Fueron muchos años esperando que la causa se viera. Había que hacer muchos trámites. Pero se consiguió. Sabéis lo bonito que quedó el día que nos entregaron las llaves de nuestras propiedades y llevamos a que la viera a nuestra madre. Pues lo voy a relatar. Era verano y la finca estaba en un pueblecito de las afueras de Sevilla. Fuimos todos los hermanos y mi madre por delante. Cuando llegamos había dos personas esperándonos a la entrada de la finca. Una mujer ya mayor y un hombre igual. Eran matrimonio y los encargados de tener en orden la casa principal. Tenían un sueldo que un abogado le daba todos los meses sin falta. La orden que tuvieron fue de tener todas las estancias en perfecto estado de revista. Y la verdad que era así.
Consistía en una casa de tres plantas inmensa. La parte de abajo era prácticamente un salón que podía medir unos cuarenta metros de ancho por un largo de prácticamente igual. Era un recibidor. Luego había varias estancias donde destacaba una biblioteca con un montón de libros con sus respectivas librerías de madera. Podía tener tranquilamente unos diez por diez. Un salón comedor también inmenso con una mesa larga que podía medir unos seis metros y una anchura de casi metro y medio. Luego estaba la cocina que también podía estar en unos 8 metros de largo por otros ocho de ancho. La parte de arriba estaba llena de habitaciones. Yo conté entre las dos plantas un total de 21. Todas con una dimensión grande. Provistas de cuarto de baño completo todas ellas. Y por fuera había una piscina de dos cuerpos una pequeña y otra grande en total podría tener unos treinta metros de largo por una anchura de unos 15 metros. Era un fincon. Con césped. Y muy bien cuidado.
Mi madre cuando terminó de visitar todas las estancias se puso a llorar diciendo que se acordaba de todas las vivencias que había tenido en esta casa. Eran muchos recuerdos. Todos felices. Pero nos advirtió que esto debía de costar una fortuna mantenerlo. Aunque lo bonito sería que nos mudaramos todos allí. Yo aún que estaba prendado de todo lo visto tenía los pies sobre el suelo y aunque lo propuse sabía que cada uno de nosotros ya tenía su vida hecha en sus casas. Por eso cuando propuse quedarnos aquí para comer. Deberíamos de comprar provisiones. Sabía lo que iba a ocurrir. Después de hacernos de comer un excelente arroz de carne hecho por nuestros criados que comieron con nosotros como era natural. Ya pertenecían a la familia y creíamos que deberían de jubilarse. De hecho ya lo estaban y por una cantidad ridícula de 1.000 euros al mes hacían el mantenimiento de nuestra finca. Qué bonito es decir esto. Votamos y ganó la propuesta de convertir este gran lugar en un hotel rural. No faltaba ningún detalle. Sólo poner un recibidor y cuatro cosas y para adelante.
Nos va muy bien gracias a Dios aunque sólo os puedo decir que al poco tiempo de la inauguración del mismo nuestra madre falleció. Un gran golpe por lo menos para mi ya que ella se quedó aquí en una de las habitaciones de la primera planta. Estaba siempre en el recibidor o en la piscina con su sombrilla y su mesita tomando su refresco de limón. Nunca tuvo ningún conato de comunicación con esas personas que habían en su casa que debo de decir que sigue alquilada desde hace muchos años. Muchas gracias mamá por habernos dado todo esto. Muchas gracias y que ahora seas feliz donde estés. Estaré siempre contigo.
No me abandones por favor.