Reconoce que es autodidacta y que no ha recibido formación en Bellas Artes, pero eso no ha sido impedimento para que Antonio Ruiz haya convertido la pintura en parte de su vida.
Este ceutí, nacido en el Príncipe y empresario desde los 17 años, asegura que su válvula de escape siempre han sido el lienzo y los pinceles. Hoy lo demuestra con su exposición ‘La mirada...reflejo del alma’, una muestra de 30 obras que se expone en el Museo del Revellín y que se divide en dos partes: por un lado, distintas escenas de diferentes rincones del mundo y, por otro, retratos de personajes, algunos de ellos conocidos y otros anónimos, que Ruiz se ha ido encontrando a lo largo de sus viajes. “El salto de la fotografía al cuadro me lo han ido dando los momentos de la vida. Viajaba al desierto y allí empecé a pintar. He estado viajando alrededor del mundo y he ido conociendo a personas, ambientes, religiones y tuve la oportunidad de conocer mucha gente”, ha explicado Ruiz.
Personajes y momentos que este ceutí ha ido plasmando en los lienzos que estos días se expondrán en una de las salas del Museo del Revellín y en las que recorre desde los rostros de personas en India, Zimbabue, Pakistán, Nepal, Afganistán o Zanzíbar hasta escenas cotidianas de Holanda o Marruecos, pasando por Grecia y por algunas localidades españolas como Menorca o Lanzarote.
“En un viaje que hice a Estados Unidos, en una revista vi un reportaje de Steve MacCurry, un fotoperiodista que hizo famosa a la niña afgana. Un amigo común me regaló uno de sus libros y a partir de ahí empecé a pintar personajes suyos”.
Dice que encuentra más complicado “seleccionar un personaje que pintarlo”, pero reconoce que no busca personalidades conocidas, “simplemente alguien que me den ganas de pintarlo porque me transmita algo”.
Un total de 30 lienzos que se convierten en la historia de la vida de Antonio Ruiz y que los ceutíes podrán admirar en el Museo de Ceuta hasta el próximo 16 de octubre.