Nadie en el Tercio sabía

Fue hace quince años y esta historia traducida en un instante la guardo en el corazón, era el 20 de septiembre de 2007 se celebraban 87 años que se alistó el Primer Legionario y la Posición A lucía sus mejores galas.

Al mando del coronel Don Alfonso Timón Sánchez la formación estaba compuesta por Plana Mayor y Mando, Escuadra de Gastadores, Defensa Contra Carro, Cinco Compañías, Unidad de Música del Batallón de Cuartel General y Banda de Guerra del II Tercio.

Los mismos nervios y las mismas pasiones todos los años cada vez que subía mirando de reojo que en el desayuno habría comprobado que mi especial estaba ya en el diario por la mañana, cuando iba llegando a la cota más alta de Ceuta divisaba un picacho batido por los vientos conocido como, el Cerro de la Niebla.

La Posición A y su patio de armas estaba repleto de asistentes e invitados y me tocó ocupar un acotado donde se sitúa el Bazar, en aquellos tiempos el acotado de Veteranos y Hermandades era ocupado por las Cofradías y asistentes de todos los lugares del territorio nacional.

Pero el Altísimo quiso que ante mi estuviera formada la Escuadra de Gastadores, la Plana Mayor y la Banda de Guerra del II Tercio donde la protagonista entonces era  “la mona Lola” como así se conocía a la mascota que lucía a los hombros del Cabo que la portaba.

Una vez que se habían iniciado y desarrollado los actos la Plana Mayor pasó a la parte central del Patio de Armas y ante mi estaba la Banda de Guerra, no puedo olvidar que aquel veinte hizo viento y el día había amanecido con lluvia de ahí que algunos invitados olvidaron los paraguas en el acotado y alguno salió revoleado por el patio llegando hasta las piernas del mismísimo Timón Sánchez como los vientos sirocos que acompañaron a su padre en el Tercio Sahariano el inolvidable Don José María Timón De Lara.

"La Posición A y su patio de armas estaba repleto de asistentes e invitados y me tocó ocupar un acotado donde se sitúa el Bazar"

De repente un caballero Legionario perteneciente a la Banda intuye que se va a desplomar y se lo comunica al cabo que llevaba la mona Lola, mi cabo que no puedo, ante lo que el Cabo le dice no puedo agarrarte ¡

Ante el inminente desmayo es recogido por los compañeros legionarios bajo el lamento de los asistentes y es trasladado a las dependencias donde se habilitó el botiquín para la formación.

El acto desarrolló con la imposición de condecoraciones, premios hermandades y cofradías, discurso del Señor Coronel con los tres vivas reglamentarios así como el momento emotivo del recuerdo a los que dieron su vida por España, nuestros muertos ¡ bajo los acordes del Novio de la Muerte.

Tras recitarse dos Espíritus del Credo Legionario apareció raudo y veloz del botiquín aquel Legionario, que sufrió un desvanecimiento bajo la ovación de los asistentes y los aplausos de los que me acompañaban en mi acotado.

El Legionario pidió incorporarse a su Banda Guerra, el Capitán de la Compañía que estaba a su lado le preguntó al Cabo que portaba la mona Lola, “Cabo, ¿El Legionario puede?”, a lo que contestó el cabo, “sí, mi Capitán, ¡este Legionario si puede!”

Se incorporó a su Banda de Guerra del II Tercio para ser parte de la médula y nervio del II Tercio, punta de lanza de la Infantería Española.

Una vez dislocada la formación en columna de bandera de izquierda a derecha, a 160 pasos por minuto y un solo corazón como un huracán de guerra desfiló La Legión.

Dios me dijo que ocupara mi puesto, que volviera a ocupar un puesto para comprobar los de riesgo y fatiga, jamás decir que está cansado y con el sagrado juramento de no abandonar jamás un hombre.

Aquella mañana los asistentes a tan bello gesto de como salió aquel legionario para pedir incorporarse a su Banda De Guerra les dejó la frase de los que pisaron la Cuna, las que con dolor les mordía como un lobo el corazón.

Nadie en el Tercio sabía, cuantas historias tengo grabadas con tanta pasión.