En junio de 1986, Juan Bautista Pareja Lopera y María del Carmen Albarracín Ruiz abrieron una pequeña tienda de barrio en el número 5 de la calle Florentino Gómez Macedo de Ceuta. Aquí se han criado sus dos hijas y han pasado toda una vida, de hecho el nombre, ‘Supermercado Sandra’, se debe a su primera hija.
“Aquí en la calle llevamos ya 35 años porque además de esta tienda también tenemos un pequeño almacén pequeñito más arriba. Pero toda la vida nos hemos dedicado a los comestibles la verdad. Esto antes no era nada porque era todo monte e hicieron aquí dos bloques de pisos y después compramos el local”, recuerda María del Carmen Albarracín Ruiz, propietaria de ‘Supermercado Sandra’.
Tras toda una vida tras el mostrador, ya que los padres y abuelos de Juan se dedicaron siempre al comercio, Juan y María del Carmen decidieron montar su propia tienda, en la que los vecinos de la avenida de África y alrededores pudieran comprar pan, latas de conservas, legumbres, leche, bebidas, galletas y chocolates o cualquier cosa que pudieran necesitar en el día a día ya que no había ningún otro establecimiento como este.
“Antes cuando abrimos no teníamos carne y ahora sí tenemos un poco de envasada. Antes era una tienda pequeñita y pusimos un poquito de todo para ir tirando. Hoy en día ya tenemos fruta, verduras, pan, yogures, bebidas, todas las cosas de limpieza y droguería y un poco de todo”, explica María del Carmen.
Este negocio familiar se ha ido ampliando con el paso de los años y María del Carmen y Juan han sido testigos del cambio de la barriada, en la que comenzaron a instalarse supermercados, que consideran que les hacen más daño incluso que la pandemia. Esta tienda como otras muchas tuvo que adaptar su horario para poder abrir durante el confinamiento.
“En el confinamiento lo hemos pasado regular porque al principio tuvimos que estar abiertos, pero al no tener mampara y con el agobio de toda la gente que nos veía, unos con mascarillas y otros sin mascarilla, decidimos cerrar 17 días. Y cuando ya preparamos todas las mamparas y todo, ya volvimos a abrir otra vez. Y así vamos, tengo un aforo de cinco o seis personas para que no entre mucha gente”, contaba.
Aunque ahora van sobrellevando la situación, son muchas las pérdidas económicas que han sufrido en estos meses, pero van saliendo adelante con la fidelidad de sus vecinos. Para ellos, María del Carmen seguirá subiendo las persianas de su negocio todos los días de la semana hasta la jubilación.
“Ahora mismo aquí vamos sobrellevando la cosa porque como está todo con el virus tampoco podemos quejarnos porque está todo muy mal, pero nosotros vamos aguantando. Hemos seguido siempre con la misma clientela y la gente va respondiendo. Vienen con sus mascarillas y nosotros tenemos ahí el gel para que se echen en las manos y bien la verdad. Nos vamos manteniendo. Lo que nos hace falta es que nos vacunen”, bromean María del Carmen y Juan, que a sus 58 y 59 años esperan que les llamen pronto.
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