Aunque esta tradición estuvo parada durante la pandemia, se recuperó el año pasado y este no ha podido ser menos.
La Hermandad del Cristo de Medinaceli ha invitado
a los mayores residentes en
Cruz Blanca a su tradicional merienda por la Cruz de Mayo en la tarde de hoy, en Ceuta. “La Hermandad tiene su sede canónica en la iglesia de San Ildefonso, en la
barriada del Príncipe Alfonso, y ahí es donde nació Cruz Blanca, en esa iglesia. Entonces, compartimos casa, de ahí la unión entre nosotros”, compartió Juan José Carnero, hermano mayor del Cristo de Medinaceli. Los mayores “tienen muchas ganas de que llegue este día porque salen de la rutina, es algo fuera de lo habitual en sus vidas y lo acogen con mucha alegría, mucha satisfacción y ganas. Aquí están todos bailando, cantando, merendando y nosotros muy contentos de tenerlos aquí acompañándonos”.
Y es que la alegría de sus caras hablaba por sí sola. El ambiente era de estar pasándolo muy bien, y ellos lo han confirmado. “Lo estamos pasando estupendamente, estoy divirtiéndome con los colegas y con la gente que hay aquí que nos han acogido con mucho cariño y nos han tratado muy bien. Además, estamos reunidos, lo estamos pasando bien y estamos pasando una tarde muy agradable”, comentaba Juan Ramón, residente en Cruz Blanca. Inés, otra de las residentes, ha confesado que se lo estaba pasando “bomba, muy bien, y estaba deseando que llegara el día”. Y aunque confiesa no saber bailar, asegura que tocando las palmas y anima un poquito el ambiente.
En cuanto a la comida, han podido disfrutar de bocadillos variados, tortilla de patatas, saladitos, refrescos…Y en relación a la música, se escuchaban sevillanas, lo que daba un ambiente de feria al completo, comentó Miguel Ángel, residente también en Cruz Blanca. Entre comida, sevillanas y amigos nuestros mayores han podido disfrutar una tarde diferente fuera de la residencia. Un gesto de Cruz Blanca y la Hermandad del Medinaceli que hace felices a muchos. Un simple gesto que puede alegrarle la semana entera a nuestros mayores. Porque, aunque parezca increíble, una tarde de risas mantiene el corazón contento por muchos días.