Tras el previsible archivo, por parte de la Fiscalía, del asunto Benaisa al no apreciarse apología de la violencia de género, el diario decano hizo un breve repaso a casos similares y aludió a lo sucedido en el año 2006, cuando una chirigota utilizó letras que podrían encuadrarse en el ilícito penal de provocación a la discriminación, en concreto contra los ciudadanos musulmanes. Pero lo cierto es que la única coincidencia entre ambos casos ha sido el deplorable contenido de las letras de unos y del sermón del otro. Esta ha sido la única similitud porque la actitud de las élites políticas y religiosas de la ciudad ha sido diametralmente opuesta.
En el caso de la chirigota, las letras provocaron una reacción airada de varios partidos, desde la UDCE al PDSC pasando por el PSOE, IU y Coalición por Melilla. En el asunto Benaisa, el PSOE sólo ha contado con el apoyo explicito de UPyD y de la Delegación del Gobierno. La chirigota se quedó sola, el Gobierno local les retiró el premio, el delegado del Gobierno de entonces les instó a que pidieran disculpas e incluso el ministro de Exteriores, Moratinos, se disculpó oficialmente ante el embajador turco. A Benaisa las cosas le han ido mejor, ha recibido el apoyo de varias organizaciones religiosas y la Coalición Caballas incluso le ofreció apoyo jurídico. Lo de la chirigota se consideró un ataque a los musulmanes y lo de Benaisa, curiosamente, también.
En 2006, el presidente de la Ciudad se reunió con líderes religiosos para templar ánimos, ya que el clima se enrarecía por momentos, con la aparición de pintadas de “muerte a los cristianos”. Ahora no ha habido reunión con ningún líder religioso ni pintadas de “muerte a los musulmanes” ni nada parecido. En el caso de la chirigota, la UDCE solicitó la censura previa en el reglamento de las actuaciones carnavaleras, en el de Benaisa la misma UDCE consideraba que no se podía recriminar nada sobre su sermón porque el predicador era una persona “comprometida con la sociedad”.
A pesar de la retirada del premio y las acciones contemporizadoras del Gobierno local, los partidos y asociaciones musulmanas convocaron una manifestación de repulsa a las letras que constituía en realidad un acto de fuerza, con lemas contra el racismo y otros como “no somos animales, somos musulmanes”. La manifestación partió de la mezquita de Sidi Embarek, símbolo religioso, y terminó frente al Ayuntamiento, símbolo del poder civil. Ahora, salvo algunos manifestantes de apoyo al propio Benaisa, convertido curiosamente en víctima, no ha habido manifestación alguna que partiera (simbólicamente) del Ayuntamiento en dirección a ninguna mezquita y no ha habido pancarta alguna con lemas como “no somos fornicadoras, somos mujeres”.
Al término de la manifestación de 2006, grupos organizados de menores (y por lo tanto poco punibles) agredieron a transeúntes, comercios y mobiliario urbano. Durante los siguientes días se atacó sistemáticamente a las líneas de autobuses con agresiones a los conductores, que tuvieron que interrumpir la línea. Con Benaisa, nadie ha agredido a nadie, ni se han producido, por poner un ejemplo, emboscadas a los taxistas que circulaban por el centro, ni nada similar.
En el caso de la chirigota, la Fiscalía siguió adelante con el caso durante cinco años, pese a las pocas posibilidades judiciales de demostrar esa incitación al odio, hasta el extremo de que de los dos años de cárcel y los casi 30.000 euros de multa solicitados por la acusación particular, finalmente se pactó una falta (no un delito) y el pago de una multa de 20 euros. Ahora, en el asunto Benaisa, la Fiscalía no ha pasado del primer informe. En ambos casos, la solución podría haber sido sólo judicial, pero en el de la chirigota se recurrió a la presión política, social y religiosa, los actos de fuerza y las algaradas.
Hay diferencias a la hora de solucionar los conflictos, como hay quien ve en el sistema democrático una vía para solucionarlos de forma civilizada y quien ve, en la democracia, una oportunidad de utilizar sus resortes para acabar desnaturalizándola.