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Nélida Zaitegi: “Los alumnos tienen que ser unos agentes muy activos en su propio aprendizaje”

Nélida Zaitegi, experta en Educación, estuvo esta semana en Ceuta participando en un curso organizado en el CPR sobre la transformación de los centros para el éxito. ‘El Faro’ se acercó a ella para contagiarse de su mensaje.
–Durante el curso en el CPR se ha trabajado sobre el concepto de éxito. ¿Qué podemos considerar como éxito?
–Muchas veces se ha considerado éxito los rendimientos académicos y, de hecho, todavía hay mucha gente que cree que el éxito es eso. Yo no creo que eso sea el éxito. El éxito es lograr crear ciudadanos que sean capaces de responder eficientemente a los retos que se les presenten. En este momento, de sociedades complejas, muy complicadas para vivir, el éxito debe ser que el alumnado salga de la escuela preparado para vivir con dignidad como persona capaz de responder a todas las necesidades que la sociedad le plantea. Gente que sepa pensar y lo sepa hace con dignidad.
–Desde este punto de vista los objetivos de la educación son muy ambiciosos...
–Efectivamente. Las finalidades de la escuela serían tres principalmente. La gente viene a la escuela para hacer buenas personas, personas con valores. La segunda finalidad de la escuela sería hacer buenos ciudadanos. Personas que transforman el mundo en el que viven haciéndolo más justo y solidario, un mundo mejor. Para ello hace falta gente que sepa participar, que tiene que saber que tiene una parte de responsabilidad en lo que está pasando a su alrededor, por eso me gusta tanto todo el movimiento que se genera con el 15-M. Hacen falta ciudadanos críticos que estén comprometidos con el mundo en el que participan. Por último, la escuela también busca crear buenos profesionales. Venimos de una sociedad industrial en la que el trabajo era de un tipo, pero hemos pasado a la sociedad del conocimiento. En ella se demandan profesionales que sepan pensar, que sepan trabajar en equipo y que sean creativos. El profesional del siglo XXI tiene unas competencias totalmente distintas a las del profesional del siglo XX. Lo del trabajo en equipo es fundamental. Ya no hay premios Nóbel a una persona, sino a equipos de trabajos. Por tanto, ser profesor en el siglo XXI también requiere competencias diferentes, más adecuadas a las nuevas finalidades de la escuela.
–¿Qué papel juega en su esquema la formación continua?
–Pienso que vamos a tener que reciclarnos porque la Ciencia y los conocimientos avanzan a alta velocidad y eso nos va a obligar a formarnos durante toda la vida, porque de lo contrario nos vamos a quedar atrasados en cinco años y vamos a ser inservibles. También va a ser muy importante aprender a emprender, a tener iniciativa propia. Uno no se puede quedar esperando siempre, vamos a tener que aprender a iniciar acciones para vivir mejor. Por ello creo que la escuela no puede estar pensando en lo que fue hace diez o veinte años. La escuela tiene que mirar hacia adelante. A día de hoy se toman muchas decisiones que afectan a la Educación mirando por el espejo retrovisor, y así lo único que lograremos será darnos un golpe tremendo contra los árboles que están delante y que no estamos mirando mientras avanzamos. La Educación del siglo XXI tiene que mirar hacia adelante y ser consciente de lo que pasa a su alrededor.
–¿Cree que la sociedad actual es capaz de superar ese lastre de los sistemas del pasado?
–Lo del árbol contra el que vamos a chocar si no dejamos de mirar por el retrovisor no es más que metáfora de hacia dónde debe mirar la Educación. Estamos en un momento en el que son imprescindibles unos cambios importantísimos en Educación, de lo contrario estaremos haciendo cosas obsoletas que no valen para nada. Me atrevo a decir que estamos haciendo cantidad de cosas en las escuelas que no producen aprendizaje y que no sirven para nada. Esto implica que estamos perdiendo tiempo, dinero, energía y estamos quemando al profesorado, además de desmotivando a un buen número alumnos porque hacemos cosas que no valen para nada.
–¿Qué se puede hacer con los profesores que no quieran avanzar y adaptarse?
–Uno de los cambios más importantes que tenemos que hacer es el de la actitud. Yo creo que la formación del profesorado no puede ser voluntaria, debe ser obligatoria. Cuando va al médico no le tiene que preguntar de qué promoción es. Sería ridículo. Con el profesorado debería pasar igual. Un profesor no puede negarse a avanzar. Es como si un médico se negase a curar. Pensaríamos que debería irse a la calle. Hoy ya no vale aquello de ‘cada maestrillo con su librillo’. Alguien dijo aquello de: “El maestro ha muerto. Viva el equipo docente”. Esa es la forma de trabajar del ahora. Nos tenemos que formar igual que el médico que tiene que conocer las nuevas enfermedades. Ésto debe ser obligatorio para los profesores, les guste o no les guste, o si no deberían irse y dedicarse a otras cosas. Por eso la formación debe ser obligatoria.
–En una escala de valores sobre el sistema educativo, ¿qué papel ocupa la opinión del alumno, sus demandas?
–Nuestra sociedad creo el derecho a la educación, pero hay que tener en cuenta que los derechos son invenciones. El sistema educativo se montó para responder a ese derecho. Esto implica que hay que tener en cuenta las necesidades del alumnado para poder responder a ellas. Ahora bien, ocurre una cosas muy curiosa. Nuestro sistema educativo es una especie de ‘todo para el pueblo, pero sin el pueblo’. Todo para el alumnado, pero sin el alumnado. Yo creo que esto no debería ser así. Si uno quiere hacer ciudadanos críticos deberían empezar a serlo desde la escuela. A participar se aprende participando, a pensar pensando y a hacer haciendo. Uno de los puntos fundamentales que debemos plantear es la participación del alumnado y la convivencia en los centros. Hay que crear climas en los que se pueda hablar. El alumnado es una pieza clave. ¿Qué necesitan los chicos y chicas de hoy? Desde luego saber los nombres de los reyes Godos no les hace falta. Trabajamos con conocimientos que están pasados. Lo que hay que hacer es enseñar al alumnado a hablar y a pensar. Al alumnado hay que preguntarle: ¿cómo aprende mejor?, ¿qué le hace falta? Es decir, hay que conocer sus intereses y sus necesidades. Dejemos que el alumnado hable, pida y solicite. Los alumnos tienen que ser unos agentes muy activos en su propio aprendizaje. Por eso hablamos de individualizar la educación. Cada niño es un mundo. En Educación no podemos seguir hablando de grupos y de clases, sino de niños y niñas, de individuos.
–¿Qué opina de los recortes que se están produciendo?
–Es muy sencillo, si se deja de invertir en Educación puede que ahora se arregle algo, pero dentro de quince años va a crearse un problema muy gordo. Hay que tener mucho cuidado. La escuela sola, sin los agentes sociales y sin el apoyo político, no puede todo el trabajo. Tenemos que ir todos en la misma dirección.
–¿Y del aumento de las horas de clase?
–Yo no creo que tengan que ser más de 18 horas de clase en Secundaria, aunque eso sí, hay que trabajar en el centro hasta completar las 37 horas de las que se está hablando estos días. Hay que hacer tutorías, hay que sentarse todos juntos a programar en equipo y coordinarse para trabajar. Además de todo ello hay que formarse, pero no en solitario, sino también en grupo. En total hay que sumar 37 horas de trabajo en equipo en el centro. Quiero, exijo y demando, que el profesorado esté en el centro al menos 35 horas a la semana y que trabaje en equipo, porque es la única forma de que haya calidad en la escuela pública. No hay calidad si la gente no se recicla y se forma; no hay calidad si no hay trabajo; y no hay calidad sin una atención individualizada.
–¿Qué pasa con la autoridad del profesor?
–El latín lo deja muy claro cuando habla del ‘autoritas’ y del ‘potestas’. Un profesor tiene poder para suspender, aprobar e incluso echar a un alumno. Ahora bien, eso no es autoridad. Eso es el ‘potestas’ del latín. El ‘autoritas’ es el reconocimiento que los demás hacen de la tarea de otro, de su trabajo. Yo creo que la autoridad es el regalo de la gente que está a mi alrededor. Gente que me considera una autoridad. Yo puedo tener un maestro puede aprobar o suspender a la gente, pero que no tenga ninguna autoridad porque el alumnado piense que es un mal profesor y las familias no le respeten. La autoridad no hay ninguna ley que te la dé, porque es algo que hay que ganarse. ¿Cómo se gana la autoridad? Pues siendo un buen profesional y teniendo una sólida formación.

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