En los ochenta y dos años de presencia de La Legión en los desfiles procesionales de Mena, han sucedido tal cantidad de hechos dignos de ser contados, que llevarlos al papel supondría escribir una obra de decenas de volúmenes.
De la transformación experimentada por Málaga cada Jueves Santo con la llegada de La Legión para desfilar con el empaque y la marcialidad que la caracteriza. Ese estilo legionario deja una huella imborrable no solo en los “Caballeros Legionarios”, sino en el público que los espera espectante, y los ve pasar por las calles cantando “El novio de la muerte”, una canción que se ajusta a la perfección al espíritu a La Legión. ¿Quién no ha derramado una lágrima cuando posando los ojos en la impresionante imagen del “Cristo de la Buena Muerte”,ha escuchado las voces roncas y acompasadas de unos hombres que expresan sus más arraigados sentimientos en la letra de una canción inolvidable?.
No tardaron los congregantes de Mena en volver a tierras africanas invitados, una vez más, por los mandos de La Legión para agradecerles el recibimiento y las atenciones de que habían sido objeto en Málaga durante la Semana Santa de 1930.
Esta vez, el destino sería el otro gran acuartelamiento legionario de aquella época “Tauima” junto a Melilla, y la fecha fijada los primeros días de julio de ese mismo año. El objetivo de esta visita era otorgar los dos primeros nombramientos de “Legionario de Honor”, en favor del Hermano Mayor de la Congregación de Mena a D. Joaquín Mañas y del directivo y hombre que tanto había hecho por la vinculación del “Cristo de la Buena Muerte y La Legión”, D. José Pérez Asencio.
Los congregantes (19), partieron de Málaga el día 4 de julio de 1.930. En el puerto de Melilla, se encontraba una nutrida representación legionaria que los aclamaba. Al frente de la comisión legionaria se encontraba el oficial legionario de mayor graduación de la zona, el teniente coronel D. Ricardo Rada Peral que actuó de anfitrión. Entre otros detalles de la recepción cabe señalar que las jóvenes malagueñas que integraban la la expedición “fueron obsequiadas con hermosos bouquets de flores’Del puerto los componentes de la expedición fueron llevados al Hotel Reina Victoria, donde quedaron alojados.
"Julio 1930. No tardaron los congregantes de Mena en volver a tierras africanas invitados, una vez más, por los mandos de La Legión para agradecerles el recibimiento y las atenciones de que habían sido objeto en Málaga en Semana Santa"
Entre los actos programados por los mandos de La Legión destacamos:
-Invitados a la cercana población de Nador (territorio marroquí), donde se le ofreció “un té a la usanza marroquí”, y a Monte Arruit, donde se rezó un responso en recuerdo de las víctimas españolas en 1.921. Cuartel de Tauima
-Llegada al acuartelamiento de la Legión en Tauima, fueron recibidos por la banda de cornetas y tambores del Tercio.
-Rindieron los honores dos Banderas de legionarios, una en orden de parada; otra vistiendo el pantalón blanco corto y la blusa gris, realizando simulacros de combates y ataques al enemigo.
-Finalizando con un gran desfile de las tropas legionarias y la visita a la granja legionaria.
-Al medio día, se celebró un almuerzo al aire libre en honor de los visitantes, presidido por el teniente coronel D. Ricardo de Rada y Peral, como nota de originalidad y color local; “las siete compañías que residen en Tauima confeccionaron y seleccionaron sus menús de manera autónoma, siendo cinco el número de platos cada uno de ellos”; de esta manera los comensales se encontraron con siete menús de cinco platos cada uno.
-Visita al cuartel de Regulares.
El teniente coronel Sr. Rada y Peral agradeció la presencia de los congregantes malagueños y muy especialmente de D. Antonio Creixel de Pablo Blanco, propietario de la “Unión Mercantil” defensor a ultranza de la presencia y la labor de España en Marruecos; prometió que la “vinculación entre Mena y La Legión debería perdurar eternamente, y prometió ir a Málaga con su Legión para escoltar como cristiano y como cofrade al Santísimo Cristo de la Buena Muerte”
Y finalmente, los homenajeados con los dos primeros títulos de “Legionario de Honor”, a los Sres: Pérez Asencio y Mañas. En el discurso del Hermano Mayor (Sr. Mañas), entre otras cosas dijo: “que La Legión nunca debería faltar en el futuro a la procesión de “Mena”, pues esta no podía tener íntimamente más patrono que el “Cristo de la Buena Muerte”, solicitando “una muestra de tierra africana regada por la sangre de los legionarios qué iría a los pies del Crucificado de Mena”.
Y el lunes día siete fue el día de las despedidas, con una comida muy restringida en el domicilio privado del teniente coronel Sr.
A finales de julio de aquel año 1930 se decidió corresponder a tanto cariño y fraternidad. Para ello se nombra al jefe de La Legión D. Juan José Liniers y Mugiro, como “Teniente Hermano Mayor” efectivo de la Congregación (su antecesor D. Eugenio Sanz de Larín, recibió el mismo título en 1928).
Para hacer efectivo este nombramiento y seguir estrechando los fuertes lazos ya existentes con La Legión. El entonces jefe llegó y permaneció en Málaga cuatro días a mediados de agosto (del 15 al 19 de agosto) de 1930, con un apretado programa de actos y homenajes.
Dentro de los actos destacamos: la visita a Santo Domingo sede del Cristo de Mena, y el ofrecimiento de un almuerzo en el Hotel Caleta Palace, con la presencia del Sr. Alcalde y diversas personalidades dentro de la sociedad malagueña.
El homenajeado agradeció el acto celebrado en su honor, que hacía extensivo a todos los hombres a su mando, realizando después un recorrido por la breve historia del “Tercio”, con referencia expresa a: Millán-Astray, Franco y Valenzuela.
Al día siguiente, 18 de agosto, el Hermano Mayor de Mena, D. Joaquín Mañas, invitó al coronel Sr. Liniers en su domicilio particular. El 19 de agosto el jefe de La Legión partió para Ceuta a bordo del vapor “Fernández Silvestre”.
La Semana Santa de 1931 fue el final de una época de oro para el procesionismo malagueño. La salida, en el contexto general de España de la dictadura de Primo de Rivera se hacía cada vez más difícil con una oposición republicana-socialista crecida que reclamaba claramente el fin de la monarquía en un ambiente de creciente tensión social y política.
Por lo tanto, no nos puede extrañar qué bajo la fachada de una aparente normalidad, la Cuaresma y la Semana Santa de 1931 se vivieron con tensión y miedo. Hay que indicar, que en el citado 1931 el “Cristo de Mena” protagoniza por segunda vez, la primera fue en 1927, el cartel de la “Semana Santa de Málaga”, obra del gaditano Francisco Hoheleiter y Castro.
Por lo tanto, pasamos a referirnos en concreto a la “Congregación de Mena”, pues ésta, parece ajena al convulso entorno político y social del año 1931 y, prepara con entusiasmo y fervor los actos cuaresmales y la Semana Santa. Naturalmente la joya más preciada es la prevista participación de “LA LEGIÓN” junto a su patrón, el “Santísimo Cristo de la Buena Muerte” que, como es lógico, se quiere aumentar y mejorar. La labor de proselitismo y apostolado ha sido intensa durante el año anterior. Ya todos los legionarios llevan sobre su pecho una medalla con la esfigie de “su” Cristo. Además, se espera que La Legión mande a Málaga una mayor representación que en 1930.
Pero, sin lugar a dudas, la gran novedad de la Semana Santa de 1.931 en lo que a La Legión se refiere, es la puesta en marcha de: “LA PRIMERA GUARDIA LEGIONARIA ANTE LA IMAGEN DEL CRISTO DE LA BUENA MUERTE”. Con ello, se continuaba la tradición de la exposición solemne del “Cristo de Mena” para que pudiera contemplarse y venerado por el pueblo de Málaga.
Para llevar a feliz término esta trascendental iniciativa, llegaron a Málaga procedente de Ceuta, una sección de legionarios al mando de un oficial el 27 de marzo. La previsión, era que, entre el Domingo de Ramos, 28 de marzo y el Miércoles Santo, 1 de abril, tuviese lugar la guardia solemne.
Al igual que años anteriores, la maravillosa imagen fue colocada en el centro de su capilla sobre severo túmulo, que se hallará rodeado de cuatro blandones (Vela gruesa de cera con una mecha) de plata, y alfombrado su suelo con flores moradas. Los legionarios, relevándose de hora en hora y en número de cuatro, velarán al que, en horas de infortunio ha sido sostén de sus vidas y propulsor de su arraigada fe cristiana.
Las horas de exposición se establecieron desde las 11.00 horas de la mañana hasta las 13.00 horas y desde las 15.00 horas a las 19.00 horas.
En efecto, el piquete legionario llegó a Málaga, junto a sus armas y pertrechos, traían los cuatro Guiones de gala de las cuatro banderas del Tercio que entonces se hallaban en Ceuta y el “banderín” de mando que quedaron colocados a los pies del Cristo de la Buena Muerte.
Esta exposición solemne y guardia de la que se conserva un magnífico testimonio, culminó el Miércoles Santo, 1 de abril a las 19.30 horas de la tarde cuando el “Cristo de Mena”, fue trasladado solemnemente desde su capilla, al espléndido trono procesional, obra de Palma García.
Se verificó la emocionante ceremonia de ofrendar al “Santísimo Cristo de Mena” : “Ofrecieron al Cristo de la Buena Muerte una urna que contenía tierra recogida en los lugares donde, durante la campaña de Marruecos, se había derramado la sangre de los legionarios”.
La vitrina, contenía la inscripción: “Valenzuela, Tizzi Asa, Ttifaruín, Sidi Mesaud, tierra regada con sangre legionaria.
El gran momento de gran impacto popular que protagonizó La Legión en la Semana Santa malagueña de 1931, fue el multitudinario y esperado desembarco en el puerto. La llegada del numeroso contingente legionario se esperaba a las seis de la mañana del Jueves Santo, pero ya a las cuatro y media de la madrugada el “melillero” entraba en la bocana del puerto. Así lo especifica una vez más “La Unión Mercantil” el colorista y emocionante desembarco, la cuantía y composición de los efectivos legionarias llegados a Málaga.
Entre el público los hermanos de la Congregación de Mena en comisión, y los jefes y oficiales.
La oficialidad saltó a tierra y reunidos los militares con los hermanos malagueños, hasta las ocho de la mañana que se inició el desembarco.
El número de expedicionarios es crecido, 72 jefes y oficiales; 450 legionarios de tropa, y dos bandas de cornetas y tambores, la de Melilla y Ceuta. Llegó también el célebre carnero “Bartolo”, que los legionarios no abandonaron ni un solo momento.
A las nueve comenzó el desfile, los legionarios salieron del muelle y recorrieron las principales calles de la ciudad.
El redactor del más importante diario local (La Unión Mercantil), concluye su crónica con un elogioso recuerdo al coronel jefe de La Legión, Sr. Liniers que no había podido venir a Málaga por motivos de salud y al general Sr. Pozas, ambos son los más decididos y fervorosos hermanos que tiene la Cofradía.
A las diez de la noche se inició la procesión desde el interior de la parroquia de Santo Domingo. Los testimonios periodísticos sobre la misma no dejan lugar a dudas sobre su brillante, espectacularidad, lujo, y al mismo tiempo, fervor y entusiasmo popular.
Pero, sin duda, el gran atractivo popular, estético y emocional de la procesión de aquel año 1931 fue la presencia de La Legión por segundo año consecutivo, en las calles malagueñas, junto a su “Patrón”.
No hay que olvidar, que desde su fusión con la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad, dio lugar a la creación de la “Congregación de Mena”, en 1915. Por ello, en la procesión del Jueves Santo, dicha Congregación procesiona con dos tronos: el del “Cristo de Mena” y el de “Nuestra Señora de la Soledad”.
La cabeza iba integrada por las bandas de Álava y de la Cruz Roja; sección de penitentes del Señor, con túnicas blancas y capirotes negros, y los cargos con capas negras; escuadra de gastadores de La Legión de Ceuta, Guión de mando, los ocho Guiones de galas de las ocho banderas de La Legión; jefes y oficiales presididos por el teniente coronel D. Ricardo Rada y Peral y, el trono del “Cristo de la Buena Muerte”. Delante del trono, la Excma. Marquesa de Larios, ilustre benefactora de esta Hermandad.
Daban escolta al Cristo los legionarios. Seguían las bandas de cornetas y tambores, con el tambor mayor de los legionarios y una compañía de tres secciones.
En cuanto a “Nuestra Señora de la Soledad” con túnicas y capirotes negros y los cargos con capa blanca.
Se habían formados dos presidencias: una, de la Hermandad y otra de autoridades civiles y militares. Marchaban a continuación, la escuadra de gastadores de Tauima (cuartel de La Legión cercano a Melilla), la banda de cornetas y tambores de La Legión de Melilla y una sección de sesenta legionarios.
En total la participación legionaria en la procesión de 1931 ascendió a sesenta y seis músicos, setenta y dos jefes y oficiales y trescientos dos legionarios. Todo el conjunto del desfile procesional recibió aplausos calurosos y vítores de la multitud que se agolpaban en las calles.
Después de la apoteósica jornada del Jueves Santo los agasajos y los homenajes se multiplicaron. Al día siguiente de la procesión, todos los jefes y oficiales legionarios fueron agasajados en las modernas instalaciones del gran diario “La Unión Mercantil”, por su propietario, D. Antonio Creixel de Pablo Blanco, y que posteriormente visitaron sus instalaciones.
El Sábado de Gloria, la Congregación de Mena celebró, con toda solemnidad como todos los años la “Misa de Privilegio” a Nuestra Señora de la Soledad, concurriendo a la misma todos los jefes y oficiales presentes en Málaga. Finalmente, el Domingo de Resurrección, a la una y media de la tarde tuvo lugar un gran banquete en el entonces moderno y acogedor restaurante de los “Baños del Carmen” en honor de los jefes y oficiales de La Legión, con la participación de un gran número de congregantes.
El Hermano Mayor, D. Joaquín Mañas elogió en tono vibrante a todos los que contribuyeron al éxito de la procesión pasada, especialmente a La Legión, “gloria y honra de España”. Se sucedieron a continuación en el uso de la palabra, el teniente coronel Sr Rada y Peral, el poeta y dramaturgo D. Narciso Díaz y Escobar….. Finalmente intervinieron el arcipreste de la Catedral, D. Andrés Coll y el abogado y exministro monárquico D. José Estrada, que en el transcurso de su “vibrante, fogosa y entusiasta patriótica y malagueña, dedicó párrafos emotivos en honor del Cristo de Mena, de España, del Rey y de La Legión”.
Legionarios y “menosos” se despidieron fraternalmente en la segunda semana de abril con el compromiso solemne de aumentar y mejorar la presencia legionaria en Málaga junto a su Cristo para el año siguiente de 1.932. Sin embargo, una serie de acontecimientos indeseados y dramáticos se iban a suceder en el mes siguiente (mayo) rompiendo, momentáneamente, el auge procesional malagueño. La Congregación de Mena como otras muchas Cofradías perdieron casi todo en aquellos tristes días del 11 y 12 de mayo de 1931, incluida la portentosa imagen de su Titular el “Cristo de la Buena Muerte”.
La Legión, finaliza ese año su presencia los Jueves Santo en Málaga, junto a su “Cristo de Mena”, cuando aquel Cristo, el que talló Pedro de Mena, joya de la imaginería religiosa española, “el más bello Crucificado salido de la gubia humana”, según lo describe Pedro Luís Gómez en su obra “Las Cenizas de Cristo”, como indicamos anteriormente, desapareció (quemado) definitivamente en la campaña anticlerical del 12 de Mayo de 1931. Se conseva una pierna del Cristo.
Aunque no se posee testimonios documentales, cabe suponer que, a pesar del todo, y gracias a las relaciones personales fraternas establecidas hasta 1931, no debieron perderse del todo los contactos privados entre oficiales legionarios y “menosos”.
Este Cristo de Mena, sería remplazado por el que hoy conocemos, que fue esculpido en 1941 por Francisco Palma Burgos, inspirándose en la imagen original de Pedro de Mena. Y La Legión, vuelve a Málaga a escoltar a su Patrón el “Cristo de la Buena Muerte” en el año 1943.
A pesar de que no es de “Mena”, el Cristo de Palma Burgos es conocido popularmente como el “Cristo de Mena”, y así se identifica también a la Cofradía. Una de las diferencias es que el de Palma presenta unas proporciones un poco más grandes, pero hay más:
Piernas: En el de Palma de Burgos, la pierna izquierda descansa sobre la derecha, en el de Mena es al contrario.
Cabellos: Son distintos en cada talla .
El paño: El de Palma Burgos lo tiene en el lado derecho, mientras que en la antigua imagen estaba en la izquierda.
Por fin, en 1943 vuelven las fuerzas de La Legión para acompañar a su “Protector”, y se escuchan de nuevo las músicas legionarias en Málaga, con el “Cristo” de Palma Burgos, conocido popularmente como el “Cristo de Mena”. Ello merece otros capítulos.
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