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Ocho militares ceutíes tienen morriña de su tierra desde Irak

Ocho militares ceutíes se encuentran ahora mismo en la Base Gran Capitán en Irak. Hasta allí les ha llevado la continuidad de la misión internacional de las tropas españolas que preparan a las iraquíes. El Ejército español lleva ya cinco años cumpliendo con esta misión y se han producido un total de diez rotaciones.
El grueso de esta rotación la lleva el Regimiento de Infantería Soria número 9 que tiene su cuartel general en las Islas Canarias. Los militares de Ceuta forman parte de los equipos de instructores y además cumplen con una segunda misión que es la de facilitadores en la traducción, ante la gran cantidad de intérpretes que necesitan durante este tiempo.
De los ocho militares ceutíes, seis de ellos están ahora mismo destinados en nuestra ciudad. Nuestro interlocutor es Hicham, cabo primero del Regimiento de Artillería número 30 y de la misma arma le acompaña una soldado. Luego hay tres del Regimiento de Caballería Montesa número 3, concretamente dos cabos y un soldado, junto al único representante de un soldado del Regimiento de Ingenieros número 7. Allí se han encontrado con otros dos naturales de Ceuta, pero que en la actualidad prestan sus servicios en la ciudad hermana de Melilla, uno en el Tercio Gran Capitán I de la Legión y el segundo en el Regimiento de Regulares número 52.
Llegaron hasta tierras iraquíes en el mes de mayo y para noviembre comenzarán el regreso a casa. Cada vez están más cerca de volver y lo cierto es que Hicham comenta a El Faro de Ceuta que lo están deseando porque una misión internacional se hace dura, de manera especial, en las últimas semanas cuando “ya sabes que pronto volverás a hacer el petate y regresar a tu ciudad”.
Como decíamos al comienzo de este reportaje la labor de todos ellos es la de instructores de las tropas iraquíes, pero igualmente también son facilitadores de la lengua árabe porque no dan a basto con el número de intérpretes con los que cuentan y “tiran de nosotros”. Para ser seleccionados tuvieron, en primer lugar, que pasar una prueba de nivel en el mes de febrero y una vez que fueron seleccionados les dieron un curso intensivo del dialecto iraquí al igual que del lenguaje militar que, como es lógico, no es una cuestión que dominaran. Una de las cuestiones curiosas que nos cuenta Hicham es que casualmente en las diez rotaciones que lleva el Ejército español durante los cinco años de permanencia en Irak para adiestrar a las tropas iraquíes, el 80% de los facilitadores del idioma es procedente de nuestra ciudad “y la verdad es que es una cosa de la que nos deberíamos sentir orgullosos”.
El día a día de los mismos se pasa entre el campo de instrucción y distintas labores que realizan en el interior de la base, de la que no puede salir para nada por cuestiones de seguridad, y allí deben emplear su tiempo libre con el deporte e internet, además de la cantina echando un buen rato con los amigos y compañeros. Han pasado allí el verano y desde luego no ha sido nada fácil porque han tenido que soportar temperaturas que han superado los cincuenta grados centígrados. La media entre los meses de julio y agosto el termómetro ha oscilado entre los cuarenta y uno y los cincuenta y un grados. Verdaderamente una trampa mortal. Ello obligaba a que el trabajo en el campo de instrucción que estaba fuera de la base se realizara con las primeras luces del día, donde todavía las temperaturas no llegan a ser extremas. A las cinco de la mañana ya se encontraban desayunando y a las seis en el campo de instrucción y durante cinco horas se lleva a cabo la labor de adiestramiento de las tropas iraquíes dentro de ese encargo que nuestro país lleva cumpliendo desde hace cinco años. Pero no solamente se limita ahí el trabajo porque hay días de la semana que tienen doble ración y también cuentan con sesión nocturna y deben salir al campo.
En esa relación con los soldados españoles, los iraquíes “nos tratan de igual a igual. Les sorprende desde luego que nosotros les hablemos en su idioma y que de esa manera sea más fácil comprender las órdenes que se les dan. Son gente afable en su mayoría y están por la labor de aprender”. Lo que sí deja muy claro es que no son militares al uso como pueden ser los soldados españoles porque “son gente, en muchos casos veterana, algunos tienen heridas de guerra y han llegado a combatir al Daesh”.
Esa vida diaria, una vez que termina la jornada de trabajo, es normal que se haga monótona porque no tienen la oportunidad de salir de la base. Lo tienen absolutamente prohibido por cuestiones de seguridad y es imposible que visiten ninguna ciudad ni que puedan algún día libre hacer una escapada. Todo se reduce al espacio de la base española que, como nos dice el mismo Hicham, es bastante pequeña.
Ellos realizan labores de instrucción y el tema de la seguridad es aparte. Cuando salen los convoy en dirección al campo de instrucción van protegidos por lo que se denomina “burbuja de seguridad” y allí se quedan durante las cinco horas de la instrucción para que no pase nada y puedan volver sanos y salvos hasta la base.
De todas maneras es una experiencia enriquecedora y algunos de ellos son veteranos de otras misiones internacionales donde el Ejército español es muy valorado en todos los países donde ha tenido la oportunidad de prestar su labor ya sea militar o humanitaria.

Embajador de su tierra por donde va

Hicham nos confiesa que es un gran amante de su tierra y que hace patria chica por donde va. Durante el verano ha echado mucho de menos la posibilidad de tomarse un café en la Plaza de los Reyes, de pasear por las calles de nuestra ciudad o de ir a bañarse al Parque Marítimo del Mediterráneo. De todas maneras está muy cerca de volver, no les queda a todos ellos nada más que unas semanas, durante noviembre.

Las enseñas una al lado de la otra

La bandera española en grande donde se puede leer el nombra de la operación que nuestro país viene desarrollando desde hace cinco años y que se denomina ‘Apoyo a Irak’. A la izquierda, en pequeño, la blanquinegra de nuestra ciudad que les produce a todos los soldados ceutíes que participan en la misión internacional en estas tierras un gran orgullo.

Más de 4.500 kilómetros les separan de nuestra ciudad: así queda reflejado

En un poste situado en uno de los puntos de la base española hay una serie de indicaciones donde se establece el número de kilómetros que hay con otras ciudades españolas. Pues bien, los actuales componentes de la misión no han querido que Ceuta quedara fuera y está a 4.508 kilómetros al suroeste. Además allí quedará para los restos y otros soldados caballas que participarán en un futuro en esta misión tendrán la oportunidad de llevarse esta sorpresa y desde luego será una cuestión que les llegará hasta el mismo corazón. Un trozo de Ceuta con los colores blanco y negro de nuestra bandera en tierras lejanas.

“A la familia se le echa de menos”

Lo que peor se lleva durante estos seis meses de estancia en tierras iraquíes es, precisamente, la ausencia de la familia. Por supuesto, tienen métodos para poder mitigar esa lejanía pero al final la morriña les supera como es lógico. Cuenta Hicham que los dos primeros meses se pasan más rápidos por la novedad de la llegada y el tiempo que te cuesta aclimatarte, pero luego, cuando se supera esa etapa, es cuando los días se te hacen más largos “y aquí cualquier problema que te cuenten desde nuestra ciudad se agranda cuando a lo mejor es una tontería”.
Hicham utiliza mucho de su tiempo libre en hacer deporte porque le encanta. El atletismo es una de sus pasiones y forma parte del equipo de la Comandancia General de nuestra ciudad saliendo a muchas competiciones. También Internet es otro de los escapes y los minutos que utilizan para poder hablar con sus familias a través de las videollamadas.
Reconoce nuestro interlocutor que es un enamorado de su ciudad “y por donde voy siempre he vendido bien a Ceuta y a los ceutíes”.
En esas horas muertas en la cantina de la base española habrán sido muchas las veces que estos ocho soldados ceutíes habrán hablando de su ciudad y de lo que la echaban de menos.
Es normal, como nos reconoce Hicham, está muy claro que siempre en la distancia es cuando se ve todo lo que uno tiene.
Son militares y hoy en día la participación en las misiones internacionales no deja de ser una necesidad en una carrera de un soldado y más en un país como el nuestro que tiene a un buen número de sus integrantes repartidos por muchos de los continentes.
Están quemando sus últimas semanas en tierras tan lejanas y muy pronto comenzarán a preparar los petates para regresar. Lo harán de manera escalonada al igual que hicieron la ida, no en vano tienen que dejar todo preparado para la nueva rotación que llegará a partir de noviembre y donde nuevamente habrá también representantes de la Comandancia General de nuestra ciudad. A lo largo de estos cinco años han dejado muy alta esa bandera que figura en determinados lugares de la base.

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