Doce años después de acceder por vez primera a la Presidencia de la Ciudad, Juan Jesús Vivas (Ceuta, 1953) afronta hoy un nuevo Día de Ceuta con la vista puesta más que nunca en el presente, marcado por las dificultades de la crisis económica, pero también en el futuro,
que considera afianzado por las políticas de contención del gasto promovidas por el Gobierno central y la autogestión que le confiere el Estatuto de Autonomía, un texto sobre el que gira buena parte de la celebración y que, considera, no toca ahora revisar.
–El Estatuto de Autonomía ha cumplido 18 años. Tras esa ‘mayoría de edad’, ¿sigue siendo el instrumento válido que se auguraba o habría que pensar en reajustes?
–Frente a quienes piensan que no, y respetando todas las opiniones, creo que hoy hay motivos de celebración. Y lo digo con absoluto convencimiento. El balance del régimen de autogobierno, y en particular del Estatuto como instrumento para la materialización de la descentralización política y la desconcentración administrativa, ha sido positivo. No vamos a hacer una lista exhaustiva de esos aspectos positivos, pero ahí están. Ceuta nunca como ahora ha tenido tanta presencia institucional, nunca tanta audiencia, nunca ha sido tan tenida en cuenta en los foros nacionales como ahora a partir del Estatuto de Autonomía aprobado hace 18 años.
–¿Cuáles han sido los principales logros en esas casi dos décadas?
–Por ejemplo, la hacienda de la Ciudad nunca ha estado tan fortalecida como ahora: se multiplican los recursos en beneficio de las competencias que tenemos asignadas, sea como autonomía o entidad local. En este periodo ha habido una notable transformación de la fisonomía y la planta urbana de Ceuta, renovando los equipamientos y recuperando retrasos de décadas. También una notable mejora de la calidad y mejora de los servicios públicos fundamentales. Ahí están la asistencia hospitalaria y sanitaria, el tratamiento del ciclo integral del agua, que era un problema siempre desde el punto de vista de la depuración, del suministro y del saneamiento del agua: no teníamos agua para abastecer Ceuta las 24 horas. La cobertura social que hoy ofrecen las administraciones públicas en Ceuta nada tienen que ver con lo de antes del Estatuto. Ha habido un cambio sustancial en los servicios fundamentales, en las infraestructuras y las comunicaciones. El puerto, la estación marítima... una serie de cosas que han supuesto un avance cuantitativo.
–Sigue habiendo sombras, como la losa del desempleo...
–Es verdad que tenemos problemas, asignaturas pendientes, y algunas muy gordas. Es cierto. Ceuta tiene unas cifras de paro que son absolutamente insoportables desde el punto de vista social. No tenemos una estructura productiva sólida que permita absorber esas cifras tan alarmantes del paro. Además, todavía los servicios públicos demandan mejoras, y lo tenemos que reconocer, como el transporte marítimo y los precios. No tanto por la calidad del servicio como por los precios, que constituyen un lastre para el desarrollo económico de Ceuta y para el bienestar de los ceutíes. Ahora bien, esos problemas no dependen de que seamos o no autonomía, sino de las dificultades crónicas: la extrapeninsularidad, la escasez de recursos naturales, el hecho fronterizo... Pero esos problemas no impiden que el balance, en función de los notables avances que ha habido, sea muy positivo. Hoy Ceuta está mucho más equiparada al resto de España en cuanto a la calidad de servicios y calidad de vida que lo que lo estaba hace 18 años. Por tanto, el balance es positivo.
–Cuando llega este día vuelve a aflorar el debate que gira en torno a si éste era el Estatuto que necesitábamos o si se quedó corto.
–Es la gran cuestión que yo no voy a eludir: si comunidad autónoma o si ciudad autónoma. Es un debate que fue muy activo en cierto tiempo en función de que el rango del Estatuto autonómico favorecía o perjudicaba la defensa de nuestra incuestionable españolidad. Creo que eso pasó a un segundo plano. La españolidad de Ceuta está soportada por argumentos muy sólidos desde el punto de vista histórico, jurídico y político. Argumentos que no dependen de que seamos comunidad o ciudad autónoma. Y, por otra parte, es categórico que Ceuta está integrada en la estructura territorial del Estado, que además de ser autonomía es entidad local. En consecuencia, tenemos que seguir intentando solventar asignaturas pendientes, y en particular el paro, sin renunciar a la aplicación de la Transitoria Quinta de la Constitución. Pero hoy, para Ceuta, las prioridades y las urgencias son otras. Más que los cambios estatutarios, lo que ahora toca es atender las asignaturas pendientes y mantener la nave a flote, como está ocurriendo en Ceuta. Mantener la calidad de los servicios, no perder nada de lo que hemos avanzado y poner nuestro grano de arena para que España salga adelante. No tiene sentido que la prioridad ahora fuera una reforma estatutaria teniendo que resolver otro tipo de cuestiones.
–¿Se han diluido entonces aquellas voces que proclamaban que un Estatuto de ciudad, no de comunidad autónoma, nos dejaba en manos de Marruecos?
–No tiene ningún sentido, porque el Estatuto ha venido a fortalecer nuestra presencia en el concierto nacional y a subrayar de una forma categórica que formamos parte de la estructura administrativa del Estado. Estamos en la Conferencia de Presidentes, en todas las mesas sectoriales, en el Consejo de Política Fiscal y Financiera. Alguno analiza la historia de Ceuta y dice “cuándo hemos estado en estos foros tan decisivos como ahora...”.
–¿Se acertó al no asumir competencias tan gravosas como la Sanidad o la Educación?
–Y alguna también tendríamos que haber pensado más si asumirla, pero no voy a decir cuál (Risas). Son servicios fundamentales pero, dicho con toda sinceridad, el Estado es una garantía. Ceuta tiene muchos condicionantes respecto a los recursos que necesita para mantener un nivel de calidad equiparable a las medias nacionales. Ese nivel es un derecho irrenunciable de los ceutíes y esta Administración los tiene que defender, pero esa exigencia a una ciudad autónoma la desborda. Y eso está bien en manos del Estado, porque es garantía de la calidad de esos servicios, esenciales para esa consideración del derecho a la igualdad de los ceutíes con el resto de los españoles. Eso no quita para que la Ciudad colabore activamente y con lealtad con la Delegación del Gobierno y los ministerios.
–¿Se siente arropado desde Madrid, de donde dependen las grandes partidas que financian los servicios que presta la Ciudad?
–Sí, creo que la respuesta que en forma de solidaridad ha tenido Ceuta ha sido determinante para lograr esos avances. Ha sido fundamental para la supervivencia de esta ciudad. En Madrid, el Gobierno de la nación ha entendido que Ceuta requiere una atención especial y ha actuado en consecuencia, y la mejor prueba es el comportamiento de los Presupuestos Generales del Estado. Nunca antes, y por razones justificadas, el Gobierno de la nación había tenido que llevar a cabo una política de ajuste presupuestario como la actual, política que ha servido para que España no esté rescatada. A pesar de la dureza del momento, la línea de flotación de Ceuta no sólo se ha mantenido sino que lo que se refiere a financiación corriente, la dedicada al funcionamiento de los servicios y del empleo, se ha visto incluso favorecida.
–¿Estamos capeando entonces el temporal mejor que otras comunidades autónomas?
–No quiero sacar pecho ni lanzar las campanas al vuelo, pero ahí estamos. Este año tenemos la obligación de cerrarlo con equilibrio presupuestario, no se avecina ninguna medida de ajuste adicional y creo que sí, con el esfuerzo de todos este temporal lo estamos capeando. Por ejemplo con el tema de las horas extraordinarias, ahora sólo 30.000 euros de coste anual frente a un millón de hace pocos años. Se ha hecho con sacrificio de la gente, en este caso de los funcionarios. Les reconozco esa contribución porque ha permitido que se mantengan los servicios y su calidad, que se mantenga el empleo. Me parece que también ha sido una prueba de responsabilidad y solidaridad.
–En el capítulo de las competencias, sí se han recuperado en materia urbanística, superando la etapa del GIL...
–Hay una mayor agilidad para la Ciudad en materia urbanística, pero si soy sincero creo que está bien que la última palabra la tenga el Estado. No es bueno que todo se cueza, se guise y se coma en la misma mesa. Yo creo que es bueno que haya cierto control no de oportunidad, sino de legalidad de una instancia superior. Es una cuestión muy importante, además con muchas connotaciones. En otras partes del territorio nacional se ha evidenciado que hay que tomarlo con mucho cuidado. No hemos tenido ningún roce, hemos llevado a cabo modificaciones puntuales. Ahora estamos tramitando una revisión del PGOU y la verdad es que se hace en contacto con el Ministerio de Fomento y con un grado de interlocución muy satisfactorio y con mucha agilidad.
–¿Cuál va a ser el eje de su discurso este año?
–Responderé a cuáles son los problemas y los retos, y en ese sentido me referiré al desarrollo económico y al desempleo, sobre todo al juvenil. Pero de una manera evidentemente muy enunciativa y genérica, porque no se trata de un programa de gobierno sino de un discurso institucional. Hablaremos de la convivencia, que es fundamental en nuestra ciudad, de las relaciones con la Administración General del Estado, del programa de reformas del Gobierno de la nación... Y luego está la parte sentimental. Es un acto que sirve para poner de manifiesto el cariño a esta patria chica, que no es una patria chica excluyente, es una patria que sólo se concibe desde el punto de vista de la pertenencia al conjunto. La tenemos que celebrar, honrar, y poner de manifiesto nuestro cariño a ella.
–¿Se ha arrepentido en algún momento de que el 2 de septiembre dejara de ser jornada festiva?
–Fue una decisión de todos los ceutíes que está asumida. Yo voy a hablar en mi discurso de convivencia, y las claves de ésta son la generosidad y mucha firmeza para defender el marco de convivencia democrática que determina la Constitución. Ceuta tuvo a bien que una parte del calendario esté dedicado a la comunidad musulmana, una prueba, como digo, de generosidad. Nos gustaría que fuera día festivo, ¿pero qué quitamos? Se trata de compartir, pero sin restar.
–Pasado el ecuador de la legislatura, ¿tiene la sensación de que la crisis le impide hacer más de lo que desearía?
–Pues sí. Aquí estábamos acostumbrados a legislaturas de muchísima inversión. Pero bueno, esto es como las casas, uno se tiene que ajustar a lo que marcan las circunstancias y ahora la solidaridad exige que también lo seamos con lo que ocurre en el conjunto de España y toca apretarse el cinturón como lo hace todo el mundo: las familias, las empresas... Ese camino es la única forma factible de sacar a España adelante entre todos. Hay que actuar en consecuencia. Es verdad que a pesar de que hemos renunciado a mantener ese volumen de inversión, característica de otras legislaturas, lo fundamental se ha mantenido. Todavía se han mantenido las inversiones, los niveles de los servicios, y no se ha tocado el empleo estructural. Además, se están manteniendo las obligaciones de pago puntual y religiosamente. Se está respondiendo satisfactoriamente. Vendrán tiempos mejores. Cuando lo analicemos a través de varios años, quizás de alguna década, nos daremos cuenta de la importancia que tiene lo que se está haciendo para equilibrar las cuentas públicas.
–Ser, según el CIS, el presidente con más apoyo popular, ¿satisface u obliga a poner los pies en el suelo?
–Lo importante, al margen de la demoscopia, es lo doméstico. Que uno salga a la calle y le traten con respeto y afecto. Es lo que nos retribuye realmente. Lo digo de verdad. Aquí no se está por el dinero, yo soy funcionario de esta casa y mi nivel retributivo es muy parecido. Estoy por la relación de afecto que mantengo con la ciudadanía de Ceuta, y es más importante que el propio voto, lo digo de verdad. Las fuerzas aguantan a pesar de los 60 años. Considero que tengo pocas goteras, creo, y muchas ganas de luchar.
–¿Le quedan entonces varias legislaturas?
–Eso ahora no se lo debe uno plantear. Todavía queda la segunda parte de esta legislatura, que es muy importante. Hay que atender el día a día y procurar que ese objetivo del plan de estabilidad que hemos aprobado en pleno y autorizado por Hacienda lo cumplamos, con presupuestos equilibrados, gastando justo lo que ingresamos y no más. Acometer inversiones y preparar las inauguraciones proyectadas, como el Campus, con lo que acarrea. También hay un programa para mejorar la enseñanza educativa secundaria, lo vamos a llevar a Madrid. Serán 1.500 plazas más de oferta educativa, más importante que el propio campus en sí.
–¿Qué papel le atribuye a la oposición en esta legislatura?
–No quiero hablar de la oposición. El Gobierno creo que no está para hacer oposición a la oposición... La oposición está para enmendar, para criticar y para colaborar en aquello que considere pertinente, y que sean ellos quienes hagan su examen propio de conciencia y saquen conclusiones.
–¿Qué ocurrirá con el contrato de interés público de las navieras? –Tengo confianza en la respuesta del Ministerio de Fomento. Están analizando la cuestión de que haya quedado desierto. Este transporte, creo, tiene que mejorar, es el cordón umbilical de Ceuta con la península. Los precios son un lastre para el desarrollo económico de la ciudad. La gente que viene se va muy satisfecha de Ceuta, pero los precios son una verdadera barrera. Es un transporte caro, y creo que se podría abaratar. Se podría hacer racionalizando. No pienso de ninguna manera que la solución esté en la intervención pública. No creo en una naviera municipal, pero sí se puede racionalizar, hay unas muy bajas tasas de ocupación y muchas rotaciones. Si eso se ajustara, los precios podrían bajar. ¿Quién tiene que racionalizar eso? Evidentemente el mercado, pero si no es capaz de hacerlo, nos tendremos que preguntar por qué y actuar en consecuencia.
–En su discurso hablará de nuevo de convivencia. En las últimas semanas se han escuchado discursos desafortunados que la cuestionan...
–Cuando se trata del tema de la convivencia, aquí y fuera, los medios de comunicación tienen una inclinación a destacar las fricciones, tensiones, los desencuentros... y eso no es la vedad. Eso es en todo caso parte de la verdad. La verdad es que en Ceuta se convive, se vive compartiendo y respetando. La inmensa mayoría de los musulmanes de Ceuta no participan de esos planteamientos intransigente, son personas de bien y orden, que quieren vivir en paz y tranquilidad. Las declaraciones, por ejemplo, de este señor que dijo que había que castigar a los policías son censurables e inadmisibles.
“Mi relación con el delegado del Gobierno es satisfactoria, muy buena”
–Hay quien insiste en ver, tras el caso de las cédulas de habitabilidad, un foco de discrepancia con la Delegación del Gobierno. ¿Es así?
–No, no hay conflicto. No hay conflicto desde el punto de vista político y de oportunidad. Ha habido un planteamiento técnico por parte de la Abogacía del Estado de la Delegación del Gobierno, que además es muy habitual. Aquí lo que pasa es que a veces nos llevamos las manos a la cabeza... Pero que las administraciones esgriman argumentos jurídicos es normal. Eso no significa que haya falta de unidad de acción ni sintonía. Todo lo contrario. Hay quien quiere exagerarlo, porque le interesa eso, la confrontación. Tengo que desmentirlo absolutamente. Mi relación con el delegado del Gobierno es absolutamente satisfactoria, es muy buena. Al delegado del Gobierno lo considero, aprecio y valoro muchísimo, y estoy convencido de que él a mí igual. Son muchos años los que nos conocemos y los que hemos trabajado juntos y por tanto creo que estas cosas... Que tengamos que ser iguales, no lo somos, evidentemente, pero creo que es incluso bueno que no lo seamos, porque entonces sería todo muy aburrido. Lo que el delegado tiene claro, y yo también, es que el interés general de Ceuta está por encima de nosotros dos. Lo tenemos muy claro, somos personas maduras. El delegado es, insisto, un gran gestor y una gran persona.
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