El jugador caballa de la selección española de waterpolo, Guillermo Molina, confirmó ayer lo que muchos temían, su retirada definitiva del combinado nacional.
Fue en el club que lo vio nacer, el Club Natación Caballa, en donde el ceutí se dirigió a los medios para hablar de su adiós tras más de 15 años representando al equipo de nuestro país.
Guillermo asegura que es su familia (mujer y dos hijos) la que ha motivado fundamentalmente esta decisión “son mis managers y todo lo que hago es por ellos”, aunque también recalcó la importancia de ceder el testigo a una “nueva generación”.
Molina se estrenó con la selección con 17 años y ha disputado cuatro Juegos Olímpicos, en Atenas, Pekín y Londres, además de los últimos en Río de Janeiro, Brasil, en donde nuevamente el caballa no ha sido capaz de colgarse la medalla, su única ‘espina’. “Habría sido la hostia el tenerla”, explicó el ceutí, tan franco como siempre.
Sin embargo también es de los que ve el vaso medio lleno. “Me sabría mal si no me quedara con la conciencia tranquila. Sé que lo he dado todo y he ganado mucho, por lo que estoy contento”.
En cuanto si a su falta de medalla se le podría acusar una generación de menor potencial que las anteriores, Guillermo lo descarta de antemano y argumenta que “hemos tenido falta de acierto, no de nivel”.
Explica que “de la selección ocho jugadores han sido campeones de Europa con su club, por lo que no ha sido esa la cuestión”.
En el caso de la cita brasileña, no hubo suerte. “Empezamos bien en nuestro grupo pero Serbia no, por lo que nos cruzamos en cuartos. Son unos titanes, nuestras opciones eran de cuatro contra siete”, se sincera el capitán.
En la que ha sido una de sus mejores actuaciones a nivel individual, dice que tiene la conciencia muy tranquila, “he dado todo lo que tenía, no había más”.
Hay que recordar que en su larga carrera como profesional con la selección, ha sido campeón del mundo en Fukuoka (2001), subcampeón en Roma (2009) y bronce en Melbourne (2007). Además, también ha sido bronce en el Europeo de Belgrado (2006) y oro en los Juegos del Mediterráneo en las ediciones de 2001 y 2005.
Pero tiene la decisión tomada. Aunque aún tiene fuerzas “no se trata de algo físico ni deportivo”, puntualiza. Ni las manifestaciones públicas de personas contrastadas del mundo del waterpolo español que reclaman que se quede ni los intentos de mantener una conversación al respecto por parte de la Federación cambiarán nada, “lo he decidido”, insiste.
Por tanto Guillermo se centrará en su carrera de jugador de club tras volver nuevamente al Pro Recco, con el que vivió una de sus etapas doradas, y hará su vida en el país que le ha visto convertirse en lo que es, Italia. “Mis hijos y mi mujer son de allí, he hecho toda mi vida en ese país y no me veo marchándome a otro sitio”, recalca.
Pero hay un plan de fondo, seguir vinculado al mundo del waterpolo desde el punto de vista del entrenador. “Me encantaría llegar a ese paso”, señalaba, “y poder enseñar todo lo que he aprendido”. Pero eso sí, “de momento lo intentaré en Italia”, concluyó.
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