La
nave del Tarajal, que está sirviendo para que los
inmigrantes llegados a Ceuta guarden la cuarentena en prevención de cualquier contagio de coronavirus, acoge ya a 155 personas –de ellos 30 son menores– después de las últimas entradas acontecidas este domingo –principalmente- y el sábado, con un total de 128 atendidos. La capacidad de esta infraestructura es de 200 plazas, por lo que estaría ya ocupada al 80%. Los que están allí acogidos deben permanecer 10 días en estas instalaciones antes de abandonarlas. Solo los solicitantes de asilo son acogidos en el
Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes del Jaral, por lo que los demás permanecería en la calle. Delegación ha informado a este periódico que una vez acaben la cuarentena en la nave, se estudiará su situación "caso a caso". La Delegación del Gobierno y la Ciudad Autónoma mantuvieron un encuentro la semana pasada precisamente para valorar qué actuación llevar a cabo ante una entrada masiva de inmigrantes por el vallado, pero visto lo acontecido las entradas a nado por el espigón son más posibles que las que se intentan sorteando el perímetro fronterizo como el pasado 12 de abril se produjo en Ceuta o este pasado domingo en Melilla. De momento la nave alquilada por la Ciudad en el polígono del Tarajal está sirviendo para abordar una problemática clave en las ciudades frontera, como es el tratamiento a las personas que llegan y que deben someterse al periodo de cuarentena ante la posibilidad de que hubiera algún positivo entre ellos.
El número de entradas más relevante se produjo durante la tarde del domingo, con un total de más de 100 personas que lograron pasar a Ceuta entre ellos muchos menores. Todos eran marroquíes a excepción de un sudanés y accedieron con lo puesto a nado, aunque en algunos casos portaban trajes de neopreno. Nunca antes se había visto una presión así sin que las autoridades marroquíes actuaran en el momento para impedir ese pase. Cruz Roja se encarga de la gestión de la nave a través de los trabajadores y voluntarios de la entidad humanitaria que se desplegaron para atender a lo que fue una auténtica desbandada, una huida de personas desde el norte de Marruecos acuciados por la situación de carestía vivida desde el cierre de la frontera.