Veinte años no serán nada, como dice el tango, pero cincuenta es otro rango. Más de medio siglo, nada menos, compartieron en Ceuta, donde han dejado una impronta inolvidable, Mustafa Hicho ‘el fontanero del centro’ y su primero amigo, después cuñado y siempre “íntimo hermano” Mohamed Ali Lemmague, el conductor y mecánico que se ganó merecida fama de cazador infalible.
La ciudad autónoma ha perdido durante los últimos días “dos vidas entrelazadas desde su juventud”, a dos personas “que entendían la vida como un mero tránsito [“sentir que es un soplo la vida”] y que, sin hacer ruido, han dejado huella en la comunidad y sociedad caballa”, se congratula el hijo del primero, Mohamed Mustafa.
“Son dos vidas más, dos existencias vitales más entre las cientos y cientos de historias de Ceuta, pero su aportación a que esta tierra fuera un lugar mejor ha gozado de un innegable reconocimiento póstumo con las innumerables muestras de cariño por parte de los ceutíes”, agradece todos los gestos de cariño y admiración que se han repetido y multiplicado por su pérdida.
Mustafa Hicho, vecino de Patio Castillo, fue ‘el fontanero del centro’, la referencia cuando tenía que cambiar un grifo, si un calentador se estropeaba o acontecía cualquier imprevisto en la calle Real, Recinto o la Marina.
Todas aquellas tareas “no eran solo para él una forma de ganarse la vida, sino una manera de ayudar a sus vecinos”. En muchas casas no entraban más manos que las suyas, las de “un hombre honesto, justo y que derramaba alegría”.
Quinto de siete hermanos, siguió la tradición de su padre y de la mayoría de sus hermanos y trabajó en la obra entre los setenta y los noventa levantando la Ceuta moderna que salía de los años de hambre y penuria.
En una barraca de Arroyo Paneque conoció a su esposa, hermana de uno de sus mejores amigos, Mohamed Ali Lemmague, “confidente, amigo leal y al final cuñado”.
Se trataba de una persona “muy conocida en Ceuta, perteneciente a una familia muy respetada aquí y en el país vecino” que dedicó más de 40 años de su vida al sector turístico como conductor y mecánico “cuando los peninsulares pasaban por Ceuta para ir de visita a Marruecos”. “Nunca dejó de ir al puerto, su lugar de trabajo, incluso después de jubilarse”, recuerdan sus allegados.
El mundo cinegético caballa ha perdido también a uno de sus más conocidos miembros. “Eran muy comunes las salidas al país vecino para practicar allí la caza mayor, sobre todo la del jabalí, y Mustafa siempre alardeaba de tener en la familia al cazador con la mejor puntería y temple ante esos bellos animales. Decía que si Mohamed apuntaba a un bicho, jamás fallaba”, explican en su entorno más cercano sobre un insigne miembro de una saga con larga tradición en este deporte que, junto a sus hermanos Laarbi y Mustafa, “eran muy conocidos en Ceuta y norte de Marruecos”.
Ali era otro de los que no consentía que ningún ‘manitas’ al margen de Mustafa tocase algo de su casa: “En muchas ocasiones, cuando alguien le decía que tenía una avería complicada e irreparable, les advertía que lo mejor sería consultar a su cuñado: si opinaba que tenía arreglo, lo tendría a un precio razonable, pues su pasión era ayudar a los demás”.
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