El sargento ceutí Julián Campos Menjíbar llegó ayer a Ceuta para recuperarse junto a su familia de las lesiones sufridas tras la hazaña en la que salvó la vida a varios de sus compañeros El pasado 10 de septiembre se convirtió en el salvador de varios de sus compañeros al evitar que una motoniveladora arrollara el campamento en el que se encontraban. Ayer, más de dos semanas después, llegó a Ceuta, su tierra, para recuperarse junto a su familia y amigos, tras estar varios días ingresado y pasar por quirófano. Su familia fue a recogerlo y tuvo que viajar en un vehículo particular.
Tiene lesiones en sus miembros inferiores, en el brazo y en el rostro pero arrastra la sensación del deber cumplido, de llevar a la práctica uno de los preceptos de un héroe: arriesgar su vida por salvar la de los demás.
Ya con el accidente atrás en el tiempo y con ganas de olvidarlo, el sargento ceutí Julián Campos Menjíbar destacó ayer en declaraciones a este medio el apoyo de sus compañeros y la importancia que han tenido éstos en su recuperación: “El apoyo y el cariño han sido muy importantes. Todo el mundo se ha portado muy bien y se ha volcado conmigo. Ha sido fabuloso tanto el apoyo de mis compañeros como del resto. Han dado lo que tenían que dar y se han comportado como se tenían que comportar”, manifestó.
Cuando recuerda el accidente se le viene a la cabeza un sentimiento de “susto, pánico y terror”, hasta el punto de definirlo como “una pesadilla”.
El protagonista de esta historia conducía la máquina cuando un fallo en los frenos provocó una carrera del vehículo cuesta abajo en dirección a la zona donde se encontraban las tiendas de campaña y el campamento base.
El sargento Campos recordó que se mantuvo a los mandos de la máquina, de unas 18 toneladas de peso y que había perdido el control, “hasta el último momento y hasta que la saqué del campamento. Cuando pude saltar me rompí todo, pero menos mal que lo hice porque de lo contrario hubiese sido mucho peor porque hubiese salido disparada y chocado de manera violenta contra mis compañeros”. El militar ceutí lo tiene claro: “Si hubiese saltado mucho antes, la máquina hubiese alcanzado a más de uno”.
Este héroe comentó que actuó así porque fue lo que le marcó el instinto en ese momento. “Fue lo que me salió de dentro y así lo hice, y gracias a Dios ha salido todo bien y todos lo podemos contar. Lo que tengo ahora mismo son huesos rotos y eso se cura con el tiempo”. Recuerda también que a pesar del golpe estaba consciente “porque los compañeros me hablaban y yo les contestaba. Ya mejor no recordarlo porque fue muy malo, me partí las dos piernas y el brazo, me recogieron del suelo como un trapo”.
Ahora, el sargento ceutí se recuperará en la ciudad autónoma con sus seres queridos. Mientras, en Tenerife, donde lleva cuatro años destinado, tramitan la concesión de un galardón por su hazaña.
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