Dando un paseo por la ciudad puedo observar la instalación de los nuevos semáforos instalados y me pregunto. Mejoramos y empeoramos
cuando para la instalación de estos, se rompe el pavimento y se sustituye por cemento que en breve estará hecho polvo. ¿Sirven para algo todas esas lucecitas nuevas que se instalan en el suelo y que pocos meses después se encuentra averiadas?, pese al coste que conllevarán.
Y paseando, llegó hasta la explanada de Juan XXIII y allí aparcados en fila aparecen doce coches abandonados, con sus cristales rotos, a la vista de todos, incluidas esas autoridades de las que son competencia y que al parecer deben de ser transparentes. Una y otra vez ha salido a la palestra este asunto de los coches abandonados en la ciudad... y de momento seguimos con el mismo problema.