El pasado 10 de noviembre, una tediosa y desalmada enfermedad apagaba la voz de nuestro padre, José Luis Díaz. No pilló a nadie por sorpresa pero esa fatídica tarde de otoño se convirtió en la más triste de la vida de cuantos llevamos su sangre. Conocía de sobras la popularidad de mi padre... su trabajo, su carácter dicharachero y el corazón y empeño que le ponía a cualquier empresa que acometiera le hizo ganarse, a lo largo de sus 68 años, multitud de inseparables amigos y un número infinito de estrechos conocidos.
Quisiera que estas humildes palabras sirvieran de agradecimiento a todos aquellos que en tan amargo momento, se unieron en nuestro dolor, entregándonos a su familia enormes muestras de apoyo y consuelo.
A todos sus amigos y allegados, destacando a Alejandro Morón, a sus compañeros de los diferentes medios de comunicación social (especialmente a Ricardo Lacasa y José Manuel Domínguez); a los profesionales que lo trataron y cuidaron en su enfermedad, el doctor oncólogo D.Pedro Ballesteros y al equipo de enfermeras del Hospital de Día; a los miembros de la Mesa del Consejo de Hermandades de Ceuta, al hermano mayor y resto de hermanos de la Real Cofradía del Stmo.Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora del Mayor Dolor; a cuantas personas e instituciones nos acompañaron en su despedida… representantes y miembros de la Ciudad Autónoma de Ceuta, Comandancia General de Ceuta, Guardia Civil, Policía Local y personal docente y laboral del Colegio Beatriz de Silva….
No dudo que la emoción haya nublado mi memoria provocando que haya dejado en el tintero a más de alguno, pero pude comprobar que la voz de José Luis Díaz Torres, nuestro padre, no se perdió a través de las ondas sino que permanece en el corazón de muchos. A todos y cada uno, en nombre de la familia Díaz Masna, les quiero reconocer públicamente nuestro profundo agradecimiento.