Categorías: Opinión

Mis 600 artículos en El Faro y el arte del toreo

Este artículo que hoy publico, hace ya el número 600 de los publicados en El Faro de Ceuta durante casi 12 años. Y no sé si la mala o buena suerte han querido que esté asociado al toreo, porque en Cataluña corren malos aires para los toros de lidia. Pero, por otro lado, creo en la fuerza de las tradiciones nacidas del pueblo; porque veamos hasta donde se remontan en el tiempo. Así, la afición a los toros es tan antigua como la propia vida. La mitología de hace más de 4000 años ya nos refiere que Minos, primer rey de Creta, hizo surgir del mar un toro, tan bravo, tan bello y de tan majestuosa figura, que cuando lo vio le perdonó la vida en lugar de ofrecérselo en sacrificio a su dios, como pretendía. También se dice que por aquellas antiquísimas fechas Poseidón, dios de los mares, rendía culto a los toros y a los caballos.
En mi tierra, Extremadura, los vettones en la Prehistoria adoraban la escultura zoológica de un toro, que se conserva en el Museo de Mérida, mi ciudad natal, aunque luego me criara en Mirandilla. Después, los romanos se encerraban en los antiguos circos con gradas que Roma construyó para distraer a la plebe con grandes espectáculos, unas veces con leones y otras con toros bravos. Uno de esos grandes circos lo construyeron en la misma Mérida, que por algo fue llamada hace más de 2000 años la “Segunda Roma”. Y, quizá para que los humanos no fueran de peor suerte que el toro que Minos indultó, a los romanos condenados a muerte los echaban con las fieras dentro del circo y si luego las vencían o eran capaces de librarse de ellas les perdonaban la pena capital. No se están justificando aquí aquellas bárbaras excentricidades, sino que sólo se traen a colación como relato del origen histórico de la lidia de los toros.
La fiesta taurina nació así como espectáculo al calor de algunas civilizaciones ribereñas del antiguo “Mare Nostrum” (Mar Mediterráneo). En España, el arte del toreo caló más en Andalucía, Extremadura, Levante y parte de Castilla, sobre todo en Madrid y Salamanca. Inicialmente, las corridas de toros estuvieron destinadas más bien a deleite y diversión de la nobleza; pero luego en el siglo XVIII la fiesta se hizo hizo popular y terminó siendo un espectáculo para todo el pueblo llano. El artífice principal del toreo comenzó siéndolo el rejoneador montado a caballo, aunque después el protagonismo más destacado comenzó a tenerlo el torero de a pie, surgiendo así la profesionalización de la faena. Luego, hubo un período de transición en el que predominó el orden anárquico en la lidia, hasta que se impusieron las normas técnicas fijas destinadas a resaltar los valores artísticos y estéticos de la tauromaquia.
Las innovaciones más destacadas vinieron de la mano de José Delgado (“Pepe-Hillo”) en el período 1745-1801, y Pedro Romero (1751-1839). La lidia profesional fue dividida en tres tercios o suertes: “picar”, “banderillear” y la suprema de “matar”. Las cualidades que los entendidos del toreo más aprecian son las de saber “parar”, “templar” y “mandar”. Durante la época clásica destacaron como buenos toreros Lagartijo, Frascuelo, Mazzantini, Guerrita, Caraancha, Fuentes y Bombita. Manolete (período 1917-1947), fue figura señera y de gran pundonor profesional, que introdujo el toreo de perfil aumentando la emoción y la belleza a base de unir técnica y estética. El toreo moderno se inició con Joselito y Belmonte, que trajo la reducción del tamaño, la fuerza y la edad de los toros.
Y uno ve muy loable que ahora los ecologistas – con los que siempre comparto su noble afán por la naturaleza -  salgan en defensa del toro bravo reprochando la supuesta atrocidad que dicen se emplea con este animal. Pero los técnicos entendidos en la materia aseveran que el toro durante la lidia está en caliente y tan metido con su fiereza y bravura en la pelea con el caballo y el torero que apenas siente dolor, porque su instinto y fijeza sólo están en embestir y pelear. Mas el toreo es un arte en el que luchan la fuerza animal y la inteligencia humana, midiéndose de tú a tú frente a la muerte. Es una vieja tradición hondamente arraigada y sentida no sólo en España, sino que  ha traspasado fronteras, océanos y continentes, celebrándose también en Portugal, en Francia y, sobre todo, en América, donde lo introdujo el conquistador extremeño Francisco Pizarro. Es puro arte que ha sido exaltado por numerosos intelectuales.
Por ejemplo, Valle-Inclán, Sebastián Miranda, Pérez de Ayala, entre otros, escribieron en un homenaje a Juan Belmonte: “Capotes, garapullos, muletas y estoques, no son instrumentos de más baja jerarquía estética que plumas, pinceles y buriles; antes los aventajan, porque el género de belleza que crean es sublime por momentáneo”. Toros y toreros sirvieron de inspiración a Goya y Picasso, entre otros. Y el escritor francés François Zumbielh dice con rotundidad: “Hay que enseñar, sobre todo a los jóvenes ecologistas, que cada ganadería es de hecho una reserva ecológica insustituible, pues en ella conviven con el ganado bravo innumerables especies en libertad, amén de la flor de todos los oficios del campo que se han mantenido ahí a lo largo de los siglos”. El poeta Fernández de Moratín rimó el siguiente quinteto de arte menor: “Sobre un caballo alazano/ cubierto de galas y oro/ demanda licencia ufano/ para lancear un toro/ un caballero cristiano”. Pero el toreo es también arte y cultura del pueblo sólidamente sentida y asentada. Intelectuales de prestigiosa talla intelectual, escribieron en homenaje a Juan Belmonte: “Capotes, garapullos, muletas y estoques, no son instrumentos de más baja jerarquía estética que plumas, pinceles y buriles; antes los aventajan, porque el género de belleza que crean es sublime por momentáneo”. Y el toreo sirvió de inspiración a Goya, Picasso y Manet, entre otros muchos pintores.
Fray Luis de León escribió: “Las corridas de toros están en la sangre del pueblo español, y no podrían ser suprimidas sin enfrentarlo en una seria reacción”. Carlomagno, Alfonso X El Sabio y el Cid Campeador fueron grandes aficionados a los toros. Carlos I de Inglaterra y su ministro Lors Buckuigan participaron en corridas, y tan a gusto se sintieron que repitieron en su país invitando a los embajadores de Francia y España.
El emperador Carlos I lanceó un toro bravo para celebrar el nacimiento de su hijo Felipe II. Ortega y Gasset dijo: “Es impensable estudiar la historia de España sin las corridas de toros”. Este gran pensador ya se lamentaba de que siendo un oficio callado diera tanto que hablar. También Unamuno fue un gran aficionado a los toros. Federico García Lorca escribió: “El toreo es probablemente la riqueza poética y vital de España…Creo que los toros es la fiesta más culta que hay en el mundo”. El “viejo profesor” Tierno Galván aseveró: “Los toros son el acontecimiento que más ha educado social y hasta políticamente al pueblo español”.
Los catalanes prohibicionistas deberían conocer mejor la historia del Condado de Barcelona, que esa fue la mayor grandeza que como entidad política llegó a alcanzar Cataluña a lo largo de toda su historia, en medio de los antiguos reinos de Aragón y de Valencia, que éstoss sí que llegaron a estar en el pasado constituidos en antiguos reinos y, sin embargo, para nada se les ve ese fundamentalismo independentista en empecinarse en que son una “nación”, como la que pretenden algunos catalanes, pese a que otra gran parte de ellos sean personas trabajadoras, emprendedoras y honestas que poco o nada quieren saber de eso que Sancho Panza tanto solía pedir a D. Quijote: la “Ínsula de Barataria”. Y si en Cataluña se conociera bien su historia, deberían de saber que, cuando Alfonso VII se casó con Dª Berenguela, hija del Conde de Barcelona, se festejó la boda y, para mayor solemnidad, ya entonces se hizo a lo grande con una excelente corrida de toros, a la que asistió el propio conde Berenguer.           
Nuestra Constitución propugna muchas veces como uno de los valores esenciales del ordenamiento jurídico la libertad. Y su artículo 139, dispone que “todos los españoles tienen los mismos derechos y obligaciones en cualquier parte del territorio del Estado”. Y el artículo 27 de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre establece que toda persona tiene derecho a tomar parte en la vida cultural y a gozar de las artes. La norma catalana prohibicionista se podría así recurrir ante el Tribunal Constitucional por el Presidente del Gobierno.
Pero, además, el Parlamento español puede aprobar una ley-base con vigencia y prevalencia en todo el territorio nacional, con la que se podía blindar la posibilidad de que en Cataluña, como en el resto de España, puedan seguir celebrándose las corridas de toros. Tengamos esperanzas.

Entradas recientes

El coronel Margaretto lleva Ceuta a las antípodas

Velar por la paz en todo el mundo es una de las funciones principales del…

29/07/2024

El gimnasio Hermes consigue dos segundos puestos en la ‘Xtreme Natural de Tesorillo’

El pasado domingo, 28 de julio, un numeroso grupo de atletas del gimnasio Hermes de…

29/07/2024

Exhibición aérea en Rincón y Martil por los 25 años de reinado de Mohamed VI

En conmemoración de los 25 años de la ascensión al trono del rey Mohammed VI,…

29/07/2024

Operación antidroga de la Guardia Civil en Pasaje Recreo

Agentes de la Guardia Civil de Ceuta adscritos a Policía Judicial y con apoyo de…

29/07/2024

Hasta 7 empresas optaban a la limpieza de los colegios públicos

Hasta siete empresas se presentaron a la licitación de la limpieza de los colegios de…

29/07/2024

El HUCE duplica los traslados en helicóptero hacia otros hospitales

Los helicópteros en Ceuta son un arma indispensable para atender de forma urgente a los…

29/07/2024