Las aspiraciones por una barriada mejor llevan consigo sus inconvenientes. Las tan esperadas obras en San José no vienen solas, sino con las consecuencias propias de labores de tal envergadura que suelen extenderse.
Durante años, los vecinos y comerciantes de Hadú estuvieron a la espera de lo que ahora comienza a ser una realidad en su barrio, pero no por ello se conforman sin hacer otras exigencias que son válidas para poder sobrellevar en lo inmediato los efectos de todo este proyecto, aunque entienden que los beneficios se percibirán pronto.
Para los comerciantes han sido las bajas ventas producto de las incomodidades que todo ese movimiento de maquinaria representa para los clientes, mientras que para los vecinos han sido modificaciones en la ruta del transporte, además de fallos en los servicios básicos, sin contar el ruido.
Si bien se han hecho esfuerzos para minimizar todas estas situaciones que repercuten directamente en quienes hacen vida y desarrollan su actividad comercial en la barriada, para algunos hace falta ir un poco más allá y ofrecer más apoyo mientras estas labores llegan buen fin.
Una noticia alentadora es que según el cronograma que sigue la Ciudad, la obra marcha de acuerdo con lo planificado y la previsión es que la zona donde se está actuando en estos momentos y que está abierta, pueda cerrarse coincidiendo con el inicio del próximo curso escolar. Esto para evitar males mayores.
El objetivo que se busca con esta ambiciosa obra es plausible: revitalizar una barriada que lleva años pidiendo una nueva cara. Pero, mientras esto ocurre, también es fundamental prestar atención a quienes, si bien están a favor del bien común, no pueden dejar de mirar por su bienestar en medio de estas circunstancias.