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Migrantes de ida y vuelta

El migrante ya no migra, circula. “Ya no podemos pensar en las migraciones como partir de un sitio para establecerse en otro, sino que es en la propia circularidad de los ciclos migratorios”, advierte el doctor en Sociología por la Universidad Complutense Antonio Álvarez Benavides, “en los espacios transnacionales, que introducen la dimensión local y global, donde debemos centrar nuestro análisis”. España, Europa, ya no quiere o necesita migrantes permanentes. Prefiere el modelo Aït Ayad, el pueblo bereber que lleva medio siglo satisfaciendo necesidades propias y ajenas durante medio siglo, primero en Francia, después en Italia, más tarde en España. Y si puede ser eligiendo previamente a quienes se recibe, mejor.
Desde 2004 las políticas referentes a la denominada ‘migración circular’ forman parte de “un marco estratégico global cuyo objetivo es armonizar las actuaciones dirigidas a gestionar y regular los flujos migratorios con las acciones para el desarrollo, la cooperación en materia de control de flujos y la cooperación económica y política con los países de origen”. Entre 2003 y 2007 vivieron sus mejores años. Cuando estalló la burbuja inmobiliaria y España dejó de tener una demanda de mano de obra que su propia sociedad no podía o quería satisfacer, esta vía de migración organizada cayó en la misma o mayor proporción que la espontánea.
El declive de la contratación en origen, que desde hace un sexenio no se cae de la boca de ministros y presidentes, propicia, desde el punto de vista gubernamental, un “triple beneficio” frente a la inmigración estable, ordenada o irregular: “Los países de origen pueden favorecer su desarrollo social y económico gracias a los recursos económicos obtenidos por los migrantes y a la transferencia de las cualificaciones y capacidades adquiridas durante su estancia en el país de destino; los propios migrantes se benefician de encontrar empleo en el marco de los esquemas legales de contratación y permite a los países de recepción ajustar el flujo de mano de obra extranjera a la demanda de sus mercados de trabajo y facilitar la gestión y control de los flujos migratorios”, según enumera el catedrático de Sociología de la UNED Miguel Requena en el informe ‘Migración Temporal y Circular: evidencia empírica, políticas actuales y opciones futuras en España’.
Paradójicamente, el éxito cuantitativo de estas fórmulas ha sido inversamente proporcional a su promoción política: entre 2006 y 2008, al final de la era dorada del ladrillo, el número de permisos de trabajo de temporada concedidos a extranjeros rondó los 80.000. En 2009 se precipitó por debajo de 5.000 y desde entonces medra muy lentamente: 11.983 en 2010 y 14.615 en 2011, el último ejercicio con datos oficiales del Ministerio. ¿Repuntará?
“La ‘migración circular’ es algo que estamos ‘vendiendo’ como si fuera un gran éxito a la Unión Europea pero sobre lo que hay que hacer muchos matices”, advierte secretario Federal de Política Social e Igualdad de UGT, Jesús Acasuso, nada más regresar de su última visita a las temporeras marroquíes que recogen la fresa en Huelva, una de las dos regiones de España, junto al valle del Ebro, que se han convertido en santo y seña del aprovechamiento de este modelo de gestión de la migración.
La primavera pasada, el Parlamento Europeo asumió una resolución en la que, literalmente, “reconoció” el “potencial” de la inmigración (laboral) circular para “dar lugar a una situación beneficiosa para las tres partes interesadas (los migrantes, el Estado de acogida y el de origen)”; “exhortó” a los Estados miembros a “abrir sus puertas y a facilitar este tipo de inmigración y emigración”; y “puso de relieve” la importancia que reviste “que el ser humano se encuentre en el centro de la migración circular y en velar que los conocimientos y las capacidades adquiridas se pueden aprovechar en caso de retorno”.

Una opción “limitada”
“La migración circular”, advierte Mercedes Gordo, del Instituto de Desarrollo Local de la Universidad de Huelva (UHU), “puede ser una alternativa muy buena pero muy limitada en número al fenómeno de inmigración desordenada que hemos conocido si somos conscientes de que no responde a todos los proyectos vitales de los migrantes y que debe ser perfeccionada de forma más garantista, algo que vamos haciendo muy lentamente”.
La investigadora, que lleva años poniendo la lupa sobre el caso onubense involucrada en proyectos con financiación europea como ‘AENEA’, ‘M@res I’ y, ahora, ‘M@res II’, pone cifras más actualizadas al fenómeno en el extremo occidental de Andalucía, al que este verano han llegado 2.186 temporeras del Reino alauita, la mitad que hace dos veranos (5.975).
Alrededor de la fresa, durante los últimos diez años, se han ido puliendo defectos del modelo de ‘migración circular’ utilizado: la adecuación de la mano de obra reclamada a la necesitada ha ido mejorando, como las condiciones sociolaborales de acogida. En paralelo, el fenómeno del quebrantamiento de la obligación de regresar al país de origen, en este caso Marruecos, casi ha desaparecido y hoy el porcentaje de retorno “supera el 90%”.
En la Asociación Solidaria para la Integración Sociolaboral del Inmigrante (ASISI) ratifican este extremo. Hace “años” que no reciben a ninguna contratada en origen que haya decidido no volver a su país para quedarse irregularmente en España.  Hoy, todas las contratadas en origen llevan cerca de un lustro yendo y viniendo, cubriendo ambos trayectos sin falta para poder seguir realizándolos de nuevo.
Otros observadores como Alicia Reigada, de la Universidad de Sevilla (US), o la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) francesa alertan de lunares por erradicar: “Comparto la idea”, aporta la profesora hispalense, “de que el modelo actual de contratación y de gestión de las migraciones laborales ha supuesto ciertas ventajas y aspectos positivos pero tales mejoras no pueden hacernos olvidar que ha servido para legitimar la distinción y jerarquización que nuestro sistema político y jurídico establece entre dos categorías de trabajadores inmigrantes, la inmigración ‘legal’ y la ‘ilegal”.
Desde su punto de vista, así se ha “reforzado”  la “criminalización y desprotección absoluta de esta última, a la que se ha hecho responsable de situaciones y fenómenos como el trabajo irregular, los asentamientos de chabolas o los conflictos sociales que son resultado del propio modelo de ‘desarrollo”. Repudiado por los contratantes por “ridículo”, el último de la FIDH sobre la migración de ida y vuelta en Huelva denunció en 2012 la existencia de “un marco jurídico poco protector en el cual los días no trabajados no se pagan y la representación sindical de estos trabajadores resulta casi imposible”.

Integración
“En España la contratación en origen como esquema de migración temporal y circular ha tropezado con la oposición sindical, que ha apreciado en ella un riesgo para los puestos de trabajo y de reducción de salarios, pero es absurdo creerla una solución para todo porque muchos migrantes no tienen ninguna intención de volver a sus países de origen”, añade la profesora de Ciencia Política en la UNED Carmen González, investigadora principal del área de Migraciones Internacionales del Real Instituto Elcano.
Según esta experta, la ‘migración circular’ dificulta realmente la “integración” del migrante en España (“porque de hecho nunca llega a producirse del todo”, tal y como apostilla Álvarez Benavides) pero considera “muy mal dirigidas” las críticas a un modelo de selección de los contratados en el que Reigada aprecia trazas “racistas y sexistas”. Para la investigadora de la US, “la experiencia constata que el sistema de contratación en origen se ajusta fundamentalmente a las necesidades de los empresarios agrícolas y el Estado” y “así lo evidencia el perfil  de trabajadora demandado (mujer, de mediana edad y con hijos, pero que debe emigrar sin familia), las constricciones del contrato (en cuanto a movilidad geográfica, duración y sector laboral) y el compromiso de retorno (según el modelo de la ‘trabajadora de temporada’)”.
El abogado Luis Murillo, que desde ACOSEPA y ‘Urval Asesores’ lleva años como gestor de contrataciones en origen para el valle del Ebro, le da la razón en sus virtudes para el empresario, que extiende a todos los agentes implicados, y lamenta que el Estado no la haya incentivado con más vigor.  A juicio de González, si para la fresa se piden mujeres es “porque son más eficaces en una labor tradicionalmente femenina” y la obligación de retorno “es una fórmula imprescindible para que funcione el sistema porque hubo un momento en el que ni siquiera aparecían en sus puestos”.
“Podemos estar de acuerdo en que el modelo tiene un efecto negativo sobre las retribuciones en el sector, pero también debemos preguntarnos si sería sostenible con salarios más altos, y debemos reconocer que en el campo el sistema satisface a todas las partes, a las mujeres que son contratadas, desde la óptica española y, si contribuye al desarrollo en origen, desde la marroquí”, amplía el foco.
González es partidaria de ampliar el modelo de ‘migración circular’ del ámbito agrícola, al que se circunscribe actualmente, a campos “más cualificados” como el universitario y de la investigación, “que sí se están explorando en países como Francia o Italia con Túnez o Marruecos” y que en España apenas funcionan pese a experiencias aisladas como la de la ‘importación’ de socorristas argentinos a Canarias que cita Gordo.
“Otros programas de trabajadores agrícolas de temporada, como el ‘PTAT México-Canadá’ o el ‘H2A’ en Estados Unidos, que cuentan con una larga trayectoria, nos invitan a pensar en la posibilidad de que, efectivamente, este sistema será ‘viable’ en un futuro”, augura Reigada para “cuando cambie la coyuntura económica”. “Es habitual”, añade, “que este tipo de programas, aunque atraviesen distintas etapas y experimenten cambios, se mantengan de manera más o menos estable. Ahora bien”, alerta, “que sea ‘viable’ no significa que sea ‘socialmente sostenible y justo”.

Una vía para abrir “expectativas personales y profesionales”

El ‘círculo virtuoso’ de la ‘migración circular’ sólo puede cerrarse, y por ello apuesta la UE, si sus programas redundan en posibilidades de desarrollo para los países de origen de los migrantes. En el broche al sistema trabajan, entre otras instituciones sociales, la Fundación de Pagesos Solidaris catalana y la Fundación CIREM de Larache, en Marruecos. La primera lleva a cabo desde hace años un Programa de Codesarrollo que proporciona formación a trabajadores que han llegado a Cataluña con un proyecto de trabajo temporal y que, al volver a su país, están dispuestas a contribuir al desarrollo de sus comunidades de origen. La segunda reclama “más coordinación” entre todos los agentes implicados en el sistema y proyectos de desarrollo en los pueblos de origen con una dimensión supra-local para que la migración circular ofrezca “un cambio de perspectiva sobre las expectativas personales y profesionales” de las contratadas.

Un balance “contradictorio”

El modelo de ‘contingente’, primero, denominado de ‘contratación en origen’ desde 2009, merece, a juicio de Estrella Reigada, “un balance contradictorio, en el que, sin negar sus ventajas y aspectos positivos, sobresalen las formas de desigualdad sobre las que se sustenta, que nos alejan de las visiones idealizadas y optimistas que muchas veces se ofrecen de ella”. La profesora de la Universidad de Sevilla apunta en el debe del sistema, que en zonas como Huelva “se ha sustentado sobre formas de segmentación étnica y sexual del mercado de trabajo; de control de las trabajadoras (tanto en los espacios laborales como fuera de la jornada de trabajo); de desmovilización sindical, en comparación con otros colectivos de trabajadores (tanto andaluces como extranjeros)”. Para Carmen González, del Real Instituto Elcano, “el español es un caso extraño en el contexto europeo de la recepción de ‘migración circular’ desde países vecinos a la UE porque cuenta con una experiencia bien gestionada y, en términos generales, satisfactoria para todas las partes implicadas pero carece de la variedad y cantidad de migrantes de ida y vuelta o circulares que sí aparecen en otros países del borde exterior de la Unión”. Con vistas al futuro, cuando remita la crisis, aboga por “imitar a Francia o a Canadá en su atracción de estudiantes universitarios y graduados marroquíes”.

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