Hachís e inmigrantes: el negocio de una red que vigilaba a la Guardia Civil

Urbanizaciones, viviendas, garajes, pisos... Hasta a 48 entradas y registros dio luz verde el Juzgado de Instrucción número 4 de Ceuta para reventar la denominada Operación Perla-Costa. La amplia mayoría de los detenidos en la madrugada de ese 25 de octubre están ya en prisión preventiva. Son el fruto de meses intensos de investigaciones en los que la Guardia Civil ha ido hilando diversos sucesos de tráfico de drogas e inmigrantes, que ha conseguido vincular a los miembros de lo que considera una organización perfectamente estructurada.

El Faro ha tenido acceso a buena parte de esas investigaciones centradas en torno a una estructura piramidal clara: tres individuos figuraban como jefes de la cúpula, entre ellos el número 1, de Ceuta. Esa cúpula se sostenía sobre dos grupos delictivos perfectamente estructurados: el que trabajaba en la Península para la recogida de alijos, personas o detección de fuerzas de seguridad; y el que operaba en Ceuta, integrado por pilotos, alijadores y miembros clave para la logística. La Guardia Civil los considera responsables de buena parte de la entrada de narcolanchas y motos de agua que descargaron hachís en las costas peninsulares, así como de semirrígidas cargadas de inmigrantes que durante este verano marcaron las crónicas de sucesos.

Las informaciones de la Benemérita contaron con el respaldo judicial en el marco de la investigación de delitos de tráfico de drogas, inmigrantes, sustracciones de vehículos, pertenencia a organización criminal o tenencia ilícita de armas, entre otros.

En la cúspide de esas investigaciones la Benemérita marcó a un ceutí. A ojos de la Guardia Civil es el presunto jefe de la organización junto con dos detenidos más. Una red que no solo se dedicaba al traslado de droga o introducción de inmigrantes ilegales, sino que disponía de bienes y estructuras para poder ejecutar esas prácticas; es decir, individuos dedicados al suministro de combustible para los pases con repostajes en alta mar, otros encargados de las gestiones en Marruecos y coordinadores para que las operaciones dieran resultado.

Los investigadores de la ‘Perla-Costa’ incluyen en los éxitos de la organización la entrada de planeadoras cargadas de inmigrantes en trayectos en los que no se tenía en cuenta la seguridad de estas personas, realizándose los pases y desembarcos a alta velocidad. De igual manera se hacía con la droga, transportada en motos de agua o narcolanchas. El modus operandi era el mismo: daba igual transportar fardos con hachís que vidas.

Una clave de la ‘Perla-Costa’ que la diferencia de otras operaciones y que ha llevado a la implicación de unidades de distintas Comandancias, es la seguridad que caracterizaba al grupo, que disponía de sistemas sofisticados de detección de las embarcaciones de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. El objetivo de los delincuentes es ir siempre un paso por delante de los agentes y en esta organización se tenía especial cuidado en que los pases llegaran a buen puerto. Disponían, por ejemplo, de una estructura de radares en puntos clave de la Costa del Sol y del Campo de Gibraltar para poder alertar a los pilotos de las embarcaciones de los puntos en donde había vigilancia. También de viviendas dotadas con estos medios de protección.

Y así la Guardia Civil detectó, sobre todo en los meses de verano, entradas de toneladas de droga en motos de agua y planeadoras que en muchos casos consiguieron evadir el cerco. Las playas de Manilva, Estepona, las provincias de Cádiz y Málaga eran elegidas para hacer llegar fardos y fardos de mercancía por toneladas. Las mismas lanchas que cargaban con el hachís procedente de las plantaciones de Marruecos las usaban para cargar personas; las mismas velocidades usadas para escapar de los controles de los guardias civiles las mostraban si cargaban seres humanos.

Los investigadores consideran que la red trabajaba a la perfección, obteniendo beneficios de las organizaciones que adquirían el hachís y de los familiares que abonaban ‘la plaza’ por inmigrante en la lancha. Esos beneficios se repartían entre la estructura piramidal objeto de análisis. Cuidaban al detalle el poder realizar sus acciones delincuenciales burlando la acción de la Justicia y de las fuerzas de seguridad que les estaban siguiendo los pasos.

Cuando la Guardia Civil llevó a cabo la acción estelar del operativo, con entradas y registros en Ceuta y en la Península, muchos de los detenidos no se sintieron sorprendidos. Se sabían investigados, sabían que la Benemérita tenía serias sospechas de los círculos que movían estos tráficos, pero también la contravigilancia a los propios agentes.

De las investigaciones llevadas a cabo por la Benemérita se ha confirmado el rol de los detenidos, marcando a los que, por ejemplo, se encargaban del cobro de las deudas por las entregas así como del pago por la mercancía obtenida. Como una pequeña empresa con abastecedores y receptores, pero moviéndose siempre al margen de la ley.

A la cúpula de la red le seguían los colaboradores de menos rango pero necesarios para que el delito se consumara: jóvenes en su mayoría encargados de recuperar la droga, de avisar de la presencia de patrullas, de vigilar las ‘guarderías’ de hachís e inmigrantes o de ejercer incluso de pilotos además de abastecer de combustible en alta mar o en la playa. Cada uno de los detenidos ha sido investigado durante meses por la Guardia Civil, destacando el papel especialmente activo de alguno de los miembros en la introducción de drogas o personas, amén de los encargados a personas concretas para que garantizaran el buen funcionamiento de la logística en Marruecos y en la Península.

Han sido varias las fugas que no pudieron ser abortadas por las fuerzas de seguridad. Fugas de planeadoras en busca de petacas, fugas de jóvenes que esperaban para abastecer esos tránsitos. Todo ello ha sido engarzado en una investigación en la que se ha acumulado importante información sobre las lanchas que se usaron, con sus matrículas y participaciones.

Sin duda uno de los detenidos que más ha llamado la atención de los investigadores es el conocido como ‘Chatito’. Y lo hizo porque rompe con el patrón del resto de arrestados, al haberse expuesto él mismo ante la opinión pública al colgar vídeos en redes sociales alardeando de disponer de importantes sumas de dinero. Eso le llevó a ser protagonista incluso en medios nacionales y a grabar un vídeo dirigido al programa de Telecinco de Ana Rosa Quintana para negar que fuera un delincuente.

Uno de los delitos investigados es también el de tenencia ilícita de armas, ya que el dinero obtenido se empleaba también para su compra garantizando la protección. También la existencia de ‘guarderías’ que funcionaban a modo de particulares pisos a disposición de la organización, que debían ser una especie de garantía blindada para no ser descubiertos por las fuerzas de seguridad. En esas ‘guarderías’ entró la Guardia Civil y en una de ellas precisamente detuvo al que la Policía Nacional señala como autor de los disparos a sus agentes, en enero de este año, en el antiguo Poblado Legionario, con un AK-47.

Las investigaciones son complejas y la operación no se ha cerrado. Ya no solo porque queden personas por detener sino porque quedan muchos cabos sueltos que atar, orientados a dar con todos los colaboradores de una organización que no solo sabía moverse a la perfección en la comisión de los delitos, sino que disponía, en muchas ocasiones, de información por adelantado de la presencia de vigilancia o de los pasos que no debían dar para no ser detenidos.

En esta macrooperación se ha contado con la participación de las Comandancias de Málaga, Ceuta y Algeciras, así como de las unidades especiales Grupo de Acción Rápida (GAR), Grupos de Reserva y Seguridad (GRS), Organismo de Coordinación del Narcotráfico (OCON), Servicio Marítimo, USECIC y Servicio Aéreo, además de las distintas patrullas.