Después de dejar la tierra de mis padres vuelo a Ceuta, mi patria a acogida, mi ciudad tan desconocida, tan pequeña en la cartografía que pasa desapercibida, inexistente, ignorada. La Ceuta de los dioses, de los mitos, de las leyendas. La Ceuta abierta al mar que abre sus brazos de espuma a sirenas que se perdieron sin saber regresar.
El levante y el poniente, los dos mares, las cuatro culturas, el Hacho mirando a la mujer dormida, el viento de sal, la luz de septiembre que anuncia el otoño en las sombras de la tarde.
Después de 12 horas de trayecto embarqué, como tantas veces, en la naviera de regreso..La ciudad se hacía cada vez más nítida, más cercana, iba recuperando la imagen cotidiana del día a día.
Un amigo me espera para desayunar la bienvenida, para volver a recordar estos 20 años que comenzamos a compartir la docencia, 20 años en los que formamos un grupo de aventureros, 20 años en los que pasábamos muchos días en su casa de Marruecos hermanando dos pueblos tan lejanos y cercanos.
Por las calles todo seguía igual, nada había cambiado. Deambulaban por las aceras las mismas gentes aunque fueran otras.
20 años recorriendo rincones, oteando a vista de pájaro desde San Antonio el horizonte sigiloso que se desvanece en la mirada.
Comenzará el curso escolar y veré a los mismos alumnos, los mismos profesores, las mismas prisas del horario, los mismos problemas.
Mis vecinos serán los mismos, los barrios estarán donde siempre, los difuntos de Santa Catalina serán los mismos difuntos. Pasearán con sus mascotas los mismos que pasean tres veces al día, el helicóptero volará con los mismos pasajeros, el Desnarigado, la Cárcel de mujeres, el parque marítimo, la puerta califa..estarán ahí, donde siempre estuvieron. Todo es lo mismo aunque nada se parezca.
Siento la melancolía, la alegría de estar triste, pero me siento en una nada cotidiana en la que juega el paso del tiempo aunque se repitan las mismas horas.
El cañonazo suena como sonó ayer y todos los ayeres que fueron y que serán.
Es la nada distinta, la nada cíclica, la nada idéntuca a las otras nadas.
Todo es nada, en ella nos sumergimos hasta el fondo de la nada.
Hoy es nada y dentro de nada habrá otra nada hasta que emprendamos el viaje a esa nada de la que partimos cuando no éramos nada.