El tres de abril no está tan lejos como parece. Este fin de mes, que para algunos solo es una semana más de rutina, es también la cuenta atrás para que muchos niños de Ceuta sean costaleros por un día.
Casi una cuarentena forma las dos cuadrillas que llevarán a los dos pasos de la procesión. Esta tradición en la que los más pequeños son los auténticos protagonistas continúa su legado este 2025 a pesar de las adversidades.
El evento carga con quince años de trayectoria y fue iniciado por la presidenta de la asociación vecinal del centro, Blanca Vallejo. Este año un grupo de niños al mando de su nieto, Alberto Ramírez, toma el relevo de esta celebración y la preparan con ilusión.
Ensayos
Los niños revolotean y se congregan en la casa hermandad de las Penas. Atentos a cualquier orden, esperan a que les den la señal para colocarse y comenzar a caminar al son de las marchas de Semana Santa.
Sus ojos en este recorrido son tres capataces. Al igual que los más pequeños, son de sus primeras experiencias en un cargo como este. Andrés Ramos, José Enrique Herrero y el nieto de la ceutí son los encargados de guiarlos en el camino.
Las valoraciones sobre cómo evolucionan desde el primer ensayo son positivas. Todos coinciden en que ponen de su parte y en que se hacen poco a poco con las trabajaderas.
Disfrutar con la tradición
“El año pasado ya salí en el Cristo y este estaré en el palio con Alberto. No pude venir al anterior por mis estudios, pero, sé que los niños siempre se portan bien. Obedecen a lo que le decimos. Sobre todo, disfrutan. Vienen con ganas”, comenta el primero.
Ramírez asegura que a pesar de las dificultades progresan con cierta facilidad. “Se adaptan muy rápido. La mayoría salió en años anteriores y tienen los conocimientos aprendidos”, señala.
“El primer ensayo fue un poco desastre, pero ya avanzan”, bromea. “Es cierto que entre ellos existen tres años de diferencia y eso es mucho en lo que es la altura y demás. A los más chiquillos les cuesta algo más y a los más grandes menos, pero todos van bien”, expone.
Amistades
Aunque la meta última de esta festividad es plantar la semilla de la afición por el mundillo, también hay cabida para la diversión. Estas reuniones, de hecho, se presentan como una oportunidad para entablar amistades.
Algunos de los niños ya se conocen del colegio y de otros entornos, pero siempre sobresale alguna cara nueva. Es más, muchas veces, por las necesidades de los pasos, se ven en la situación de relacionarse con niños con los que no tienen lazos.
“Muchos padres piden que los pongamos con el Cristo porque ahí están los amigos, pero esto se hace por estatura. Eso permite que se relacionen con otros”, especifica el ceutí.
Sonrisas e ilusión
Sus padres o abuelos los traen poco a poco hasta la puerta. Algunos esperan un rato antes de irse y otros se quedan para ver cómo se da la jornada. Los pequeños tienen público. Se escucha hablar a dos adultos sobre aquel paso “parecido a este” que tenían en casa. Viajan a su infancia y echan el rato antes de la salida.
Víctor sale de costalero por primera vez. El año pasado cumplió con otro papel dentro del variado cortejo que compone a la procesión. Alegre, pero con cierta timidez cuenta cómo es la experiencia para él.
A pesar de ser estimulante, no niega que supone alguna que otra dificultad ser parte de la cuadrilla. “Esto me lo reviento”, dice. “Normalmente primero me ponen atrás, pero cada vez más voy entrando adentro”, cuenta. “Yo llevo a la virgen, pero mi amigo Ángel al Cristo”, menciona mientras lo mira desde lejos.
Su padre lo observa mientras responde y trata de animarle. “Los amiguillos del colegio son los que le hicieron apuntarse. Él quiso y yo estoy aquí para apoyarlo”, indica. “Otras veces ha salido, pero de monaguillo. Está contento con el cambio”, asegura.
Inscripciones abiertas
El cupo no está cerrado. Todos los niños que quieran integrarse en esta especie de procesión en miniatura aún tiene ocasión de sumarse a ella. Hasta el propio día dos los interesados podrán inscribirse.
Deben acudir a la casa hermandad de las Penas en horario de seis y a ocho de la tarde entre los lunes y los jueves. La salida está programada para el tres de abril desde la entrada del centro educativo San Agustín a las 17:30 horas.
Los niños acatan cada una de las órdenes que emiten los capataces. Derecha o izquierda, serpentean por la calle al ritmo de una marcha que suena en un altavoz. Aprenden los ritmos y se hacen con la Semana Santa a edad temprana.