La narcolancha ocupada por 4 vecinos de La Línea y Algeciras que protagonizó una espectacular persecución este lunes por la tarde en Ceuta estaba preparada para buscar el despiste. Eso es lo que pretendían, otra cosa es que lo lograran. Y lo estaba porque portaba un rotativo policial fijo como el que llevan las embarcaciones oficiales de las fuerzas de seguridad.
Intervenida ya por orden judicial, esta embarcación dotada con 3 motores fueraborda tiene esa particularidad que no se ha visto en otras intervenidas en servicios enmarcados en la lucha contra el narcotráfico o el pase de inmigrantes.
¿Qué es lo que pretendían sus ocupantes? Se manejan varias hipótesis ya que en el ámbito de la delincuencia la búsqueda de estrategias es tan rica como el ánimo de burlar la acción de las fuerzas de seguridad.
En este caso no lo consiguieron, pero los integrantes del Servicio Marítimo que intervinieron la lancha se cercioraron de que venía con ‘regalo’: un rotativo policial que además está fijo y que no pretende más que provocar el despiste.
Tras las prácticas de estos petaqueros, encargados de abastecer combustible a las narcolanchas cargadas de hachís (llevaban de carga hasta 60 petacas de gasolina), se esconden muchas intenciones, la de mayor peso aparentar que se trata de una embarcación oficial con la luz del rotativo, idéntico al que usa por ejemplo la Guardia Civil, en plena intervención.
Un camuflaje que caería como un castillo de naipes en el momento en que se comprobara que no existe dispositivo alguno, pero que, al menos de momento, puede generar ciertas dudas y un rechazo a aproximarse a la misma para no contaminar el escenario si se cree que están en plena investigación.
En ese abanico de posibilidades cabe también la pretensión de los petaqueros de fingir ser agentes de la autoridad para dar un vuelco a otras embarcaciones de narcotraficantes.
En este caso en concreto se trata de una narcolancha que se suele fabricar en la zona del norte de Portugal y sur de Galicia, un género harto perseguido en el ámbito policial pero también legal, sobre todo tras episodios como los últimos relacionados con ataques a la Guardia Civil en el mar o al Servicio de Vigilancia Aduanera.
Las fórmulas para acosar a los lancheros están sobre la mesa, pero la máquina económica que hay detrás permite que sigue sustentándose un negocio que utiliza como autopista la del Estrecho.