La primera vez que Amine Ennasiri pisó España fue hace cuatro años. Transcurrieron otros dos hasta que, habiendo alcanzado ciudades como Murcia o Vitoria y pasar por centros de acogida, le devolvían a
Marruecos cuando no pudo validar su pasaporte. Así retornó a casa, en Salé, una ciudad costera muy cercana a Rabat; pero Amine no abandonó la idea de volver a cruzar la frontera. En las entradas de mayo vio una nueva oportunidad y no dudó en lanzarse al mar, como hicieron miles de personas
para llegar hasta Ceuta. Ahora tiene 25 años y, aun habiendo sorteado el espigón del Tarajal y alcanzado España otra vez, esta segunda salida volvió a complicarse. Su madre le enviaba dinero desde Marruecos, un recurso que utilizó para vivir bajo techo durante los primeros días en la ciudad. Pero las circunstancias le llevaron a abandonar la casa donde se hospedaba, y dormir a la interperie. Un testimonio que en el último mes ha caído incluso en lo cotidiano, en parte del día a día de una Ceuta que ve a jóvenes como Amine vagar por las calles en busca de techo, limosna y oportunidades. Este marroquí mostró a
El Faro algunas de las huellas de su primer viaje a España. En marzo de 2019, cuando aún quedaba un año para desatarse la pandemia, se encontraba en el Centro de Inserción laboral para población Inmigrante de la Fundación ADRA, en Vitoria-Gasteiz. Espacios como este se destinan a formar a quienes llegan de un trayecto migratorio, y ayudarles a integrarse. Amine muestra un certificado de cuando participó en una actividad sobre el Día Internacional del Racismo, en el que se valoraron su "interés por aprender y mejorar". Una cita judicial le llamó a presentarse para analizar la situación en la que se encontraba tras dos años en España. Amine no acudió a los Juzgados, pues estaba convencido de que no podría permanecer en el país al no tener papeles y haber cumplido la mayoría de edad; y esto fue lo que determinó su vuelta a Marruecos. Ahora ha conseguido volver, pero la incógnita sobre si esta experiencia volverá a repetirse sigue marcando los días y las noches de este joven que hace un mes abandonó, por segunda vez, su Salé natal.