La rápida actuación de los funcionarios de la
prisión de Mendizábal y su coordinación con la
Guardia Civil fue clave para evitar que una carga de teléfonos móviles y droga que tenía como destino internos de la cárcel de Ceuta, y que era transportada en un dron, llegara a su destino. Los celulares y el
hachís, soltados por el elevador en las calles modulares del centro penitenciario, quedaron en poder de los funcionarios para su entrega a la Benemérita. El aparato siguió su curso sin poder ser interceptado por las fuerzas de seguridad.
Este suceso, lejos de ser anecdótico, demuestra lo que ya denunciara El Faro de Ceuta hace semanas: que
Mendizábal está en el punto de mira de los narcodrones y que se ha afianzado un particular servicio a domicilio de sustancias o elementos prohibidos que se lleva a cabo con el uso delictivo de estos elevadores, manejados por individuos que buscan hacer llegar a los presos la mercancía.
Desde que se produjera el primer caso, la prisión tuvo que adoptar medidas extraordinarias para abortar en la medida de lo posible este tipo de prácticas, controlando la aproximación de drones y contando con los controles que llevan a cabo patrullas de la Guardia Civil. Hachís, preferentemente, pero también teléfonos con tarjeta o piezas varias conforman la carga que acostumbra a dirigirse a la prisión y que ya en varias ocasiones ha sido intervenida antes de tiempo por el Instituto Armado.
La ubicación de la cárcel, al lado de la valla y próxima al Príncipe, es estratégica para estar en el punto de mira de estos intentos de incursión de sustancias ilícitas con las que burlar el perímetro de seguridad. El refuerzo de los controles evita que los envíos lleguen a su destino, pero la actividad de los narcodrones, a pesar de las operaciones desarrolladas hasta la fecha, sigue sin tener freno.