Opinión

In memoriam, al coronel Manso

Encontrándome de vacaciones en Extremadura, me llega la triste noticia del fallecimiento en Ceuta, a los 92 años de edad, del Coronel de Infantería, Don Luis Manso López-Marizat. Y, en primer lugar, deseo hacer llegar mis más sentidas condolencias para su esposa, hijos y demás familiares queridos, estos últimos aún sin conocerlos personalmente. Igualmente, hago extensivo mi sentido pesar a su otra familia espiritual, el estamento militar, del que formó parte inseparable, era su tenaz defensor, que tan orgulloso él se sentía de tanto quererlo y de que también por dicha Institución a él también tanto se le quisiera, como en Ceuta era público y notorio. Él me decía que el Ejército es el custodio y el arca donde están depositadas las esencias más puras de España y los españoles.
Conocí de vista por primera vez al Coronel Manso en 1959, hace ya 63 años, simplemente viéndole pasar vestido de uniforme militar con la graduación de Teniente de Regulares, en las inmediaciones de la Plaza de la Constitución. Y, francamente, quedé impresionado de su elevada altura, aún más resaltada por andar más derecho que una vela y revestido de la marcialidad, destreza y carácter que imprime el uniforme militar de las Fuerzas de Regulares de guarnición en Ceuta y Melilla.
Luego, como fui destinado a la Península, no volví ya a verlo más hasta 1999, que llegué voluntario por tercera vez destinado a Ceuta como responsable de los Tribunales Económico-Administrativo de Ceuta y de Melilla, teniendo su sede el de Ceuta en los altos del Mercado Central, con fachada frontal mirando a dicha a Plaza de la Constitución, con preciosas vistas al mar, donde por primera lo vi vestido de uniforme aquella primera vez. También en 1999 vestía el uniforme militar, como él tanto gustaba de hacer incluso ya desde la situación de retirado. El Ejército y el uniforme castrense eran para él inseparables. Pero esta vez ya, con la graduación de Coronel, pero ya con la graduación de Coronel.
Sorpresivamente, un día se presentó en se presentó (también vestido de uniforme) en la misma sede del Tribunal, siéndome anunciada su visita por una compañera que lo hizo pasar a mi despacho. El hombre comenzó diciéndome que éramos vecinos en las páginas de El Faro de Ceuta, donde él también escribía sobre materias militares y de historia. Continuó manifestándome que me visitaba en su condición de Director del Aula Militar de Cultura del Ejército en Ceuta, en cuyo Casino Militar se impartían conferencias no sólo sobre materias militares, sino también sobre temas de historia y culturales, en general. Y me informó que el entonces Ministro de Defensa, José Bono, había ordenado que en todas las regiones militares se impartiera una conferencia sobre el concepto de España y su formación histórica como Nación. Y que el entonces Comandante General de Ceuta, Don Luis Gómez-Hortigüela y él, habían coincidido en que fuera yo quien diera esa conferencia.
Lógicamente, me sentí muy agradecido por el depósito de confianza que se me hacía, aunque en principio no tuve más remedio que excusarme debido a la intensa entrega y dedicación que conllevaba mi doble responsabilidad simultánea sobre los dos Tribunales Económico-Administrativos de Ceuta y Melilla. Pero al día siguiente volvió de nuevo a visitarme y me dijo que cómo le iba a decir él al General que yo no daría la conferencia habiendo sido él mismo quien lo había sugerido. De forma que, haciendo uso de su enorme capacidad de convicción, de su carisma, sus afables dotes de gran comunicador, que le permitían hacer pronto amistad con todos y de labrarse buenos amigos para siempre, pues terminé por decirle que no se preocuparan, que yo la daría, para ser recíproco con la confianza que habían puesto en mí.

"Conocí de vista por primera vez al coronel Manso en 1959, hace ya 63 años, simplemente viéndole pasar vestido de uniforme militar con la graduación de Teniente de Regulares"

De manera que también terminamos haciéndonos muy buenos amigos, porque cada dos o tres días volvía a visitarme para ver cómo la iba preparando, aunque nunca se la enseñé hasta el día antes de impartirla. Todo salió bastante bien, con una concurrida asistencia de personal militar y civil. Luego, volvió a insistirme mucho y me hizo impartir hasta cuatro conferencias en el Casino Militar y otra más en el Salón Noble del Ayuntamiento de Ceuta; una segunda, que versó sobre Las Armas y las Letras; otra tercera, sobre La derrota de Francia por España en la Guerra de la Independencia; otra cuarta, para la Hermandad de Veteranos del Ejército y Guardia Civil, titulada Labor cultural desarrollada por el Aula Militar de Cultura del Ejército; y la última, sobre ilustres poetas y escritores que fueron hombres de armas.
Lo refiero todo, para poner de manifiesto las muchas cualidades de Luis Manso y su gran habilidad para hacerse amigo de sus interlocutores, con su llaneza, agrado y simpatía que empatizaban con todos sus interlocutores. Y me consta que militarmente también tenía el mismo agradable talante. Como anécdota y en prueba testimonial, cito a un paisano mío de mi pueblo, Mirandilla, Cándido Andrade Villaverde, que hizo la antigua “mili” en Regulares nº 3 de Ceuta cuando Manso era Teniente, que 64 años después todavía me sigue preguntando por él cuando nos reencontramos, repitiéndome lo buen jefe que era, que sabía conciliar la responsabilidad del mando con su llaneza, sencillez y agradabilidad.
Era un hombre muy sincero, ameno y siempre de buen humor; gran amigo de sus amigos que enseguida compaginaba armoniosamente con sus contertulios, para los que siempre tenía una expresión alentadora de estímulo, ánimo, amistad y gratitud. Cuidaba mucho las formas en su trato social y tenía finos detalles que siempre dejaban satisfecho e inspiraba confianza en sus interlocutores. Sin duda, ello posibilitó que luego nos hiciéramos tan buenos amigos, porque con su sana amistad él nunca defraudaba, por su delicadeza y agrado. No se le escapaba ninguna felicitación o parabién que tuviera que cumplimentar, a la vez que también él era muy agradecido con quienes lo felicitaban.
Luego era todo un militar íntegro, de los pies a la cabeza y en cuerpo y alma, con arraigada ascendencia castrense en sus antepasados, de los que siempre se vanagloriaba y se sentía muy orgulloso. Desde su abuelo, también su mismo padre que falleció en combate siendo Comandante cuando él sólo tenía unos seis años, igualmente su tío Gumersindo Manso-Fernández-Serrano, hermano de su padre, al que cariñosamente llamaba “papá”, porque como quedó huérfano tan pequeño, pues lo adoptó y lo acogió bajo su protección y cuidados, con independencia de que gustaba mucho referir que también su madre era una mujer valiente y con carácter, que le inculcó que abrazara la carrera militar en honor a su padre y para continuar la larga tradición militar de sus antepasados.
De esa forma, ingresó en el Colegio de Huérfanos del Ejército, de manera que aquel niño de tan corta edad tuvo la entereza de sobreponerse a tan duro drama familiar, y con entrega, sacrificio y espíritu de superación, consiguió cursar el Bachiller y aprobar el ingreso en la Academia General de Zaragoza en 1950, graduándose de Teniente en 1954. Y una de las cosas de las que más se enorgullecía era de que también su hijo Juan hubiera alcanzado hace unos años su misma graduación de Coronel y estuviera destinado en La Legión, porque también lo estuvo él, así como de que su hija Marisa fuera Profesora de Instituto, según muchas veces me comentó sobre ambos, aunque no tengo la suerte de conocerles personalmente.
Cuando en 1958 llegué por primera vez a Ceuta, su tío Gumersindo Manso, era Comandante General de la plaza cuando él ya era Teniente, y falleció ejerciendo su mando en la ciudad. Recuerdo que, en el recorrido que le hizo el cortejo fúnebre fue portado a hombros en tumultuosa manifestación de duelo del Ejército y, prácticamente, todo el pueblo de Ceuta y la caja mortuoria con su féretro fue colocada momentáneamente en el monumento que González-Tablas tiene erigido en las inmediaciones del Paseo de las Palmeras de la ciudad, en homenaje a que también el tío había permanecido destinado en Regulares de Ceuta durante buena parte de su trayectoria militar. En vida fue quien entregó a Luis Manso su despacho de Teniente.
Se hallaba Luis Manso en posesión de numerosas condecoraciones, entre otras muchas: Medalla de Oro de Protección Civil. Consejo de Ministros, 1988. Escudo de Oro de la Ciudad de Ceuta 2008. Medalla de Oro de la UNED. 2008. Título de Hombre Importante de la Prensa Valenciana, 1987. Cruz al Merito Policial por el Ministerio del Interior. Tres Placas Homenaje-Distinción de cada una de las Comunidades ceutíes hindú, hebrea y musulmana. Medalla de la Paz de Marruecos. Encomienda y placa de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo. Cruz del Mérito Militar Pensionada. Siete Cruces al Mérito Militar. Cruz al Mérito Militar 1ª Clase. Medalla de Carlos V. Escarapela del Profesorado. Distinción Guardia Civil y otros numerosos homenajes y distinciones recibidos.
Al cumplir los 90 años, le fue tributado un gran homenaje de despedida, con ocasión de su cese a voluntad propia como Director de la Cátedra de Cultura del Ejército, tras 70 años de servicios al Ejército; cuyo acto solemne fue presidido por el Teniente General Jefe de la Fuerza del Ejército, con asistencia del Presidente de la Ciudad Autonómica de Ceuta, Delegada del Gobierno, Comandante General de Ceuta, General 2º Jefe y demás autoridades civiles y militares, en el Acuartelamiento de Regulares nº 3, en un solemne acto de Viernes Regular.
En resumen, el Coronel Luis Manso fue en vida una gran persona, todo un caballero y un gran señor que ha prestado excelentes servicios al Ejército, a Regulares, a Ceuta y a España. Por mi parte, me honro de haber podido gozar de su excelente amistad, sintiéndome por ello muy agradecido y deseándole de todo corazón que ahora tenga una eterna paz en el cielo, que sabiendo lo buena persona que en vida ha sido, es seguro que allá arriba tendrá reservado un sitial privilegiado y de honor.
Descanse eternamente en paz, reiterándole mis condolencias a su familia y al Ejército. al que tanto él quería, al igual que dicha Institución también le quería a él.

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