Desde primera hora de la mañana se fueron concentrando empresarios, trabajadores, taxistas y representantes de partidos y sindicatos para dejar constancia de los perjuicios sufridos por las colas
Unas mil personas llegaron a unirse en la primera protesta
Al grito de dimisión y haciendo sonar sus silbatos amén de exhibir sus pancartas reivindicativas, las mil personas concentradas a las puertas del Ayuntamiento para denunciar las consecuencias que están sufriendo por el caos de la frontera terminaban abucheando al ministro de Justicia, Rafael Catalá. Un cordón integrado por componentes de la UPR se esforzaba en evitar que estas personas pudieran aproximarse a la figura de un ministro que no sabía bien a dónde mirar ni en qué coche oficial debía montarse. Los nervios y el desconcierto por la situación eran evidentes, tanto que la sonrisa con la que el delegado del Gobierno, Nicolás Fernández Cucurull, bajaba las escaleras del Ayuntamiento se congeló en el momento en que divisó a cientos de personas dirigiéndose en masa hacia la puerta principal. Al presidente de la Ciudad, Juan Vivas, le terminaba subiendo la tensión, y el ministro hasta se equivocaba de coche oficial en el que montarse hasta ser advertido del correcto.
Y es que los gritos unidos en torno a la palabra dimisión hacían daño, siendo la respuesta dada por comerciantes, empresarios, taxistas, trabajadores y ciudadanos anónimos a la caótica gestión fronteriza que está terminando por incidir de manera sangrante en la economía local. No habían actuado por sorpresa, llevaban días anunciando la concentración y desde primera hora de la mañana los comercios amanecían con carteles en los que informaban al público de que estarían cerrados hasta las 12.00 horas. Además, el paso ‘Tarajal II’ tuvo que cerrar al no haber tráfico de porteadores porque todas las naves se unieron en el cierre, dejando servicios mínimos.
A los afectados se sumaron sindicatos y partidos políticos para mostrar su solidaridad por lo que está sucediendo. Porque si en algo están todos de acuerdo es en los perjuicios que se están produciendo fruto de unos controles fronterizos que se aplican en un Tarajal en el que solo funciona un carril, por lo que los clientes marroquíes no pueden entrar al sufrir colas de hasta doce horas. Pero también ocurre a la inversa. Personas que compran en Ceuta y que no pueden sacar la mercancía porque la Guardia Civil se lo impide, aplicando órdenes de la Delegación del Gobierno. Y no son porteadores, son ciudadanos con compras para Ramadán que al no poder sacarlas las devuelven a los establecimientos en los que los adquirieron. La marcha del ministro Catalá en su coche oficial no frenó los gritos, ya que los concentrados siguieron protestando y exigiendo dimisiones hartos de una situación que está poniendo en riesgo sus negocios.
Así terminaba la concentración fijada para las 9.15 horas, la primera con respaldo importante que amenaza con no ser la última. Decidieron que la presencia de un miembro del equipo de Mariano Rajoy serviría para que sus protestas se pudieran escuchar ya que están hartos de chocar contra los muros de las instituciones ceutíes.
Ana Morón, micrófono en mano, se erigió en representante de las quejas de los comerciantes, aunque a ella le siguieron muchos más para, simplemente, hacer visible su enojo. Desde la librera África Tótem, hasta el empresario Bentolila, entre otros. “Es una problemática que está afectando a empresarios y trabajadores de todos los sectores: taxi, hostelería, banca y el sector servicios en general. ¿Queremos conseguir que se destruya empleo y una crisis que dejaría a Ceuta hundida totalmente?”, se preguntaba Morón, que recordó cómo Ceuta había conseguido adaptarse a las continuas crisis pero la de ahora parecía incontrolable al no aceptarse ninguna propuesta de los empresarios, como si fuera un problema exclusivo de los de las naves del Tarajal.
“Los empleados estamos asustados a perder nuestro puestos de trabajo y los empresarios se sienten temerosos de cerrar sus empresas. Los clientes están dejando de venir por las largas esperas en la frontera y los están aburriendo”, indicó. “Los políticos tienen que salir de los despachos, que se quiten las chaquetas y que se remanguen sus camisas para pasear por nuestras calles y ver la realidad: que los comercios están vacíos y sin público. Que no salgan solo a pedirnos el voto, que vengan a visitarnos con más frecuencia y nos pregunten qué es lo que pasa”, insistió. África Tótem lamentó la imagen que se estaba dando de Ceuta, que asomaba como una ciudad dejada, que estaba perdiendo su encanto por culpa de la acción política al cargarse los comercios.
Los empresarios pidieron la apertura de los seis carriles de la frontera, así como la adopción de controles de las sociedades fantasmas y la apertura del paso de Benzú. Así también solicitaron la ampliación de los horarios de acceso a Ceuta y que el ministro de Exteriores y la UE llamen la atención a Marruecos por la situación que se está produciendo y que negocien con ellos, atendiendo las quejas con la celeridad con la que han atendido otras.
Desde primera hora cobraba forma la concentración Desde primera hora de la mañana iban llegando comerciantes a las puertas del Ayuntamiento, hasta dejar cada vez más imperceptible la estatua del alcalde Sánchez Prado. A las 9.30 horas se cifraba en 500 las personas reunidas pero ya a la salida del ministro, la propia Policía elevaba el número hasta el millar. Era una concentración que interesaba no solo a la ciudadanía en general sino también a las distintas unidades del Servicio de Información de CNP o Guardia Civil, que controlaban lo que estaba pasando. El pueblo había mostrado su rechazo a una situación que está afectando a muchísimas personas y que se está notando ya en las ventas debido a la nula presencia del cliente marroquí.
La tranquilidad... antes del abucheo Solo los que estaban a pie de calle sabían del malestar que iba creciendo en la calle, así que cuando salía el ministro o las autoridades mostraban unas sonrisas que cambiaron totalmente al verse rodeados de tantas personas unidas al grito de dimisión. ¿La dimisión de quién? De los responsables.