Ayer se conmemoraron 76 años del fusilamiento de Sánchez-Prado. Uno de los bisnietos, Antonio Pérez-Rubín, recuerda la figura de quien es su modelo de vida Era ya un adolescente cuando vio por vez primera un puñado de antiguas fotografías y pudo ojear algunos documentos por aquel entonces ya históricos. El encargado de desempolvar aquellos recuerdos y contarle la historia del más ilustre de sus antepasados fue su abuelo materno, don Antonio. Aunque han pasado unos cuantos años desde entonces, esos comentarios que cada cierto tiempo aderezaban las reuniones familiares siguen muy frescos en la memoria de Antonio Pérez-Rubín López. Es este, su segundo apellido, el que nos señala su parentesco con el personaje histórico de la época moderna más añorado en nuestra ciudad. No es otro que el médico y alcalde republicano fusilado Antonio López Sánchez-Prado.
“He vivido siempre muy cerca de mis abuelos maternos, en el mismo edificio, así que la historia de mi bisabuelo la conozco bien desde que era un adolescente”, explica Pérez-Rubín. Cuenta que el salón de su casa está presidido por una foto de Sánchez-Prado. “Todos los miembros de mi familia, mis tíos, mis primos, mis hermanos... tenemos una foto de él en un lugar visible de nuestra casa, se ha convertido en una tradición familiar”, comenta. Una costumbre como la de visitar Ceuta a menudo, antaño al menos dos veces al año, para visitar a un par de familias amigas y poner flores a los restos de su admirado antepasado.
Como cada cinco de septiembre Antonio tenía ayer muy presente a su bisabuelo. Por eso no se extraña cuando, al otro lado del auricular, se le anuncia una llamada desde un medio de comunicación ceutí. Imagina cuál es el motivo. Es una fecha para recordar los motivos por los cuáles el médico Sánchez-Prado caló tanto en la conciencia colectiva de todo un pueblo. “Él ha sido y continúa siendo nuestro ejemplo a seguir”, afirma su bisnieto, “por eso, salvando las distancias, nuestros padres y abuelos nos han inculcado siempre el sentido de la humanidad y de la justicia”. Aunque dicen que ‘quien a los suyos se parece, honra merece’, Pérez-Rubín se ha sonrojado siempre que alguien le ha encontrado semejanza con su bisabuelo. “Realmente, en fotos, no me veo ningún parecido físico pero en Ceuta sí que, en alguna ocasión, me han encontrado alguna similitud en la forma de andar”, comenta.
Teniendo en cuenta que toda la familia del ex alcalde reside desde hace décadas en la península, ¿nunca se plantearon llevarse los restos de Sánchez-Prado junto a ellos? “Hubo un momento en que mi bisabuela lo planteó, pero fue algo muy pasajero porque viendo la devoción que los ceutíes le tienen hubiera sido ridículo e injusto”, opina, “él podría haber huido a Tánger, pero tomó la decisión de quedarse en Ceuta, así que nosotros jamás hemos pretendido moverle de allí”. Fue Lola, la esposa del difunto, quien más sufrió durante los posteriores años del franquismo. Por eso apenas hablaba del tema. Y es que descender de un republicano fusilado no daba ninguna facilidad. “Mi padre quiso ser médico pero le cerraron las puertas de la universidad y tuvo que terminar de mecánico”, ejemplifica. El consuelo que a todos les ha quedado tras tantos años de puertas cerradas es comprobar cómo, aunque transcurran las décadas, los ceutíes de todas las edades siguen admirando la figura de quien para ellos es, simple y llanamente, el abuelo Antonio.