Trabajar detrás de una barra es para Vicente Caruncho algo normal, puesto que lleva cerca de 40 años dedicado al mundo de la hostelería. Este ceutí, cerca de su jubilación, ha cambiado de un tipo de establecimiento a otro, pero siempre enfocado a la gastronomía y la restauración. Tras dejar el bar ‘Límite’, que iban a echar abajo, decidió continuar sus andanzas entre grifos y barras, por lo que abrió ‘Vamos que nos vamos’.
“Tenía otro. Llevo unos cuarenta años dedicándome a esto. Yo era el propietario de ‘Límite’ y aquello lo iban a echar abajo. Vi este que me parecía interesante y me metí”, cuenta Vicente Caruncho, propietario del bar ‘Vamos que nos vamos’. Después de tanto tiempo en el mundo de la hostelería, Vicente no quiso renunciar a su vida como camarero, por lo que buscó alternativas para poder continuar sirviendo cervezas y cafés a los ceutíes.
Era consciente de que él solo conocía este ámbito y que aventurarse a otro tipo de negocios no era para él. Él conocía la hostelería, “más o menos y para meterte en un negocio tienes que saber algo. No puedo meterme en una tienda de ropa si no entiendo del género”, explica. Así nacía este modesto y pequeño bar situado en la céntrica calle Agustina de Aragón.
Vicente lleva cerca de 12 años ofreciendo a los ceutíes cafés y cervezas en este establecimiento. Su anterior local estaba más destinado a la restauración, aunque también contaba con un servicio de tapas e, incluso, de copas. Sin embargo, con su nuevo negocio, Vicente prefirió centrarse y dedicarse a servir desayunos y tapas, “porque tampoco quería mucho jaleo, porque me queda poco tiempo para jubilarme y no me he querido meter en mucha envergadura”, indica.
Este bar cuenta con una pequeña oferta gastronómica con la que acompañar esa cerveza fresquita o esa copita de vino. En ‘Vamos que nos vamos’ su clientela puede disfrutar desde tapas calientes como patatas bravas o pollo al ajillo hasta montaditos variados de atún con tomate o guacamole. “Nuestras patatitas a la brava, las angulas, el pollo al ajillo con vinagre y montaditos, mayormente son montaditos, cosas que no haya que preparar mucho”, comenta.
El nombre del local también tiene su historia, ya que con él le hace un guiño a su suegro. Según cuenta Vicente, ‘Vamos que no vamos’ es una expresión que utilizaba mucho el padre de su mujer y que le gustó para el local. De esta forma, además de un nombre original para su negocio, homenajeaba a su suegro. “Eso fue por mi suegro. Él siempre estaba con el cachondeo de ‘vamos que no vamos’ y por eso se lo puse”, recuerda.
Durante el confinamiento y la posterior desescalada, este ceutí tuvo que cerrar su negocio. Al tratarse de un establecimiento tan pequeño no le compensaba abrir para realizar pedidos a domicilio. Sin embargo, después de volver a abrir, y gracias al horario continuo de apertura que tiene, desde las 10 de la mañana hasta las 9 de la noche, la clientela con la que cuenta ‘Vamos que nos vamos’ es fiel desde el minuto 1. “Mantengo una clientela fija, más los que van viniendo. Los rebotes, como yo les digo. Tengo una clientela fija que me apoya bastante”, asegura.
Con una jubilación anticipada en junio, Vicente le va a traspasar este negocio a su empleado Luis Sánchez, quien mantendrá tanto el nombre como la esencia, aunque puede que la oferta gastronómica varíe, ya que su nuevo dueño tiene bastantes nociones de cocina que pueden darle otro toque al ‘Vamos que nos vamos’.
Los ceutíes podrán disfrutar hasta junio de las tapas y montaditos de Vicente y su ‘Vamos que nos vamos’. Después, tendrán que acercarse a descubrir las novedades que su nuevo dueño tenga pensadas para este local. La esencia de 12 años y las ganas de innovar ofrecerán a los caballas un lugar al que acudir a disfrutar de una buena cerveza.
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