “Pacto Social” por el que se acuerdan derechos y deberes comunes entre ciudadanos y Estado, que en materia de seguridad el ciudadano prescinde de su derecho y libertad para repeler las agresiones externas, capacidad de reacción que otorga y deposita en el Estado, que se compromete a defenderle (el ciudadano no se toma la justicia por su mano).

En cuanto al territorio, las fronteras delimitan y determinan los países soberanos, y son respetadas por acuerdos internacionales.

En la actualidad el equilibrio y la coexistencia se consigue por el respeto a los acuerdos suscritos, cosa que ocurre entre los países llamados “civilizados”.

Para las generaciones recientes las fronteras ya están definidas, y aunque, por lo tanto, los países vecinos no se eligen, el hecho de las invasiones (frecuente en la antigüedad) ya no debiera ser una inquietud.

Marruecos es un país con población de origen bereber. En la actualidad es un Estado constituido en Reino donde ejerce un Monarca de la dinastía alauita. Un país con una idiosincrasia singular (como debe ser) con una sociedad impregnada de una fuerte influencia religiosa, el Islam, que lo cohesiona, y que como todas las religiones monoteístas lo hace resistente al progreso.

Las sociedades tan fuertemente implicadas en la religión no encajan en el concepto de progreso occidental. Estas religiones, tanto el Islam como el cristianismo propician el estancamiento del pensamiento con las derivaciones consiguientes hacia políticas sociales conservaduristas y cerradas con tendencia a la radicalización; camino opuesto a políticas de libertad que requieren las posiciones laicas, liberales y cientificistas de las democracias occidentales consolidadas.

En Marruecos la sumisión se ha conseguido, en las nuevas generaciones, con el control del Estado de todos los programas educativos en todos los niveles (no existe la enseñanza libre). La escasa formación ofrecida por el Estado se imparte entre la religión y la astucia, que es el patrón de su política interior

En la sociedad marroquí hay un choque generacional muy acusado que inquieta a su gobierno: de un lado la gente “mayor” con una cultura familiar ancestral-patriarcal, muy tradicionalista y disciplinada en la obediencia a la autoridad de cualquier tipo, allá donde se manifieste, en la familia o en las instituciones tanto políticas como religiosas.

Esta sociedad “de mayores”, mantiene (egoístamente) una brecha en la diferencia de género (hombre, mujer) donde la mujer ha estado relegada a las tareas domésticas, al sostén, apoyo y protección de los hijos y al trabajo, con una discriminación absoluta y ajena a cualquier tipo de representación social. Y una formación moral tan mediatizada por el poder político y religioso, impuesto con tanto rigor conduce sin remedio a lo más fácil que es a la sumisión y al fanatismo.

Al margen de los países petroleros, con una economía pujante que se pueden permitir un reparto más o menos igualitario de la riqueza, y que mantienen cierto bienestar general, los demás países árabes de religión musulmana de Euroasia y del continente africano, son países con una gran tasa de natalidad, escasos recursos económicos y mal repartidos, gobernados por regímenes autoritarios ancestrales; algunos como Marruecos evolucionados a una “sólo” aparente democracia.

¿Y nosotros, los españoles? Intencionadamente amplío el concepto de pertenencia; que bien podía haber dicho “los caballas”; pero es que mi contrato social como el de todos mis convecinos, no está suscrito con el Alcalde de la Ciudad de Ceuta, sino con mi Estado Soberano que es ESPAÑA

La globalización, con la fluidez informativa, ha evidenciado la diferencia existente entre los países del Sahel y el Magreb con los países europeos; países europeos que con regímenes políticos avanzados, aunque sin ser perfectos, y al margen de ideologías religiosas, ofrecen cierto grado de estabilidad, de libertad y bienestar social a sus ciudadanos. Y ahí está el éxito que se observa en nuestra convivencia: en nuestra Ciudad, por su peculiaridad, desde hace varias generaciones, desde finales del siglo XIX, conviven con total tolerancia cuatro culturas distintas, porque saben respetar sus diferentes convicciones religiosas, y porque la política de nuestro Estado no sólo es que sea tolerante con los distintos credos sino que su acción se ejerce al margen de la religión.

La libertad y el bienestar es un anhelo natural que no se inhibe más que por la ignorancia a la que somete la religión: reconocer como mérito la pobreza y la miseria, aceptar como virtud la humildad, el sacrificio, el sufrimiento y el dolor, y admitirlos como requisitos únicos y necesarios para la salvación del alma. Toda esa incoherencia cuando se enfrenta a la verdad y a la razón provoca la más violenta rebelión contra el sistema que impuso esa doctrina.

La imagen que debe ofrecer España es la de respeto y firmeza, la misma que nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado deben inspirar con la sola presencia

En Marruecos, hasta ahora, la sumisión se ha conseguido, en las nuevas generaciones, con el control del Estado de todos los programas educativos en todos los niveles (no existe la enseñanza libre). La escasa formación ofrecida por el Estado se imparte entre la religión y la astucia, que es el patrón de su política interior.

A los pocos que por fortuna han tenido acceso a la razón, cuando descubren el engaño a que han estado sometidos les aparece solapado el sentimiento de desprecio hacia los responsables del daño sufrido. Traicionar la confianza de un alma inocente que se abre a la vida es uno de los peores crímenes que se puedan cometer; es el fruto de una torcida conciencia que carece del más leve concepto de la ética, que no diferencia el bien del mal, que no entiende de proporciones; justamente porque nunca tuvieron como herencia un modelo de sociedad justa con justos instrumentos ni métodos de medida moral. En la mayoría, los jóvenes porque no entienden, y los mayores porque les da miedo entender el grado de su desgracia, si se dan cuenta de ella, con cierta cobardía no arremeten contra los culpables, sino que disimulan y huyen del entorno opresor….

El que nació y vivió esclavo, como no ha conocido otra cosa, llega a sentirse cómodo y no pretende la libertad, sino que tiene que ser animado a conseguirla; así entre el miedo y la confusión los jóvenes emprenden la aventura de su vida; la aventura que supone la vida en libertad y que siempre les fue negada. Sienten el dolor de la injusticia pero como siempre fueron sumisos no han generado la valentía para la protesta y el enfrentamiento.

Marruecos en su estrategia política de distracción de la miseria, valora sus posibilidades y conoce sus extremos de fortaleza y debilidad; elige el espacio y el tiempo y focaliza la atención exterior donde y cuando quiere; incluso se atreve, en su delirio, a gestas conquistadoras con las que distraer a los ciudadanos de su tragedia. Quizás reminiscencias mentales de las “razzias” del Caudillo Almanzor en tiempos de la Castilla invadida en el siglo VIII, que más que acciones de conquista eran acciones de saqueo y pillaje.

La peor calaña del vecino dictador se pone de manifiesto cuando aun reconociendo su mentira, la emplea como estrategia política seduciendo a su pueblo a una huida vergonzosa y que la ignorancia de sus súbditos la reconozca, incluso, como heroica. Es el colmo de la indignidad de un mandatario: seducir a los ciudadanos más débiles y vulnerables para que abandonen su país y recurran y apelen a la generosidad y a la compasión del país vecino para remediar su miseria.

Esta invasión de nuestra tierra, o marcha pacífica como otros catalogan, es una táctica muy antigua y muy eficaz; es la propaganda o la advertencia por los hechos: lo que se pretende advertir, sorprende, sobrecoge y atemoriza, y así el mensaje se hace extremadamente llamativo, inmediato y rotundo ….. es una práctica terrorista.

Lo hasta ahora escrito es una semblanza del vecino; pero en un conflicto siempre hay, al menos, dos que contienden.

¿Y nosotros, los españoles? Intencionadamente amplío el concepto de pertenencia; que bien podía haber dicho “los caballas”; pero es que mi contrato social como el de todos mis convecinos, no está suscrito con el Alcalde de la Ciudad de Ceuta, sino con mi Estado Soberano que es ESPAÑA; que lo mismo que me exige obligaciones tiene que satisfacer mis derechos. Y el primer derecho que nos asiste, que es determinante y decisivo es el de protección; y cada Institución debe proveerla al nivel que le corresponda: la del Estado con la ESTRATEGIA, LA DIPLOMACIA, Y EL SERVICIO DE INTELIGENCIA (rotundo, extraordinario, y espectacular fracaso), y en la misma línea, y con sus medios, las instituciones locales.

La imagen circense que ofrecen nuestros gobernantes, tanto en la Asamblea Local como en el Congreso Nacional (de ambos escenarios, me ahorro los ejemplos). ¡Qué vergüenza!; es todo lo contrario a lo que debieran ser instituciones dignas y respetables, y son el espejo de la mediocridad, de la incompetencia y fragilidad de nuestro Gobierno, y por tanto del Estado que representan. Son tan inconscientes que no se dan cuenta que EL VECINO ESTÁ “AL LORO” y no da puntada sin hilo.

Entiendo que los sucesos ocurridos no han dejado indiferente a nadie, y que se pueda entender que en la “contienda” no ha habido ni vencedores ni vencidos

La imagen de un circo provoca hilaridad. La imagen que debe ofrecer España es la de respeto y firmeza, la misma que nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado deben inspirar con la sola presencia. Y el Gobierno está desvirtuando sus funciones, que son, entre otras, la defensa del territorio y el mantenimiento del orden. Me permito recordar a todos que LA MISIÓN ES LA MISIÓN, Y QUE SIEMPRE, cuando el caso lo exige, DEBE ESTAR POR ENCIMA DE LA COMPASIÓN. (a veces, misión y compasión, son incompatibles). Nuestros Soldados, nuestros Guardias Civiles y nuestros Policías NO deben ser “Hermanitas de la Caridad”. SE PUEDEN SENTIR RIDÍCULOS por esto, y el resto de los ciudadanos, también.

Estas últimas frases van dirigidas directamente a mi Delegada del Gobierno, a mi Alcalde-Presidente y a mi General: La responsabilidad no puede eludirse, no puede haber escusas amparándose en si las órdenes o las instrucciones recibidas no fueron claras, o si las circunstancias fueron adversas. Eso se llama actuar de mala fe….

Seguro que nuestros Soldados, nuestros Guardias Civiles, nuestros Policías, nuestros Servicios Sociales y el Voluntariado sí han actuado de buena fe y no han regateado esfuerzo (por lo que hay que felicitarlos) y además repetirán su actitud cada vez que haga falta y no se van a cansar nunca; pero siempre deben ser apoyados, bien ordenados, bien dirigidos y empleados en las funciones que le son propias…..Así se sentirán más orgullosos y animados (si cabe) para defender a España.

Entiendo que los sucesos ocurridos no han dejado indiferente a nadie, y que se pueda entender que en la “contienda” no ha habido ni vencedores ni vencidos.

EL VALOR DE LA OFENSIVA NO HA ESTADO EN LA ENTIDAD DE LA INVASIÓN SINO EN LA INTENCIÓN, que ha sido demostrar que el invasor actúa cuando quiere y por donde quiere (Ceuta o Melilla), y además sin ningún riesgo porque en la defensa nunca encuentra fuerza sino compasión….(ORFEBRERÍA ESTRATÉGICA) de la que son maestros.

Habrá al respecto tantas impresiones, reflexiones y opiniones como ciudadanos somos. La mía no ha sido de temor pero sí de una gran tristeza ante el espectáculo observado. Bastante tenemos con lo que tenemos, que no es poco, para que se permitan más inquietudes que nos hagan lamentarnos …. como costumbre.