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Los padres de esta niña de dos años consideran que el centro del Jaral es inadecuado para criar a su hija porque está “aprendiendo cosas que no son propias de su edad”
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Desde que nació en 2014, la familia permanece a la espera de una autorización para poder marcharse a la Península
Najma Ben Hebba tiene dos años y nunca se separa de sus juguetes. Le encantan colorear, le chiflan los caramelos y sueña con tener una habitación propia donde ver los dibujos animados. Es el ojito derecho de sus padres, quienes la miman y cuidan. Se les va la vida en protegerla.
Pero Najma nunca ha conocido otro hogar que no sea el CETI, un lugar que sus padres consideran inadecuado para ella y donde toda la familia vive desde que su hija nació, allá en 2014, en el Hospital Universitario de Ceuta.
“El problema es que la niña se está haciendo mayor y está aprendiendo cosas que no son propias de su edad. No va al colegio, tampoco hay guardería. No hay niños aquí –CETI–, ella está sola en el CETI. No hay comida especial para niños, no tiene una habitación para ella. Está viviendo con personas argelinas, subsaharianas… Y la niña también quiere cariño de su padre y su madre, que tengamos una casa propia, que su madre le prepare su comida, no con tanta gente. No sabemos si está enferma o tiene algo”, explicó Sokaina Chakhkhar, su madre.
Najma tendrá pronto edad para ser escolarizada, hasta entonces, sus padres le dan la mejor educación que está a su alcance. “Pedimos al Gobierno salir de aquí para buscar otra vida para la niña. Yo tengo familia en Barcelona, a mi hermana, ella quiere ayudarme y no puede porque estoy en el CETI”, lamentó Chakhkhar.
La historia de amor de Chakhkhar y su marido, Boulam Ben Hebba, está marcada por las fronteras. “Nosotros nos conocimos en Marruecos. Nos casamos y vine aquí embarazada. Dí a luz en Ceuta a Najma y viene al CETI porque él es argelino y yo de Marruecos y no podíamos vivir en nuestros países de origen”, señaló Chakhkhar.