Hubo mucho celo en la casa de mi madre. No sólo yo estaba con esa cosita, hubo más de uno que me confesó que nuestra madre tenía algo con María del Carmen. Yo para intentar quitar hierro al asunto les dije que era la soledad, que unos gestos amables, el estar junto a ella, hablar un rato con una persona solitaria había hecho mella en nuestra madre. Aunque confieso que mis pelusas se pusieron en funcionamiento. Nuestra nueva hermana se sentó en medio de la parte derecha y antes de nada nos explicó que nunca había escuchado ni por parte de su madre, ni por la boca de nuestro padre, la existencia de una vida paralela. Y que ella estuvo sola toda su vida. Dentro de ella siempre había una cosa que le decía que faltaba algo en su vida. Fueron muchos los momentos donde añoró un hermano mayor que la protegiera del mundo y las clásicas consultas que sólo se le pueden decir a una hermana o a alguna buena amiga. Estas frases nos derritió a todos los presentes, sólo había que ver las caras que iban poniendo todos. Y el remate fue cuando soltó: “No me esperaba tener tanta familia. Pero ahora mismo tengo un nudo en la garganta que lo único que quiero es llorar de alegría”. Todos nos pusimos de pie. Le aplaudimos y por relevos fuimos a abrazarla y a besarla. Nos había llegado al corazón, era indiscutible está afirmación.
Pero quedaba lo mejor la sesión de espiritismo. Los cogimos todos de las manos y nos concentramos. La voz cantante fue de MariCarmen que desde el primer momento invocó a nuestro padre. Y al cabo de unos tres cuartos de hora empezó a hablar. “Espero que me perdoneis todos. María del Carmen fue fruto de un amor de verano. Yo nunca la rechace. Pero era muy lejos de donde vivía. Nos carteamos y también había llamadas telefónicas. Pero se cruzó vuestra madre y la verdad se enfrió todo.
Estuvimos de acuerdo en mantener el secreto. Ella tenía una familia de dinero y no le hacia falta de nada. Yo siempre que podía la visitaba muy especialmente cuando tenía que ir a visitar a mis clientes en Las Palmas de Gran Canaria. Era cuando iba al pueblo costero a estar con MariCarmen. Unos días intensos que no podía alargar. Yo tenía suficiente amor para derramar a todos mis hijos. Y lo sabéis todos. Siempre he estado junto a vosotros y cualquier cosa que os ha hecho falta yo he procurado que la tuvierais. No me deis ahora la esquina. Estoy junto a todos vosotros. No sólo ahora sino siempre que pueda estar junto a todos. Un fuerte beso y abrazo para todos ustedes”.
No cabe de decir que nos dejó a todos con las lágrimas en nuestros ojos. Había sido claro y contundente. No se arrepentía de nada y nos quería. Y lo principal estaría siempre junto a todos nosotros. Un gran padre la verdad. Hicimos un juramento de intentar reunirnos como mínimo una vez al año. Y no aprovechando ninguna fecha especial como pudiera ser la Navidad sino por ejemplo ese día 13 de diciembre día de Santa Lucía. Patrona de la luz que nos vino a todos en forma de nuestra nueva hermana.