El misterio del box 2 de Urgencias

El servicio de urgencias del Hospital parecía tranquilo a las nueve y media de la noche. Nada más que tres personas esperaban a ser atendidos en los boxes. A la cuarta persona en espera le asignaron el número 2. Fueron llamando para los boxes 3 y 4. Nada más que dos personas quedaban. Ambas aguardaban para el 2.. A partir de las diez comenzó a llenarse la sala. La media de espera para los números 3 y 4 era escasa, entre diez y quince minutos. Y los dos usuarios que aguardaban para el misterioso box 2 veían como les pasaban otros enfermos por delante, simplemente, porque habían tenido la suerte de que les dieran otro que no era el 2, el cual se había convertido en un verdadero misterio.
A las diez y media de la noche preguntan qué sucedía porque hacía noventa minutos que nadie era llamado para el box 2, mientras que los demás funcionaban a una velocidad aceptable. Se intenta en información, en asignación, a los vigilantes de seguridad, a las celadoras y se les pide que, por favor, entren. Lo hacían y a la salida nadie daba una respuesta que fuera lógica. Todo eran divagaciones. La información al usuario, que debe ser la sacrosanta obligación y más en un centro hospitalario, donde nadie va por gusto, brillaba por su ausencia. No era normal.
Se solicita cuál es la fórmula utilizada para la asignación de los boxes. Y nadie decía nada. Se pide que se reasignen los boxes y se informa que nada más que el médico tiene esa potestad, cuando ningún facultativo es quien decide la asignación sino la enfermera de clasificación. Van saliendo pacientes tras ser atendidos y confirman que no hay nadie en el box 2, ni médico ni nadie. Los dos usuarios, que llevaban ya más de dos horas esperando, deciden poner las correspondientes reclamaciones por escrito. Nuevas peticiones para que transmitan lo que estaba sucediendo al doctor del box 2 y las respuestas seguían siendo vagas. Estaba claro que algo no funcionaba con normalidad en el interior y nadie quería “mojarse”. Hasta en información recomiendan que si e desea conocer la identidad del médico se llame a la Policía porque es la única que puede identificarle.
Por fin, dos horas y media después de su llegada, llaman por megafonía al primero de los usuarios que esperaba para el box 2. Pasaban ya las once y media de la noche. Permaneció en el interior no más de cinco minutos porque llegó con un dolor de ciática y le pusieron una inyección. Cerca de las doce menos cuarto de la noche entró el segundo de los usuarios que esperaba desde las nueve y media. Le mandan una radiografía y siguen los problemas. En el vestuario de rayos nada más que una papelera, ni una silla para que el paciente se pueda cambiar para ponerse la bata. Sólo una papelera de plástico. Se regresa al box y el médico había desaparecido, pero también los del 3 y los del 4. Y así, al menos, durante más de media hora. Se pregunta a las enfermeras y responden que o se habían ido a cenar o que estarían viendo a otros pacientes. ¿Ni ellas sabían dónde estaban? A la una menos cuarto, después de más de 35 minutos de espera para que vieran la radiografía, el paciente decide marcharse a su casa, con los mismos dolores con los que había llegado, desesperado ya después de más de tres horas y cuarto de espera y una sensación de absoluta desesperación. A la salida, había más ciudadanos esperando desde hacía más de una hora, porque nuevamente llevaban más de sesenta minutos sin llamar a ningún paciente para el box 2. Protestas ante información. Una paciente que llevaba retorciéndose de dolor desde hacía más de dos horas cae desesperada al suelo ante la ventanilla de información. Un verdadero caos y lo peor es la falta de información. El intentar tapar lo que fuera del box 2, aunque por detrás contaban que le habían avisado de todas las maneras y que no les hacían caso.
Así, en muchas ocasiones, se va escribiendo la historia de nuestra Sanidad, a pesar de las inversiones millonarias, de un hospital de lujo, pero donde se echa de menos la correcta atención al paciente, que ésa no cuesta dinero, sino simplemente contar con humanidad por parte de quienes se dedican a la atención sanitaria, porque no olvidemos que quien acude a urgencias no va de vacaciones, sino por una necesidad.

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