En el año 1993 Leonor Heredia Vilches y su padre, Cristóbal Heredia Ruiz, abrieron un pequeño ultramarinos en el número 3 de la avenida Ejército Español. Eran los bajos de su casa. La dueña lo convirtió en tienda. Aquí, Leonor se ha criado y ha pasado toda una vida ayudando a su padre quien, hasta entonces, había trabajado en varias tiendas, pero nunca había tenido la suya propia.
“Empecé hace 28 años con mi padre. Después falleció y ya me quedé yo sola aquí, y vamos tirando como se puede. Estaba trabajando con él, pero justo al fallecer pues ya me quedé yo. Como nos la dejó en herencia a los hermanos, ellos me vendieron su parte a mí y ya me quedé yo sola”, recuerda Leonor Heredia Vilches, propietaria actual de ‘Comestibles Leo’.
Es una familia conocida por todos en el Mixto y un negocio que después de tantos años ha sabido mantener su esencia. Tras toda una vida juntos, desde hace 12 años Leonor saca adelante todo el trabajo ella sola y pone en marcha la tienda desde bien temprano.
Aunque ahora, en el negocio las cosas han cambiado mucho. “Antes se vendía estupendamente porque, a parte de que estábamos todo el día haciendo bocadillos, se vendía bastante porque no teníamos supermercados en el barrio. Se vendía mucho y se compraba bastante. Ahora lo que compran es una ridiculez porque ahora compran una cajita de leche que se les haya olvidado, pero antes venía todo el mundo. Se notaba más porque la gente compraba mucho más. Ahora van al supermercado y se traen de todo”, lamenta.
El 7 de agosto de 2018 fue uno de los peores días de la vida de Leonor. Aún recuerda que estuvo hasta las cuatro de la tarde recogiendo todo y limpiando, pero poco después esta pequeña tienda comenzó a arder y quedó totalmente calcinada.
“A mí hace dos años se me quemó la tienda y para remontar me costó muchísimo. Me apoyaron mucho los vecinos, los proveedores me fiaban y ahora que prácticamente podía decir que estaba empezando a remontar pasa lo de la pandemia”, se queja la ceutí.
Leonor tiene de todo: latas de conservas, legumbres, leche, bebidas, galletas y chocolates, chucherías y cualquier cosa que se pueda necesitar. Esta tienda al ser esencial pudo estar abierta durante los primeros meses de la pandemia, pero son muchas las pérdidas económicas que ha sufrido. “La verdad que lo estoy pasando muy mal porque la mayoría de cosas no te las descambian, otras caducan y las tengo que regalar a los vecinos y encima la gente va a los supermercados porque estas son tiendas de olvido: de comprar lo que se ha olvidado. Estuve abierto en el confinamiento aunque solo por las mañanas porque es que mis dos hijos y yo dependemos de esto”.
Muchos son los vecinos que pasan a diario al salir del trabajo o paseando y entran a comprar cualquier cosa que recuerden en el momento. A sus 57 años, su intención es seguir con ‘Comestibles Leo’ en agradecimiento a todos los vecinos del barrio.