Opinión

Mujeres, por Carmen Echarri

Parece que algo va cambiando. Al menos sobre el papel. Se ofrecen ruedas de prensa, empieza a visibilizarse la discriminación que seguimos sufriendo las féminas, se anuncian marchas y concentraciones para protestar por lo que no tiene sentido: que en pleno 2018 sigamos clamando por la obtención de la igualdad de derechos.
En este campo hay mucho asunto que debatir. No hablamos solo de la brecha salarial, hablamos de muchas condiciones que siguen siendo un lastre para nosotras solo por el mero hecho de ser mujeres.
¿Consideran normal que en las contrataciones se valore si la que opta a un puesto de trabajo es mujer en edad fertil porque se puede quedar embarazada?, ¿consideran que tener hijos debe ser visto como un punto negativo para el rendimiento de las féminas por eso de la conciliación (por cierto, nunca lograda)?, ¿por qué hay muchas mujeres que, queriendo ser madres, retrasan ese momento porque temen quedarse sin su puesto de trabajo?, ¿por qué todavía se cuestionan los periodos de baja maternal y lactancia, que son equiparados por el sector macho como ‘vacaciones’ para la mujer? ¡Ay si tuvieran que pasar una cuarentena o curarse las grietas de los pezones mientras amamantan a sus hijos! ¡Ay si experimentaran los cambios físicos y hormonales de un parto y un embarazo! A buen seguro no opinaban así.

Cuando llegue el momento en el que no tengamos que pelear por la igualdad, habremos conseguido algo

Las mujeres lo tenemos más difícil. Todavía hay empresarios que necesitan rodearse de machos y todavía hay quienes valoran al sexo opuesto por lo ‘bien arregladita’ o ‘lo mona que va a la oficina’, no por su capacidad. Seguimos asistiendo a entrevistas en las que sobran la mitad de las cuestiones porque, sencillamente, no vienen a cuento (¿qué quieren contratar una trabajadora o un florero?, cabría preguntarse).
Existen problemas que no se han superado, trabas que convierten el papel de la mujer en el mundo laboral en algo mucho más complicado. Cada 8 de marzo es un ejemplo de protagonismo mediático de las féminas que se vuelve a apagar el día 9, tras aparcarse las reivindicaciones hasta el próximo año.
Si no tuvieran que darse ruedas de prensa o convocarse concentraciones supondría que algo hemos avanzado. Pero no, seguimos igual.
Dependerá en parte de nosotras el pelear para que las niñas de hoy no sean las mujeres discriminadas del mañana, porque este mundo sea realmente igualitario y no haya que comprobar, todavía, las normas seguidas en las contrataciones o los perjuicios ocasionados a las siempre bautizadas como el ‘sexo débil’, porque hasta en eso fueron ridículos.

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