El miedo a la deportación se hace cada vez más fuerte en las naves del Tarajal de Ceuta. Eso sumado al confinamiento por orden judicial de tres naves, debido a los casos de covid registrados, está convirtiendo esta especie de CETI alternativo en un auténtico polvorín. La cantidad de personas concentradas en las naves y el interés de muchas de ellas de solicitar asilo y de abandonar el lugar choca con una situación sanitaria complicada que ha provocado varios incidentes y que se teme vaya a más.
Los marroquíes que se encuentran en las naves denuncian su situación e incluso niegan que tengan covid, por lo que reclaman su absoluta libertad. Pero las naves fueron confinadas por una orden judicial, después de los exámenes y pruebas de Sanidad que han confirmado los casos de covid y el riesgo a una extensión mayor. El foco que ahora existe en las naves no tiene su origen en el propio polígono, sino que el contagio llegó de fuera, pero se extendió rápidamente en unas instalaciones en donde las medidas de distanciamiento y el cumplimiento de las normas de prevención resultan complicadas o, en demasiados casos, imposibles.
“Todos guardan silencio, tenemos miedo de volver a Marruecos”, denuncian, a la vez que niegan la existencia de coronavirus, algo que choca con la realidad constatada por Sanidad, que ha hecho cribados constantes y ha llevado a cabo la vacunación entre las personas allí concentradas, luchando contra el sentir reacio a recibir esa administración por parte de muchos de los residentes. “Nosotros huimos de Marruecos y buscamos asilo”, aclaran, entendiendo que esto, ahora, se les está negando.
La tensión va a más en este lugar en donde la Ciudad Autónoma ha ordenado presencia policial permanente. Convertir un polígono industrial de la noche a la mañana en una especie de centro de inmigrantes lleva a este tipo de situaciones, en donde falta preparación e infraestructuras para contener a una población que no quiere ser devuelta a Marruecos, que rechaza su regreso voluntario y que aspira únicamente a marchar a la Península. Y ese efecto llamada de quienes lo consiguen es lo que les mantiene en este lugar, en una olla a presión incontrolable.
A las quejas de los marroquíes se suman las de los subsaharianos que han accedido en goteo saltando la valla y que deben guardar cuarentena. Son quienes insisten en ser trasladados al CETI, centro que también atraviesa su propia situación por los casos de covid que se han registrado en el centro.
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