Una llamada telefónica el jueves pasado les comunicó la sentencia del Tribunal de Salé: ocho años de prisión para su hijo, Milud Layachi, detenido desde 2009 en Marruecos cuando volvía de pasar dos días en el país vecino con el vehículo de un amigo, un Mercedes 250 de color verde que, insisten sus padres, es el motivo de su sufrimiento.
El magistrado le inculpa, junto al resto de componentes de la célula terrorista juzgada, de “constitución de banda criminal, preparación de actos terroristas, recogida de fondos para su utilización en atentados, tráfico de droga, robo de coches y falsificación de documentación de los vehículos”.
Quien estaba al otro lado del hilo telefónico era el propio Milud, “muy afectado” por la sentencia, recuerda Mustafa, su padre. El joven considera la condena “injusta” y estudia ponerse en huelga de hambre como forma de protesta. Su progenitor pide calma a Milud y sostiene que “no va a adelantar nada sin comer”.
La familia tiene previsto mantener una reunión con su abogado marroquí para determinar la pertinencia de recurrir la sentencia de la sala criminal encargada de asuntos de terrorismo.
Marruecos dictó penas de entre cinco y doce años de prisión a los 12 miembros de este grupo desarticulado el pasado junio y que operaba entre Marruecos y España. Entre ellos, el juez dictó un castigo de 12 años de cárcel y una multa de 500.000 dirham (cerca de 4.500 euros) contra el principal inculpado en este proceso, Abdalah Ahram, alias Abu Yassín, también vecino del Príncipe.
“Ha pasado por más de 20 juicios y teníamos la ilusión de que el próximo fuera el último. Creíamos que volvería pronto”, explica desconcertado este padre, quien reconoce que Milud fue recluso del Centro Penitenciario de Los Rosales durante seis años pero “ha aprendido de los errores del pasado”. Por este motivo, insiste en la inocencia de su hijo y niega cualquier vinculación con la célula de Abu Yasín.
La figura del Mercedes verde vuelve a planear sobre sus palabras: “No sé qué ocurre con ese coche pero su amigo es el propietario y no él. Está pagando injustamente”, subrayó Mustafa.
Cooperación “nula” de las autoridades
Si hay algo que Mustafa Layachi, padre de Milud, ha echado en falta durante el año de detención de su hijo, desde mayo de 2009, es la cooperación de las autoridades la cual considera “nula”. A pesar de que reconoce que mantuvo un encuentro con el delegado del Gobierno, José Fernández Chacón, y que el Consulado de España en Rabat, Marruecos, garantizó su colaboración, Mustafa lamenta que la administración “haya olvidado nuestro caso”. Este vecino del Príncipe espera que la Delegación del Gobierno pueda volver a recibirlo después de que se haya conocido la sentencia de ocho años de prisión decretada por el Tribunal de Salé. “Quiero que mi Gobierno responda por uno de sus ciudadanos que se encuentra en prisión por unos delitos que nunca ha cometido”, subrayó. En cuanto a su relación con Abu Yassín, a quien Marruecos identifica como líder del grupo condenado, Mustafa indica que su hijo está separado del resto de personas procesadas por este asunto.