Memoria intacta 230 años después de recuperar Mahón

 

 

Ceuta conmemora, desde las doce del mediodía, la celebración de la Pascua Militar con diversos actos que se suceden cada 6 de enero desde que el Rey Carlos III la impusiera para reconocer la labor de las tropas españolas

De repente, a la mente se viene una reflexión del escritor y humorista intelectual alemán Jean Paul Friedrich quien, en una de sus obras, se refirió a la memoria como “el único paraíso del que no podemos ser expulsados”, un territorio que habita en el intelecto de cada cual a fuerza de voluntad o de rechazo: siempre anda ahí, pululando algo traviesa y a veces al libre albedrío, pero a disposición de servir.
De servir a la Patria, entre otras cosas. Y buen ejemplo de tal percepción, se vive cada día 6 de enero de 2012 en las plazas en mando del Ejército Español, porque esta efeméride, toda una tradición ya después de 230 años, conmemora un hecho acaecido en el siglo XVIII, en concreto el 6 de enero de 1782 cuando las tropas españolas, dirigidas por la figura interminable del Rey Carlos III, recuperaron para la corona española la ciudad balear de Mahón, en manos por aquel entonces del ejército inglés.
La memoria permite, asimismo, conocer que por tal motivo el rey felicitó a sus hombres e instituyó la denominada Pascua Militar, ordenando a los virreyes de su reinado, así como a capitanes generales y jefes de guarnición que reunieran en ese día, jornada en la que ya por entonces se celebraba los Reyes Magos, a sus guarniciones en aras de felicitarles en su nombre por la gesta de la recuperación de Menorca.
Contadas tales pinceladas del pasado, la memoria se despeja, dejando hueco y vía libre, para que el “ahora” devore terreno y se erija en un primerísimo primer plano, que se diría en el argot del mundo del celuloide.
El presente, de pronto y en impresión inicial, puede resultar hosco, lúgubre e inquietante: nada más lejos de la realidad porque aunque es cierto que justo cuando el reloj marcaba las doce en punto del mediodía –los niños estrenaban coches, botines o pelotas en las calles aledañas– y sobre el lugar donde tenía lugar el acto castrense un estruendo seco y rotundo sacudió el agradable –por el sol– ambiente de la Plaza África, pudiendo confundir el cañonazo ejecutado desde el baluarte de la bandera con un cañón modelo schneider 75/22 milímetros con pesadillas del pasado –la memoria, otra vez la memoria–, se trataba en realidad de la llamada que daba, de modo simbólico, la venia para que la celebración de Pascua Militar diera comienzo.
En este preciso instante, y por la derecha en el caso de que el curioso se colocara mirando de frente la sede de la Comandancia General de Ceuta, el comandante general, Ramón Martín–Ambrosio Merino, hacía su entrada a la plaza: Firmes y silencio absoluto.
La parada militar que acto seguido se inició en la plaza de África sirvió para que los vecinos ceutíes presentes –un número considerable–, las autoridades civiles y militares que asisitieron al desarrollo de los actos, vieran cómo las unidades participantes desfilaban con rigor y lealtad a la Patria con los acordes que entonaba la unidad de música de la Comandancia.
Una por una y por orden de aparición, las unidades participantes fueron la escuadra de gastadores y banda de guerra del Regimiento de Caballería Acorazado ‘Montesa’ 3; la unidad de música de la Comandancia General de Ceuta y una compañía de Honores formada por una sección del Regimiento de Caballería Acorazado ‘Montesa’ 3; una sección del Grupo de Regulares Ceuta número 54 y una sección del Tercio Duque de Alba 2º de La Legión.
“Es un honor felicitar a los componentes de los Ejércitos y de la Guardia Civil de esta guarnición de Ceuta, en presencia de sus primeras autoridades, lo cual nos sirve de estímulo y apoyo” decía en el preludio de su alocución el comandante general, quien continuaba extendiendo la felicitación “desde el último  soldado que ha ingresado en las filas de las Fuerzas Armadas hasta el militar más caracterizado ya cumplan su misión en el exterior como dentro del territorio español por los esfuerzos realizados durante el último año en defensa de los principios que en su día juraron, y los esfuerzos que, día a día, realizan por alcanzar la excelencia en su preparación”.
La palabras de Martín–Ambrosio Merino, pronunciadas ya en el Salón del Trono de la sede de la Comandancia General de Ceuta, ante la atención de todos los presentes tuvieron, de algún modo, continuación o epílogo con las valoraciones realizadas por el presidente de la Ciudad, Juan Vivas, y por el nuevo delegado del Gobierno, Francisco Antonio González Pérez, debutante en estas lides castrense –escrito sea en el buen sentido, huelga aclarar–, con el paréntesis de las condecoraciones al personal de las unidades que se ha hecho acreedor de tales distinciones.
“En nombre de todos los ceutíes”, señalaba el presidente Vivas, “quiero dejar constancia de la felicitación a las Fuerzas Armadas y en particular al Comandante General y a todos los que componen la Comandancia General de Ceuta, una felicitación sentida porque Ceuta lleva el componente militar en el corazón y en el alma y porque las Fuerzas Armadas significan mucho pra España y por tanto significan mucho para Ceuta, puntualización ésta que considero muy acertada y que además corresponde hacerla”.
Asimismo, el presidente proseguía diciendo que “el Ejército Español es un activo desde el punto de vista internacional, una seguridad y una garantía respecto a cuestiones esenciales que encomienda la Constitución a todos los españoles, de ahí que quiera transmitir en nombre de los ceutíes esta felicitación”.
Vivas quiso extender la enhorabuena con un sentimiento de gratitud “que tiene mucho compontente de admiración, tal y como ha dicho el comandante general, para los miembros de las Fuerzas Armadas que el año pasado que acaba de finalizar, por razones de servicio o por avatares de la vida, nos han abandonado, y por todo ello y correspondiéndose con toda la esencia que para Ceuta significa el ejército, deseo repetir unas palabras que digo muchas veces y que al comandante le gusta que diga, y es que Ceuta es centinela, atalaya y baluarte del Ejército de ahí que cuidemos el compromiso de colabarar con la institución en todo aquello que esté a nuestro alcance”, indicaba el presidente ante la presencia y el reconocimiento del comandante general así como del nuevo delegado del Gobierno.
Precisamente, fue González Pérez quien a continuación recogió el testigo del presidente en forma de palabras y lo hizo para expresar “una sincera felicitación, como no podía ser de otra manera, en una jornada que es el día grande de nuestro Ejército Español, del que me siento absolutamente orgulloso –y más específicamente estando aquí en Ceuta–, de su Comandancia General, de su comandante, porque el que se sienta ceutí tiene que tener una vinculación especial a esta institución que tanto ha representado y durante tanto tiempo para esta ciudad”.
Asimismo, el delegado quiso añadir, recurriendo a la memoria, eje central de la presente crónica y acaso de la vida, que “si miramos la historia, vemos cómo  la Comandancia ha sido para Ceuta un baluarte, un peso, una ayuda magnífica en todos los aspectos,  desde cualquiera de las situaciones que se han producido desgraciadamente en nuestra ciudad hasta compartir las alegrías del pueblo, pasando por las tristezas de las personas que se han ido”.
Entre las que se marcharon, aunque no del todo, dado su enorme legado y su honda figura en lo ético y en lo moral, se encuentra  el ínclito teniente Ruiz, recordado por el delegado quien apuntó que “estar en esta sala supone para mi aguantar un escalofrío que me recorre el cuerpo, porque saber que en esta institución han pertenecido personas como el teniente Ruiz, héroe de la Independencia Española, produce una emoción especial, y ese sentimiento es el que me gustaría transmitir a todos los ceutíes en un día como la Pascua Militar”, un día en el que la memoria puso Mahón al alcance de la palma de la mano 230 años más tarde.