Opinión

La medalla militar en la lucha contra el Covid-19

El Boletín Oficial del Estado del pasado 28 de julio publica el Real Decreto 701/2020, que crea la medalla conmemorativa de la operación Balmis para reconocer al personal militar y civil pertenecientes al Ministerio de Defensa su participación en la lucha contra el Covid-19, que la Organización Mundial de la Salud definió el 11-03-2020 como “emergencia de salud pública como pandemia internacional”.
La motivación y origen de esta clase de condecoraciones se halla en la necesidad de cualquier sociedad organizada de reconocer y premiar hechos destacados y meritorios realizados en su beneficio. Como antecedentes, se citan el siglo XIX, el 17-05-1829, cuando se creó la «cruz de distinción de epidemias», con la finalidad de premiar al cirujano militar don Carlos Luis Benoit por sus extraordinarios meritorios y servicios durante la epidemia de cólera morbo asiático que asoló Manila en 1820. Dicha condecoración individual fue la base de las cruces civiles de epidemias otorgadas en 1828 en la epidemia de Gibraltar, en la de 1838 y en la de 1885 por el cólera de Zaragoza, al personal sanitario, civil y militar que prestaron su servicio en situaciones de epidemias ante las que no había vacunas, como es la actualidad.
El nombre de la operación es un homenaje al médico militar Francisco Javier Balmis (1753-1819). Este científico y cirujano militar destacó por su trayectoria militar, participando en la década de 1780 en distintas campañas con el Regimiento de Infantería Zamora, uno de los destinados al sitio de Gibraltar. Allí desarrolló su labor científica, en especial a través del estudio de la botánica, y las plantas autóctonas con virtudes medicinales e introduciendo nuevas especies en el Jardín Botánico de Madrid. En la década de 1790 comenzó a ser reconocido por su dimensión científica, además de la militar, y como médico y destacado paradigma de los ilustrados del momento, fue nombrado cirujano honorario de cámara de Carlos IV y se dedicó a la difusión de la vacuna contra la viruela, descubierta en 1796 por Edward Jenner.
Confiado en la posibilidad de poder erradicar una enfermedad que causaba la muerte a cerca del 20 por 100 de la población, Balmis propuso al monarca llevar la vacuna a sus dominios de América. El proyecto fue aprobado por la Junta de Cirujanos de Cámara. El puerto escogido para la partida fue el de La Coruña y el medio de transporte, la corbeta María Pita. Acompañaban a Balmis, el cirujano militar catalán José Salvany, subdirector de la empresa, dos practicantes, tres enfermeros, 22 niños de la casa de expósitos de la capital gallega, para inocular y conservar la vacuna durante la navegación, y, por último, la rectora de la casa, Isabel Zendal, para cuidarlos. Esta última se considera la primera mujer enfermera participante en una operación militar internacional.
La expedición, desarrollada entre 1803 y 1806, y liderada por el médico militar, gozaba del carácter militar impregnado por Balmis, y se caracterizó por procurar una constante cooperación con las autoridades locales implicadas. Se consiguió inmunizar a las poblaciones de Canarias, América, Filipinas, Macao, Cantón y la isla Santa Elena, constituyendo una de las más importantes gestas promotoras de la salud pública y de la educación sanitaria en el ámbito internacional.
La parte dispositiva del Real Decreto, dispone: Artículo único. 1. Se crea la medalla conmemorativa de la «Operación Balmis» para reconocer al personal de las Fuerzas Armadas y personal civil adscrito al Ministerio de Defensa que ha participado en la lucha contra el Covid-19, en el marco de dicha operación. 2. Mediante orden de la Ministra de Defensa se determinarán todos aquellos aspectos relativos al procedimiento para la concesión de la medalla, la descripción de la condecoración correspondiente y las medidas que resulten necesarias para su tramitación y anotación.
Por otro lado, uno de mis lectores más asiduos de Ceuta, que tiene la gentileza de enviarme algunas revistas, me ha hecho llegar la edición digital de la del Ejército de Tierra correspondiente al pasado mes de Julio. En la misma se recogen las actuaciones de dichos profesionales en numerosas ciudades de España, entre ellas Ceuta. Sólo conozco de forma “virtual” a dicho lector, pero aprovecho la ocasión para expresarle mi reconocimiento y sincera gratitud, al que me gustaría conocer personalmente.
Las actuaciones humanitarias militares se articularon de la forma siguiente:
1. Apoyo logístico. Las capacidades de transporte de materiales y suministros. incluido el traslado de material sanitario; de mobiliario para entidades sociales; de alimentos para bancos de alimentos y organizaciones sociales; y de enfermos, personas mayores y fallecidos; también la creación o mantenimiento de instalaciones para cubrir necesidades de índole sanitario y social, como centros de acogida y albergues provisionales.
2. Desinfección y descontaminación. Las labores de desinfección y descontaminación de infraestructuras críticas y servicios esenciales como puertos, aeropuertos, estaciones de trenes y autobuses, así como de hospitales, residencias de ancianos, centros de discapacitados, de menores y centros penitenciarios, que todos han sido uno de los pilares de la contribución del Ejército a la lucha contra la pandemia.
3. Colaboración sanitaria y aumento de la capacidad hospitalaria. El montaje de hospitales de campaña, centros de trabajo y zonas anexas de hospitalización han constituido una de las aportaciones más visibles de los militares en los momentos más difíciles. Entre ellas, la más emblemática fue la contribución a la instalación del hospital de campaña de IFEMA, que se convirtió en el más grande de España, con capacidad para 5.000 pacientes, construido en sólo tres días.
4. Apoyo a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. El apoyo se materializó en la realización de patrullas por distintas poblaciones para garantizar el cumplimiento de las restricciones de movilidad impuestas por el estado de alarma, así como en la vigilancia en centrales nucleares y otras infraestructuras energéticas, de abastecimiento de aguas, transporte y telecomunicaciones. A ello se unieron poco después los controles en puestos fronterizos.
Como consecuencia de ello, se ha determinado la conveniencia de crear una medalla de carácter nacional que reconozca la participación del personal de las Fuerzas Armadas y del personal civil adscrito al Ministerio de Defensa que ha intervenido en la lucha contra el Covid-19, formando parte de la «Operación Balmis».
Las operaciones totalizadas en cifras, básicamente, han sido las siguientes: Han intervenido en la operación 187.000 militares, algo más de 115.000 pertenecen al Ejército de Tierra. Sus intervenciones han consistido: desinfección y descontaminación de residencias de ancianos, servicios de la administración, centros de salud, centros de menores, aeropuertos, estaciones de tren, etc. han superado las 2.500 actuaciones. La actividad en la que más personal ha estado implicado han sido las patrullas de presencia y vigilancia, que se han desarrollado en cerca de 3.000 poblaciones de toda España. También los apoyos sanitarios proporcionados por el Ejército han resultado clave para hacer frente a la pandemia.
Se ha mantenido una docena de apoyos permanentes en otros tantos hospitales para ampliar su capacidad asistencial. También han colaborado con el traslado de pacientes hasta realizar más de 800 evacuaciones y 400 de fallecidos. El balance se completa con casi 90 actividades de apoyo logístico desarrolladas en 98 días, entre las que se contabilizan traslados de material militar, sanitario o alimentos. Junto al grueso del personal que ha estado sobre el terreno, ha habido otros 17.500 militares que, desde los distintos puestos de mando, han contribuido a la organización y coordinación de todas las actividades. Un balance global de más de 115.000 militares y 5.402 intervenciones.
Asimismo, figuran recogidas las impresiones de algunos de los protagonistas directos en las operaciones de ayuda, de las que entresaco las siguientes: “Nuestros profesionales han puesto de manifiesto no solo su alto grado de preparación y disponibilidad, sino además su compromiso con la sociedad la geografía española. Yo no hablaría de dureza, sí de exigencia, pero siempre con la gran satisfacción de ver que se estaba ayudando a nuestra sociedad a superar esta terrible pandemia. A pesar de esos momentos, los ciudadanos les han demostrado su cariño constantemente y de múltiples formas... Si antes dije que el comportamiento de nuestros profesionales fue ejemplar, la respuesta de la sociedad ha sido extraordinaria”.
“Nos hemos sentido queridos, acogidos y tremendamente valorados en cada una de las misiones que hemos cumplido a lo largo de la operación. Las miradas de gratitud de los mayores en las residencias, de la gente sin hogar en los albergues o de los enfermos en los hospitales han calado en todos los que hemos participado en esta operación. Por primera vez en la historia reciente, el Ejército de Tierra ha desplegado, con rapidez y eficacia, con la participación de cerca de 120.000 militares a lo largo de nuestro territorio, en una misión en apoyo a nuestra sociedad. Los españoles han podido comprobar, en directo, que sus Fuerzas Armadas son una herramienta eficaz para hacer frente a cualquier crisis, ya sea en el exterior, como parte de los mecanismos para la proyección de paz y seguridad; como en el interior de nuestro territorio…”.
“Nuestros profesionales han puesto de manifiesto no sólo su alto grado de preparación y disponibilidad, sono además su compromiso con la sociedad; “los españoles han podido comprobar que sus Fuerzas Armadas son una herramienta eficaz, para hacer frente a cualquier crisis”; “han visto que estamos aquí para lo que necesiten. No sólo en el exterior, sino también para ayudarles en casa”; “los aplausos desde las ventanas hacen sentirte realizado al saber que tu trabajo está sumando para hacer frente a la crisis”; “se siente orgullo por haber podido contribuir a esta causa, que ha servido para ayudar a miles de personas”.
“Nos reuníamos alrededor de los fallecidos – en ocasiones con los sanitarios del hospital – y guardábamos unos minutos de silencio”; su hija de cuatro años le decía: “dame un abrazo, papá, eres un héroe y estás matando a los bichitos”; el compañerismo y la dedicación al trabajo que he visto estos días son dignos de admirar”; lección aprendida de la pandemia: “valorar mucho más las cosas que verdaderamente son importantes”; “un buen militar, en momentos así, saca su mayor orgullo, porque estas cosas son las que hacen que tu trabajo sea diferente”.
Pues me uno virtualmente a dicho homenaje militar de reconocimiento y gratitud por tan excelente y humanitaria labor prestada, que incluso los militares tuvieron que hacerlo con la abierta oposición de las dos Comunidades Autónomas independentistas (las de siempre), a las que toda la fuerza la echan en pretender quitarse de encima el enorme complejo de inferioridad que sienten por no haber pasado de ser en toda la historia de España, una de las Autonomías, un mero condado y, la otra, simples señoríos. De ahí su constante y ridículo empeño por aparentar ser diferentes a las demás” (que si “países soberanos”, que si “somos nación”, que si “derecho de secesión” - que no existe -; que si “derechos históricos”, que si “derecho de autodeterminación”, que si “relaciones bilaterales” con el Estado; que si tenemos ADN diferente; o supuestas “ínsulas de Barataria”, que prometiera don Quijote a Sancho). Como si las demás Autonomías (la mayoría de ellas hasta fueron reinos en el Medievo) no tuvieran historia ni derechos.
Igualmente, me adhiero, en el mismo reconocimiento y gratitud, a todo el personal sanitario y demás personas civiles que prestaran tan encomiables servicios. Pienso que, a estos últimos, también debería hacerse extensiva tan meritoria distinción por vía civil, como médicos y demás personal sanitario, personas todas bienhechoras que, con la misma abnegación, entrega y espíritu de servicio, hayan participado en la salvación de vidas humanas o prestando servicios humanitarios que curen o palíen los malignos efectos de la pandemia. A mí, todas las personas que vayan por la vida haciendo bien y prestando tan excelentes servicios, sean militares o civiles, me merecen el máximo respeto, la mayor consideración y mi entera gratitud. Y en ambos casos, tuvieron pérdida de vidas humanas, por poner la suya al servicio de los demás: 76 sanitarios y 13 militares, Guardias Civiles y Policías, que yo sepa.

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