Las obras a realizar en la infraestructura de suministro de agua en viviendas cercanas al castillo de San Amaro han sido objeto de análisis de la Comisión de Patrimonio de Ceuta. Después de ver el caso, desde la entidad han sugerido una serie de criterios a tener en cuenta con la finalidad de “minimizar el impacto” en aquellos bienes que son de interés.
Esta intervención, según indica un documento del órgano, está contemplada en el ámbito del Plan Especial de Protección y Catálogo del Conjunto Histórico de las Fortificaciones del recinto del Hacho, una estrategia que aún está pendiente de ser aprobada de manera definitiva. Las directrices establecidas son relativas a las propias obras en el entorno, entre ellas, un control arqueológico en las zanjas que se efectúen, una recomendación que parte de un informe técnico.
Otras de las indicaciones están asociadas a aquellas situaciones en las que sea inevitable atravesar paños de murallas. La comisión señala que, en ese supuesto, hay que hacer siempre pasos en zonas que no sean visibles como, por ejemplo, la cimentación.
Asimismo, las perforaciones deberán ser limpias y llevadas a cabo con un instrumental adecuado “que no produzca daños en el resto del elemento. Las instalaciones que sean a través de alguno de estos bienes deben desarrollarse en dirección perpendicular a la directriz del mismo.
Cuando el trazado sea próximo a este patrimonio, siempre se hará en sentido paralelo a estos y tendrán que aprovecharse de aquellos tramos en los que se interrumpa la continuidad de los lienzos de muralla para ejecutar los cruces que sean precisos. El informe del órgano hacia este proyecto de reforma ha sido favorable.
Este rincón patrimonial de la ciudad no está en su mejor momento. A diferencia del pasado, donde rezumó gloria, en el presente está en un estado de dejadez. Hace diez años fue pasto de las llamas, que abrasaron buena parte de su estructura, especialmente el techo y el piso superior, hechos a base de madera.
Sus estancias incluso han sido la morada de okupas y, después de un tiempo de abandono, cuelga en sus paredes el aviso de que existe un riesgo de que se derrumbe. Los días pasan y cada vez aumentan las probabilidades de que este anuncio a modo de cartel, se haga realidad.
Hace unos meses el presidente de Septem Nostra, José Manuel Pérez Rivera, trasladó a El Faro que la situación de esta construcción declarada Bien de Interés Cultural es “un despropósito” y aseveró que este “ha quedado en malas condiciones, perdió la estructura interior de madera y quedan solo los muros exteriores lo que le da poca estabilidad al edificio”.
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