La presión ejercida por menores marroquíes en el lado vecino de la
frontera que enlaza con Ceuta termina transformándose en un auténtico acoso, sobre todo contra los conductores de vehículos extranjeros y especialmente las caravanas. En grupos se intentan subir a los techos o engancharse en los bajos de estos vehículos con la única intención de colarse, superar el paso fronterizo y llegar a Ceuta. Son muchos los que lo consiguen, por eso el efecto llamada persiste. Quienes se llevan la peor parte son los propios conductores, que atrapados en las colas no encuentran apoyo salvo con la llegada de las fuerzas de seguridad que simplemente les llaman la atención para que se marchen. El riesgo es claro también para los propios menores. Ya se han producido muertes por aplastamiento de vehículos y heridos de gravedad. No obstante el escenario de la frontera sigue siendo el elegido para permanecer allí hasta conseguir la entrada.