Hoy, 7 de diciembre se cumplen 30 años de la desaparición del pesquero ‘El Perro’ con base en Ceuta. Seis tripulantes a bordo del palangrero salieron el viernes 5 de diciembre de 1992 dirección a Algeciras en busca de carnaza y a hacer sus actividades diarias como todo pescador. Tres días después llegaron al puerto de Adra sanos y salvos. Esta es su historia, ahora recuperada por El Faro.
Tras varias horas en alta mar y a la vista de que no regresaban al puerto de Ceuta, comenzaron a saltar las alarmas en la ciudad autónoma. Hacía frío, llovía, se dieron una serie de circunstancias desfavorables para la expedición que comandaba ‘El Perro’. Familiares de la tripulación dieron el aviso a las autoridades de que no regresaban. Fue una tarea ardua de tres días de indagaciones por parte de la Guardia Civil y de helicópteros en busca de algo que parecía imposible: hallar un palangrero de casi ocho metros de eslora en unas pésimas condiciones meteorológicas.
Las señas que les hacían eran incesantes pero sin éxito a la vista. La impotencia que sentían era terrible, porque por si fuera poco, cuando veían tierra a la vista, el fuerte oleaje del mediterráneo les volvía a llevar mar adentro. Uno de ellos, Juan Gómez, declaró en su día que “el mar venía rompiendo muy fuerte y mojábamos la barca con gasoil para que el mar no la rajase.”
La madrugada del domingo, desde ‘El Perro’ soñaban con ver tierra y la ilusión y esperanza que tenían no se desvanecía; de pronto vieron unos destellos similares a los de la guardia costera. Estaban a salvo. Llegaron nada más ni nada menos que a Adra, Almería. Las fuertes corrientes del Estrecho los arrastró hasta el Mar de Alborán, donde finalmente fueron encontrados a unos 30 kilómetros de la localidad almeriense, con buen estado físico.
Al día siguiente, les llevaron hasta Algeciras vía terrestre para luego cruzar el Estrecho y ya por fin, después de tres días sufriendo por la Costa Mediterránea, llegar a Ceuta y descansar con sus familias. Fueron recibidos como héroes. Abrazos, besos, llantos y pancartas inundaban la estación marítima de Ceuta.
Óscar, es hijo de Miguel Fernández, uno de los tripulantes que iba aquél día a bordo de "El Perro". En declaraciones a El Faro, Óscar cuenta cómo vivieron él y su familia aquellas fatídicos horas: "eran días angustiosos, sin saber qué pasaba, no sabías que hacer, ya que no había móviles ni tecnologías. No podías contactar con nadie, solo quedaba esperar y confiar". Cuando les avisaron de que aparecieron sanos y salvos, les dio un vuelco al corazón de alegría y regocijo."Mi padre tenía claro que quería seguir en el barco y a dónde les llevara el mar, pero había otro compañero que si se le pasó por la cabeza tirarse al mar, ya que son momentos de tensión y no sabes muy bien cómo actuar". Óscar y su familia aconsejó a Miguel que dejara pasar unos días y que no fuera a trabajar por el susto que habían sufrido pero Miguel hizo caso omiso, les dijo que esa era su vida y tenía claro que iba a volver a las aguas tan pronto como pudiese. A la mañana siguiente ya estaba en faena de nuevo.
Por algo a los pescadores les apodan “los guardianes del mar”.
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